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Revertir y mejorar las competencias básicas es el mantra del Govern para este curso académico que se inició hace apenas unos días. Todo el mundo busca el origen y propone programas de refuerzo que busquen una solución transversal. Pero, a ese complejo contexto, habría que añadir otro elemento más: el efecto del acoso escolar sobre el rendimiento del alumnado que lo sufre.

Así lo atestigua un estudio de la Universidad de Murcia, en el que demuestran la relación entre el bullying y los resultados en matemáticas es significativa y negativa en el país, sobre todo en seis comunidades autónomas, como Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares, País Vasco, Región de Murcia, y Cataluña.

Faltar más a clase

El análisis, publicado en el boletín del Ministerio de Educación y liderado por la investigadora Irene Campillo, se centra en cuarto de ESO y da dos variables que afectan a los menores: aquellos con una peor situación económica y estatus social tienen un mayor riesgo y, también, el hecho de ser migrantes de segunda generación a raíz de la diversidad idiomática. Consecuencias: faltan más a clases y, por ende, pueden repetir curso.

En paralelo, se compara los resultados de los alumnos acosados y no acosados y sus notas en matemáticas, viéndose que aquellos que sufren intimidación aprueban menos. Por tanto, "hay un efecto negativo en el rendimiento en matemáticas", concluye el paper, y se constata que "el acoso escolar no afecta por igual a todos los estudiantes", dado que, "aquellos que exhiben rasgos distintivos en relación con la mayoría, suelen ser más proclives a convertirse en víctimas".

Cataluña, la segunda comunidad con más casos

España es uno de los países con un menor índice de acoso, según expone el estudio, con un valor de -0,21, por debajo de la media de la OCDE y detrás de Países Bajos, Japón y Portugal. Un listado que concuerda con el informe de la Organización Mundial de la Salud en 2024, a pesar de que hay un crecimiento generalizado, sobre todo del cyberbullying: un 7% de los menores de 11 años habían sido víctimas, cifra que subía hasta el 10% en los de 13 años y un 5% para los de 15 años.

También, el informe PISA 2022 analizaba el bullying en las aulas y fijaba que España registraba un 6,5% de alumnos que dicen sufrir acoso, mientras que la media de la OCDE estaba en un 8,3%. Aun así, Cataluña es la segunda autonomía que más casos registra, en concreto, un 8,6%, lo que supone más de dos puntos por encima de la media y la sitúa solo por debajo de Canarias (10,2%).

En este sentido, la Unidad de Apoyo al Alumnado en Situación de Violencia (USAV) detectó 1.333 posibles casos de acoso escolar a fecha de mayo de este año. Una cifra que ha subido en los últimos tres años, ya que se han tipificado como acoso escolar un total de 2.206 casos desde 2021.

Ese informe PISA es el que dejó los peores resultados en matemáticas en Cataluña, segunda comunidad con peor nota, tras Melilla. Un resultado que, tras la pandemia, avisaba del estado del sistema educativo y que se confirmó con el estudio TIMSS de 2024 y los resultados en competencias básicas del curso 2024/2025, en donde el estudiantado no llegó al mínimo en ciencias y tecnología, ni matemáticas ni lengua inglesa.

Afecta a la parte emocional

Ante este estudio, Carmen Cabestany, presidenta de la Asociación No al Acoso Escolar (NACE), comenta que, salvo en los casos de estudiantes de altas capacidades, el descenso del rendimiento escolar "es una de las señales de que pueden estar sufriendo acoso". No es la única, avisa, pero resulta lógica, dado que "un niño no sabe qué va a pasar al día siguiente, y no come, no duerme, no se puede concentrar, porque en el maltrato está muy implicada la parte emocional, y es fácil que sus resultados escolares bajen".

Por ello, recuerda que el Parlament de Cataluña aprobó por unanimidad, en el año 2020, el Decálogo contra el acoso escolar, elaborado por NACE, "aunque la administración educativa no llegó a implementarlo", critica.

Algunas medidas propuestas para hacer frente a esta lacra social son: hablar abiertamente de bullying en las aulas; incluirlo en los planes educativos de los centros; formar y sensibilizar al profesorado y a las familias; y trabajar en educación emocional desde la etapa de Infantil. A su vez, facilitar la participación de agentes externos cuando se implementa un protocolo, ya que "los centros son juez y parte en el proceso".

Acoger, apoyar y actuar

Asimismo, sensibilizar a los diferentes colectivos que intervienen en un caso de este tipo, como médicos y policías, y promover campañas de sensibilización. La cuestión es que la sociedad esté implicada y capacitada para actuar en red, detalla. Todo ello, con transparencia: "Queremos saber cuántos casos de acoso escolar hay, cuántos suicidios, cuántos protocolos se abren, cuántas veces tienen que cambiar a la víctima de centro, o las patologías en la edad infantil y adulta que obedezcan al acoso escolar".

¿Cómo se actúa en estos casos? Cabestany habla de las tres A: acoger, apoyar y actuar. Lo primero, menciona, es tranquilizar al menor y hacer una escucha activa para que dé todos los detalles posibles, todo ello bajo la premisa del "yo sí te creo".

Lo siguiente, sería "el momento de hablar y hacerle entender que harás todo lo posible para que cambie la situación". Y, por último, recopilar todos los datos e ir al centro, informarse con el tutor del menor y hacer un seguimiento y, si no hay acciones, acudir a instancias superiores.

Las medidas de Educación

En respuesta a este medio, el Departamento de Educación puntualiza que la mayor prevalencia de casos de bullying está relacionado con que hay una mayor cantidad de estudiantes y, además, con que se realiza un registro sistemático y al alcance de toda la comunidad educativa, aparte de que la USAV registra casos de violencia fuera del ámbito escolar, como puede ser familiares u ocurridos en redes sociales.

"Hay más incidencia porque hay más sensibilización social y educativa, lo que favorece una mejor detección y visibilización de situaciones que antes podrían haber quedado invisibilizadas", indican las fuentes oficiales. A ello, añaden que los programas de prevención son transversales y abordan tanto la salud mental del alumnado, como su rendimiento académico.

En cuanto a aquellos niños y niñas con dificultades socioeconómicas, recuerdan que hay varias medidas en marcha, como las ayudas al comedor, los programas de mejora de las oportunidades educativas (PMOE), o las mochilas económicas para la compra de material escolar. A su vez, hay varios planteamientos para evitar el abandono escolar.

La diversidad idiomática

Otro punto sobre el que profundiza la investigación es la diversidad lingüística en las aulas. A partir del informe PISA 2022, se registra que Cataluña es la segunda comunidad con una mayor proporción de alumnado de origen migrante, un 24%, tras Melilla (26%) y por delante de Baleares (21%). Las diferencias en resultados entre nativos y migrantes son estadísticamente bajas, pero hubo diferencias pronunciadas en matemáticas, lectura y ciencia.

El estudio reitera "la importancia y la necesidad de tener en cuenta la diversidad idiomática en los programas de intervención frente al acoso", según afirman, "aquellas comunidades donde se reconocen dos lenguas oficiales, se incrementa la probabilidad de sufrir acoso", aunque con prevalencia en País Vasco y no en Cataluña. Un resultado aún embrionario en el que recomiendan "continuar profundizando".

Al respecto, Educación ofrece el apoyo de las aulas de acogida. Así se permite ajustar la respuesta de forma "flexible, preventiva y temporal", y se centra la atención en los procesos de aprendizaje y desarrollo personal que pueden comprometer el avance personal y escolar, manifiestan.

El recurso organizativo y metodológico tiene una doble finalidad: en primer lugar, que el alumnado "se sienta bien atendido y valorado en los aspectos emocionales" y, en segundo lugar, "que disponga de las herramientas básicas para iniciar, lo más pronto posible y en las mejores condiciones, su proceso de enseñanza-aprendizaje".

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