Le dieron con el culo de una pistola en la cabeza, lo metieron a empujones en un coche y lo llevaron maniatado a una vivienda de Sant Cebrià de Vallalta (Barcelona).
Privado de libertad durante tres días, le golpearon, le aplicaron descargas eléctricas y lo amenazaron con taladros y pistolas, mientras su familia intentaba reunir 200.000 euros para pagar el rescate.
Cuando los captores se cansaron de esperar, lo abandonaron de madrugada en una calle de Sabadell: ensangrentado, desorientado y tras haber sobrevivido a un episodio que marcaría su vida.
30 años de prisión
Meses después, buena parte de los implicados, bautizados por la policía catalana como 'los Winston', cayeron en una redada de los Mossos d’Esquadra.
Este lunes, más de tres años después de los hechos, doce acusados se sentarán en el banquillo de la Audiencia Provincial de Barcelona. La broma les puede costar más de 30 años en prisión.
El falso negocio del tabaco
Todo empezó el 9 de julio de 2022, cuando la víctima, D. N. K., de 24 años, acudió a Llinars del Vallès (Barcelona) convencido de que iba a cerrar una compraventa de tabaco. Era una trampa.
En cuanto llegó con su BMW X1, varios hombres le apuntaron con un arma, le golpearon en la cabeza y lo obligaron a subir a otro coche. A partir de ese momento comenzó un calvario de violencia y humillación, que el Ministerio Público describe como un “ejercicio deliberado de envilecimiento y sometimiento”.
Fachada de la Audiencia de Barcelona y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC)
En la primera casa donde lo retuvieron, en Sant Cebrià de Vallalta, lo ataron y lo golpearon en innumerables ocasiones. Poco después, y para evitar ser rastreados mediante el dispositivo de geolocalización del coche de la víctima, abandonaron el coche y lo trasladaron a un segundo inmueble en Sant Adrià de Besòs.
Allí, la tortura se recrudeció: latigazos en la espalda, descargas eléctricas en los pezones, cortes con tijeras e incluso intentos de amputarle una falange con un taladro.
Disparos al aire
El 11 de julio, tras casi tres días de cautiverio, la familia de la víctima se reunió con los secuestradores en un encuentro pactado, con el objetivo de negociar más tiempo y dinero para pagar el rescate.
Durante esa reunión, uno de los acusados disparó varias veces al aire para intimidarles, en una demostración de fuerza. Uno de esos proyectiles impactó accidentalmente contra el coche de los familiares, un Mercedes Benz.
La reunión finalizó sin acuerdo. No obstante, horas después, y cansados de esperar el dinero, los captores decidieron poner fin al secuestro. Liberaron al joven en Sabadell, no sin antes amenazarlo con dispararle en las piernas si se atrevía a contar lo sucedido.
Dos meses más tarde, el 7 de septiembre de 2022, los agresores regresaron a por la familia. Desde un vehículo, dispararon trece veces contra la fachada y uno de los coches del padre del joven en Llinars del Vallès. El mensaje era claro: silencio o represalias.
'Operación Winston': la caída de la banda
Sin embargo, la suerte de los captores ya estaba echada, y el 20 de septiembre de 2022, los Mossos d’Esquadra desplegaron un macro dispositivo simultáneo en varios municipios del área metropolitana con el objetivo de detener a los presuntos autores del secuestro.
El operativo se saldó con nueve detenciones y una decena de registros, la mayoría en Sant Adrià de Besòs. En los domicilios, la policía encontró hachís, marihuana, machetes, una catana, defensas extensibles, un revólver y una pistola Hammerless.
El GEI de Mossos d'Esquadra, en un operativo anterior
La investigación acreditó que el grupo se dedicaba al contrabando de tabaco, robos violentos y tráfico de drogas, y que funcionaba como una banda criminal perfectamente jerarquizada y extremadamente violenta.
De hecho, varios de los acusados poseen antecedentes penales computables o incluso la circunstancia de multirreincidencia, lo que agrava significativamente las penas solicitadas
Del secuestro al banquillo
Este lunes, más de tres años después de los hechos, doce acusados afrontan el juicio por secuestro, pertenencia a grupo criminal, lesiones, amenazas, tenencia ilícita de armas y tráfico de drogas. Algunos de los sospechosos nunca llegaron a ser detenidos y actualmente siguen en paradero desconocido.
La víctima, que sobrevivió a uno de los secuestros más brutales que se recuerda en Cataluña, llega a la vista con secuelas físicas y psicológicas, pero también con la esperanza de cerrar un capítulo de horror.
Por los daños físicos y morales causados, el Ministerio Público solicita, además de penas de prisión de hasta 30 años, una indemnización conjunta y solidaria de 25.260 euros.
