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La idea de que las gafas se fabriquen en España se había desvanecido, ya que el sector de la gafa desapareció hace unos 30 años cuando los trabajadores y la producción se trasladaron a China.

Sin embargo, Carlos, tras vivir cuatro años en Australia (adonde fue inicialmente por 6 meses), decidió desafiar esta realidad en Barcelona y montar su propia fábrica.

La iniciativa de Carlos, según cuenta en el Canal de Eric Ponce,  surgió al trabajar como comercial multimarca para ópticas en Cataluña. Durante la pandemia, la dependencia de la importación de China generó problemas: "no entra producto, no hay nada".

Esta situación lo llevó a la convicción de que debía cambiar el modelo. Él veía el sector de las gafas en auge, argumentando que cada vez más personas, incluso desde niños, necesitan gafas.

Los inicios nunca son fáciles y menos aún la materialización del proyecto que exigió un compromiso financiero total. Carlos revela que ha invertido alrededor de medio millón de euros en toda la infraestructura de la fábrica hasta la fecha.

Esta inversión fue personal, ya que Carlos operó "a pulmón". Su historial de haber cerrado dos empresas y haber estado en bancarrota le impedía solicitar préstamos bancarios. Por ello, tuvo que vender su casa ("hice un all-in") para meter todo el dinero en el negocio y cubrir también deudas pasadas. Actualmente, el 100% de lo que vende o fabrica lo mete de nuevo en la empresa porque lo necesita.

El proyecto de la fábrica se construyó adquiriendo maquinaria de empresas preexistentes. Carlos relata que compró una empresa de gafas de metal, centrándose en la maquinaria y el conocimiento para su fabricación. Luego incorporó maquinaria de acetato.

Pero, aún no era suficiente, la nave de 100 m que alberga la fábrica estaba completamente diáfana y sin luz cuando la cogió y el proceso de instauración y obtención de licencias ha durado el "último año y medio a saco".

Filosofía de la empresa

La fábrica ofrece el servicio de fabricación "a la carta". La empresa no fabrica bajo una marca propia de Carlos, sino para distribuidores y clientes de ópticas que tienen sus propias marcas. El pedido mínimo es de 100 unidades, que pueden dividirse en dos colores (50 y 50).

La mayor ventaja competitiva que ofrece la fábrica es la rapidez. Mientras que pedir fabricación a China implica esperar cuatro meses más el envío y aduanas, la fabricación local en España tarda aproximadamente un mes, dependiendo de la cantidad, y la gafa puede estar en la óptica en 24 horas.

Los procesos internos son complejos, especialmente el pulido de acetato (tumbling), uno de los pocos pasos que no ha cambiado en 50 años. Este proceso requiere tres días de pulido por montura, dividido en cuatro pasos de 12 horas cada uno (desbaste, primer/segundo desbaste, primer pulido y brillo).

Respecto a los precios, el coste que Carlos da al distribuidor (al por mayor) oscila entre 17 y 28-30 euros si es gafa de sol. Posteriormente, estas gafas se venden en la óptica al cliente final, generalmente entre 100 € y 200 €, partiendo de un precio de 150 € - 200 €