El asesinato se consumó en un escalón de una vieja escalera, en la hora límite entre la luz de la tarde y la oscuridad de la noche. El pasado 30 de septiembre, la vida de Eric, un joven de 25 años trabajador del sector inmobiliario, se truncó en el rellano de un bloque de la calle de la Sèquia Madriguera, en el barrio barcelonés de Bon Pastor.
La llamada al 112 alertó de un joven con múltiples puñaladas y una fuerte contusión en la cabeza. Los sanitarios del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) solo pudieron certificar el deceso.
Eric había acudido al edificio, de propiedad municipal, para cerrar lo que las primeras líneas de la investigación señalan como la compraventa de una cadena de oro, portando consigo una importante suma de dinero. Nunca volvió a salir con vida.
El misterio de su muerte, en un inmueble donde varios vecinos apuntaban desde hacía meses a un piso conflictivo utilizado presuntamente para la venta de drogas, avivó el miedo y la indignación en un barrio que, según los vecinos, arrastra años de inseguridad.
Seis semanas después, la calma tensa que se había instalado en Bon Pastor se rompió con el estruendo de los coches policiales. La investigación de los Mossos d’Esquadra, concretamente la de los agentes del Grupo de Homicidios de la División de Investigación Criminal (DIC), señalaba a Juanito, un rostro familiar en el ecosistema delictivo local.
La detención de un viejo conocido
La operación policial, llevada a cabo a primera hora de la mañana de este miércoles, fue la confirmación de lo que ya se murmuraba. Tal y como adelantó Metrópoli Abierta, Juanito fue detenido en la calle Caracas de la capital catalana como principal sospechoso, un arresto que vino con más detenciones de otros implicados, según informa el digital local.
La acción policial no pudo ser más visible. "Ha habido mucho follón esta mañana, coches de policía entrando y saliendo, venían del juzgado", explicaba a Crónica Global un residente que siguió la operación a través de las redes locales. El detenido fue localizado en su propia casa, en el barrio de Baró de Víver, a pocos metros de Bon Pastor. "Me dicen que lo han detenido en su casa, aquí mismo", añade, subrayando cómo la noticia de la detención de Juanito corrió como la pólvora en la comunidad.
La puerta de la vivienda del hombre detenido por el asesinato del barrio de Bon Pastor
El arresto ha sido recibido con alivio, pero también con una gran dosis de resignación. "Era cuestión de tiempo", repite más de un vecino, pues Juanito llevaba semanas escondido, mientras su nombre y su historia ya eran vox populi en las calles.
"Se le fue de las manos"
En Bon Pastor, parece que todos sabían quién era Juanito. Nació y creció en el barrio. Su padre, ya fallecido, vivía en el edificio donde ocurrió el asesinato. Según un vecino de la escalera, el piso pasó a manos del ahora detenido, que lo hacía funcionar de narcopiso.
"Juanito ahora vive con su pareja y sus tres hijos en el barrio de al lado", explica el viejo conocido del detenido. "Era un 'trapella' . Lo conocíamos de toda la vida, desde que era pequeño. Lo veías bajar, subir, saludar... un ‘hola, bon dia, com estàs, tot bé’. Pero de su vida, poco sabíamos. Siempre ha estado metido en líos", confiesa.
Para muchos, su caída no es una sorpresa, sino el final de una trayectoria larga y anunciada. Otra vecina resume a este digital su presunto perfil sin matices: "Vendía droga desde que era un adolescente. Robaba, traficaba, vivía de eso". A pesar de la crudeza de su pasado, la mujer lo exime de una voluntad asesina: "Pero una cosa te digo: Juanito jamás mataría a nadie. Iba a ser un robo y eso se le fue de las manos".
Calle de la Sèquia Madriguera, donde sucedieron los hechos
El relato que se repite con mayor insistencia en el barrio es el de un robo fallido, una pelea que degeneró en un exceso de violencia. La misma vecina apunta a una trama más compleja: "Hay más gente implicada, no solo él. Fue un robo que se fue de las manos. Aquí hay nombres grandes, gente de atracos, de robos. No eran unos críos".
Señalan que el botín que se llevaron de la víctima era considerable, supuestamente hasta 4.500 euros.
El pacto tácito del silencio
Si la identidad del sospechoso era un secreto a voces, una de las razones por la que la investigación se prolongó durante seis semanas se encuentra en el código no escrito de Bon Pastor.
"Todos sabíamos quién era y que estaba escondido, pero nadie ha hablado", confiesa la vecina. "Sabíamos que cuando lo pillaran le iban a caer por lo menos 20 años. Normal que se esconda. Pero aquí nadie señala a nadie".
Agentes de la ARRO durante un dispositivo de seguridad en vía pública
Ese pacto tácito, mezcla de miedo, arraigo y esa lealtad de barrio que describe ("cuando lo conoces desde niño, cuesta pensar que haya hecho algo así"), explica por qué la identidad de Juanito era bien conocida por la zona, mientras el caso seguía bajo secreto de sumario.
La expresión de una inseguridad crónica
La detención del principal sospechoso, aunque tranquiliza a la comunidad, no resuelve la sensación de abandono que muchos residentes expresan desde hace años.
"Aquí los pisos están dejados, hay narcopisos, y nadie hace nada", lamenta uno de los vecinos contactados. "Cada vez que pasa algo, salimos en las noticias, pero luego seguimos igual". Bon Pastor, un barrio obrero con una historia de casas baratas, arrastra un proceso de transformación desigual, con problemas de droga y convivencia enquistados en algunos bloques municipales. "No estamos más tranquilos ahora que lo han detenido. Ya sabíamos de quién se trataba. El barrio sigue igual. Los que mandan aquí no son los que deberían", concluye la residente.
