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Abraham Galero, nacido en Lloret de Mar, en la Costa Brava Catalana, ha puesto sobre la mesa la compleja problemática lingüística que enfrentan los establecimientos de hostelería en Cataluña.

El hostelero catalán es dueño y camarero en su restaurante Danus en Tordera. Habla catalán "perfectamente", se ha convertido en la voz de una queja que surge directamente de las obligaciones normativas y las consecuencias punitivas asociadas al uso del catalán en la atención al cliente.

La preocupación central de Abraham, según ha expresado en su perfil de TikTok, radica en la presión y el riesgo de sanción que pende sobre los negocios. Él resume la obligación teórica que rige la interacción con los clientes: "Estamos obligados a entendernos con el cliente que nos habla en catalán, pero no a hablarlo". No obstante, esta distinción entre entender y hablar se difumina cuando entra en juego la inspección y la posible multa.

Las regulaciones, según el camarero, establecen que si en un establecimiento se utilizara solo una de las dos lenguas oficiales (catalán o castellano), por obligación, tendría que ser el catalán. Esta prioridad lingüística aplica no solo a la rotulación, las cartas y los menús, sino también a la hora de entenderse con los clientes.

El principal motivo de queja de Galero es cómo se instrumentaliza esta norma a través de denuncias. Él cuestiona que alguien que ni siquiera haya visitado su restaurante pueda interponer una denuncia que derive en la visita de un inspector de la Generalitat de Cataluña para corroborar si el personal habla, entiende o atiende en catalán.

El hostelero menciona que, si el personal no cambia nunca al catalán en respuesta a una queja o durante una inspección, "esa denuncia se convierte en multa y multa". De hecho, un inspector visitó el restaurante a raíz de una de estas denuncias. El inspector, al ver que Galero le dio los "buenos días en catalán" y comprobar que tiene un "catalán nativo", consideró que ya tenía la tarea hecha.

Sin embargo, la tensión del riesgo se hizo patente con la pregunta implícita de las consecuencias si hubiera continuado hablando únicamente en castellano: "¿Y si llegas a hablarle en castellano, ¿qué? ¿Qué pasa?".

Galero afirma que el problema se ha transformado en una cuestión ideológica. Él ha sido víctima de ataques y reseñas negativas en línea, muchas de una estrella, con comentarios falsos como: "No atienden catalán ni a Puchemon. No vayáis aquí porque maltratan la lengua". Estas reseñas, que considera "cosas inventadas" y cargadas de ideología, buscan dañar su negocio.

A pesar de la presión y los ataques, Abraham Galero reitera la política de su establecimiento: "Quiero dejar claro que mi restaurante Danus en Tordera asparla catalá y se antea al catalá. Se habla catalán y se entiende el catalán. Todos los clientes que puedan venir en el idioma que quieran aquí les atendemos". El conflicto, por lo tanto, no es sobre la capacidad o voluntad de usar la lengua, sino sobre la imposición de su uso bajo amenaza de sanción.