Los veterinarios lo han advertido durante meses y el impacto económico —y sanitario— del nuevo decreto del medicamento animal ya se ha trasladado a los hogares. El aumento de las pruebas y las visitas necesarias para que un profesional pueda recetar determinados fármacos ha encarecido la atención médica de las mascotas.
"Tener perros ahora es más caro", asegura Andrea Prada, portavoz de la asociación por el bienestar animal Vigilancia Solidaria y propietaria de tres chihuahuas. Más allá de lo monetario, denuncia que los dueños de perros han notado una prolongación de los tiempos necesarios para que un veterinario pueda recetar antibióticos, lo que ya ha causado que algunos cuadros clínicos "se agravan en la espera".
Así lo confirma la veterinaria Alba Nieto, quien lamenta que, por falta de recursos económicos, "la mayoría de propietarios no quieren hacer pruebas a sus animales", por lo que en ocasiones se ha visto abocada a sacrificar sus ingresos para seguir atendiendo a los pacientes sin saltarse las nuevas normativas.
Resistencia a los medicamentos
Prada explica que recientemente sus perros han enfermado con una diarrea que los ha llevado prácticamente a la deshidratación y ha sido entonces cuando ha apreciado en primera persona los supuestos flecos del Real Decreto 666/2023. El Gobierno pretendía regular la prescripción y distribución de fármacos veterinarios, con el objetivo de reducir la sobremedicación de los animales y acatar la resolución 2023/2703 del Parlamento Europeo sobre la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos y la prevención de futuras pandemias.
Un gato recibe atención veterinaria
Sin embargo, unas medidas enfocadas al sector ganadero, podrían terminar repercutiendo en la salud de las mascotas, que solo consumen el 0,8% de los antibióticos administrados a animales en Cataluña, según el dato ofrecido por la plataforma Vet Warriors.
La normativa, que ha entrado en vigor para los veterinarios clínicos en enero de este año, limita la capacidad de los profesionales para prescribir algunos fármacos, obligándolos a priorizar otras soluciones y a justificar los medicamentos administrados.
Menos medicación
El caso de los perros de la portavoz de Vigilancia Solidaria es, dice, paradigmático: "Si el animal tiene diarrea, no te pueden dar nada de primeras, solo dieta blanda y probióticos".
Asegura que hasta que la dolencia no está más avanzada, no se recetan medicamentos, lo cual requiere la realización previa de un cultivo para evaluar la necesidad del fármaco. En este espacio de tiempo, podría aumentar la posibilidad de que se termine necesitando un ingreso hospitalario por la deshidratación asociada a los problemas en el sistema digestivo.
Por su parte, Nieto defiende que sí es habitual, "igual que en humanos", tratar este tipo de afecciones primero con la propia alimentación y, si en unos pocos días, la situación no mejora, pasar a la toma de antibióticos o el tipo de fármaco pertinente. En esta línea, la veterinaria subraya que sus posibilidades se han reducido y que, ahora, algunos antibióticos precisan de pruebas médicas extraordinarias, como el cultivo que menciona Prada.
Más pruebas
Como ha señalado el sector de la veterinaria clínica en el último año, es un ejemplo más de cómo la normativa española ha resultado menos flexible de lo que se pedía a nivel europeo.
Nieto detalla que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus iniciales en inglés) categoriza los antibióticos en diferentes niveles y que, en función de ello, la ley española exige que se realicen tests a los pacientes, aunque la Unión Europea solo lo recomienda.
Esta casuística afecta especialmente a las infecciones de otitis, puesto que todos los antibióticos disponibles forman parte de los grupos para los que hay que realizar pruebas. Para muchas de las otras enfermedades comunes que se tratan con este tipo de medicación, hay alternativas más suaves con las que se puede evitar este paso, aclara la veterinaria.
En este sentido, y teniendo en cuenta que la mayoría de propietarios intentan evitar los costes de realizar pruebas médicas a sus mascotas, los veterinarios terminan optando por empezar con tratamientos menos invasivos.
Negocio veterinario
"El negocio de los animales es cada vez más lucrativo", sostiene Andrea Prada, quien pone el foco en aquellos centros veterinarios que "se aprovechan de que se necesiten más pruebas médicas para inflar la factura" y en el hecho de que los medicamentos dirigidos a mascotas son más caros que los de humanos.
Hasta la entrada en vigor de la ley, un profesional podía recetar todo tipo de fármacos, aunque en su prospecto no se indicara específicamente su uso en animales, mientras hubiera una base científica para hacerlo.
La veterinaria Alba Nieto insiste en que "inflar de pruebas a un paciente para subir el precio de la visita va contra el código deontológico" y cuestiona la profesionalidad de quien pueda estar haciéndolo.
