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Los multirreincidentes no son solo los ladrones de manual con un historial de robos interminable. También lo son aquellos que, una y otra vez, repiten el mismo delito con una constancia casi quirúrgica… y desesperante.

Cataluña lidia con decenas de perfiles así, pero pocos ejemplifican tan bien el agujero del sistema como Jalal A., un joven de 28 años con 48 detenciones, 23 de ellas únicamente en los últimos 12 meses —de noviembre de 2024 a diciembre de 2025—, casi todas por el mismo motivo: quebrantamiento de condena.

Según ha podido confirmar Crónica Global, Jalal se encontraba bajo libertad vigilada y debía llevar una pulsera de control telemático con GPS. No obstante, no basta con portarla encima: el dispositivo debe estar encendido siempre.

Hecha la ley, hecha la trampa

Es ahí donde este multirreincidente jugaba con ventaja. O eso creía. De forma reiterada, Jalal apagaba la unidad de geolocalización, desapareciendo por las calles de Barcelona y volviendo a existir solo cuando una patrulla, casi siempre por azar o alertado por vecinos, lo interceptaba.

La medida no es menor: se le impuso en octubre de 2021 para garantizar que no se acercara a la joven a la que violó. Aún así, desconectar la pulsera se había convertido en parte de su rutina.

Agentes de la Brimo de los Mossos d'Esquadra cacheando a dos personas que se identificaron en un dispositivo contra la multirreincidencia Simón Sánchez L'Hospitalet de Llobregat

De hecho, 14 de las 23 detenciones del último año se concentran en las últimas semanas, desde finales de septiembre. Una cronología que no es casual.

Este repunte coincide con la puesta en marcha del 'Pla Kanpai' el plan estrella del departamento de Interior para combatir la multirreincidencia con más patrullaje y más control en la vía pública.

Dos agresiones sexuales 

Lleva la pulsera porque desde 2021 pesa sobre él una orden de alejamiento de 500 metros respecto a la víctima de la violación. Y, por si eso fuera poco, el joven fue detenido de nuevo el 1 de noviembre por otra agresión sexual. 

Una detención que refuerza, según las fuentes consultadas, el “riesgo evidente” de reincidencia delictiva.

“No sólo incumple de manera sistemática la medida de control”, lamentan. “Es que además existe un riesgo elevado de que vuelva a atacar”. Y, advierten: la pulsera protege a la víctima conocida, pero no a las futuras.

Y no sólo eso. A las dos agresiones sexuales investigadas y a la lista de quebrantamientos, se suma además un robo con violencia e intimidación cometido el 29 de noviembre en la calle Tapineria de Barcelona, apenas a unos metros de donde volvería a ser arrestado días después.

Agentes de la Guardia Urbana de Barcelona durante un dispositivo Cedida

De hecho, sus últimas cinco detenciones se han producido todas en el casco histórico: entre los barrios del Raval y el Gòtic, en calles estrechas, recovecos ocultos y esquinas sin visibilidad.

Un entorno perfecto para alguien que quiere desaparecer, pero que vive constantemente localizado… cuando el GPS está activado.

La madrugada que lo cambió todo

El último capítulo de este historial interminable tuvo lugar el lunes 8 de diciembre, pocos minutos después de las dos de la madrugada.

Un binomio de la Guardia Urbana de Barcelona (GUB) patrullaba cerca de la calle Avinyó, en pleno corazón del Gòtic, cuando varios ciudadanos les señalaron a un hombre que estaba generando inseguridad entre los viandantes.

Los agentes se acercaron, identificaron a Jalal y confirmaron lo que temían: llevaba la pulsera de geolocalización apagada. Otra vez.

Volvió a ser detenido por quebrantamiento de condena. Y, según ha podido saber este medio, solo 24 horas antes ya había sido arrestado exactamente por lo mismo.

Agentes de la Guardia Urbana durante un control en Barcelona Guardia Urbana de Barcelona

Actividad delictiva y situación irregular

A todo esto se añade otro elemento que agrava el expediente: Jalal A. se encuentra en situación irregular en España.

Tras sus últimas detenciones, la Guardia Urbana informó a la Policía Nacional, que certificó que el joven tiene un decreto de expulsión vigente.

Una expulsión que no se ha materializado porque el acusado encadena ingresos en calabozos, medidas judiciales y causas abiertas.

Punto de inflexión 

Según ha podido corroborar Crónica Global, la acumulación de quebrantamientos, el riesgo de reincidencia sexual, el robo violento y su perfil delictivo "claramente escalado" han llevado al juez a decretar su ingreso en prisión preventiva.

Es un punto de inflexión en un caso que simboliza, como pocos, la tensión permanente entre los límites jurídicos, la saturación policial y el impacto real que ciertos perfiles tienen en la seguridad ciudadana.

Barcelona acumula miles de detenciones al año, pero muy pocas historias condensan tan bien el problema: un delincuente joven, peligroso, con un mandato judicial claro, una herramienta tecnológica diseñada para contenerlo… y un sistema que solo funciona cuando la policía, en la calle y de casualidad, se lo encuentra.