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En Cataluña, la violencia machista continúa siendo una realidad estructural que no se detiene. Ocho de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de agresión y, solo en lo que va de año, se han denunciado cinco violaciones al día, según los últimos datos del Ministerio del Interior.

En este contexto, la penalista y criminóloga Carla Vall, experta en derechos humanos, intenta arrojar luz sobre las dinámicas de abuso con su nuevo libro 'Red Flags'. “No es mala suerte, es estadística”, advierte en una entrevista con Europa Press.

La autora, que ha acompañado a más de un millar de mujeres, clasifica las señales del maltrato en tonalidades de rojo que se intensifican con la violencia. Su objetivo, explica, es reforzar la idea de hacer caso al instinto como herramienta de protección.

Las primeras señales

Las primeras red flags, sostiene Vall, suelen pasar inadvertidas, cuando el agresor empieza a introducir a la víctima en el ciclo de las violencias. En Cataluña, los Mossos d’Esquadra mantienen más de 25.000 seguimientos activos por violencia machista o doméstica, aunque entre el 70% y el 80% de los casos no se denuncian, según Interior. Esa invisibilidad refuerza el silencio y la confusión que Vall describe en la entrevista. 

Cifras de denuncias en Cataluña desde 2012 Mossos d'Esquadra

Muchas mujeres llegan a su despacho sin reconocerse como víctimas. La abogada señala que la culpa y la vergüenza —por haber “elegido mal” o no haber detectado antes el abuso— son los principales obstáculos. Recuerda que la violencia de género atraviesa todas las clases sociales, aunque las mujeres con mayor formación suelen tardar más en denunciar por miedo al estigma.

Manipulación y control emocional

En una Cataluña donde la violencia psicológica y digital aumenta entre los jóvenes —la mitad de las chicas de 16 a 29 años la han sufrido—, Vall advierte sobre formas de manipulación como el gaslighting, que mina la confianza en una misma. Alerta sobre conductas normalizadas, como minimizar o bromear sobre agresiones. Los Mossos han detectado un incremento del 272% en los casos de acoso psicológico y digital.

El ghosting o las relaciones con fuerte diferencia de edad también pueden esconder desigualdad. Según Vall, quienes tienen más poder económico o experiencia tienden a establecer una jerarquía que desequilibra la relación.

Amenaza y chantaje

En los casos más graves, el control deriva en coacción. La abogada señala el chantaje suicida como una forma extrema de violencia psicológica y advierte de que no es una llamada de auxilio, sino una amenaza.

Un patrón que encaja con los feminicidios íntimos: de las 221 mujeres asesinadas en Cataluña desde 2008, solo el 27% había denunciado.

Imagen de archivo de un oporativo de los Mossos d'Esquadra Mossos d'Esquadra

Violencia sexual cotidiana

La abogada lamenta que se siga asociando la violencia sexual a casos mediáticos como La Manada, cuando la mayoría de agresiones se producen en el ámbito privado.

En Cataluña, las denuncias por violación han aumentado un 22% en el último semestre, hasta las 904. Pero la coerción sexual adopta formas menos visibles, como retirar el preservativo sin consentimiento o culpar a la mujer de una ETS.

Salir del círculo

Pese al panorama, Vall lanza un mensaje de esperanza y defiende que es posible salir del círculo de la violencia si se reconoce lo vivido y se valida la propia historia. “Se sale”, afirma. Revisar el pasado, dice, ayuda a recuperar la fuerza y reconstruir la identidad.