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Montmeló vibra con el rugido de los motores, pero también con el eco silencioso de un engranaje policial que trabaja sin descanso.

Mientras decenas de miles de aficionados se concentran en el Circuito de Cataluña para vivir la emoción del MotoGP, cerca de 500 agentes de los Mossos d’Esquadra despliegan un dispositivo que va mucho más allá de las curvas del trazado. La comarca del Vallès se transforma en un escenario de seguridad y movilidad, donde nada queda al azar.

Seguridad y movilidad

El intendente Antoni Sánchez David, subjefe de la Región Policial Metropolitana Norte y jefe del dispositivo del Gran Premio, lo resume con claridad: “Nuestra misión es doble: garantizar la seguridad y garantizar la movilidad”.

Dos retos mayúsculos que obligan a coordinar, como un reloj suizo, a todas las unidades de los Mossos, con apoyo de otros cuerpos policiales, Protección Civil y sanitarios del Sistema de Emergencias Médicas (SEM). 

Seguridad desde tierra y aire

El operativo arranca el viernes por la tarde y no se detiene hasta el domingo después de la última carrera. A primerísima hora de la mañana, mucho antes de que los primeros asistentes lleguen al Circuito, la Unidad Canina y los TEDAX revisan accesos e instalaciones para descartar la presencia de explosivos u objetos sospechosos.

Kai y Fortuna, dos pastores alemanes entrenados para detectar explosivos, se convierten en los guardianes invisibles de los accesos.

Fortuna con su guía a las puertas del Circuito de Cataluña Luis Miguel Añón

Desde el aire, la Unidad de Drones ofrece imágenes en directo de los aparcamientos y carreteras, fundamentales para detectar colapsos, robos o altercados. Coordinados con los otros medios aéreos, su trabajo es fundamental para captar imágenes en directo de cualquier punto del Circuito y aledaños. 

Tráfico y orden público

El dispositivo tiene otro gran eje: la Unidad de Tráfico de Mossos, en coordinación con el Servei Català de Trànsit. Ellos son los encargados de regular el acceso por la AP-7 y la C-17, las dos arterias que concentran la llegada masiva de visitantes.

Durante horas, el asfalto se convierte en un río de motos, coches y autobuses, que los agentes canalizan con paciencia quirúrgica.

Agente de la Unidad de Tráfico de Mossos en una de las salidas del Circuito de Cataluña Luis Miguel Añón

Los puntos críticos están perfectamente calculados: rotondas, salidas de autopista, accesos secundarios y aparcamientos. Allí se colocan patrullas que, con señales luminosas y conos, convierten el caos potencial en un flujo ordenado. Un movimiento mal hecho puede bloquear la entrada de miles de vehículos y retrasar el inicio de la jornada para centenares de aficionados.

El despliegue de tráfico no solo busca fluidez, también seguridad. Se vigila el consumo de alcohol y drogas en controles preventivos y se detectan conductas de riesgo, como motoristas que llegan sin casco o con maniobras temerarias fruto de la euforia del evento. 

Agentes de la ARRO en una de las entradas del Circuito de Cataluña Luis Miguel Añón

En paralelo, la ARRO (Área Regional de Recursos Operativos) recorre las entradas del recinto para prevenir tumultos o peleas, mientras la Oficina de Atención a la Ciudadanía (OAC) despliega una oficina móvil para atender denuncias y consultas de los asistentes.

En paralelo, el sargento Abel Gimeno, subjefe de Seguridad Ciudadana de Granollers, lidera a una decena de agentes que patrullan dentro y fuera del circuito, vigilando aparcamientos y accesos. “Nuestro objetivo es minimizar hurtos, robos y pequeñas infracciones”, explica.

Su olfato policial ha permitido detectar durante el fin de semana a asistentes con drogas o armas blancas, que han sido denunciados por la vía administrativa. 

Sustancias estupefacientes intervenidas a uno de los asistentes Luis Miguel Añón

Lucha contra la reventa 

El turno de la Policía Administrativa llega cuando saltan las alarmas de reventa. Además, son ellos quienes controlan la legalidad de los vigilantes de seguridad privada y persiguen la venta fraudulenta de entradas. Este año, atendieron el caso de dos aficionados estafados: habían comprado un acceso que ya había sido revendido varias veces. Una práctica “muy habitual”, explican los agentes.

Agente de la Policía Administrativa revisando la documentación de un Vigilante de Seguridad de la empresa Wakeful en el Circuit de Cataluña Luis Miguel Añón

El cerebro del dispositivo

Todo se controla desde el CECOR (Centro de Coordinación), una sala ubicada en el propio Circuito que se convierte durante tres días en el auténtico cerebro del operativo.

Allí se concentran representantes de todos los actores implicados: Mossos d’Esquadra, Policía Nacional, Guardia Civil, Protección Civil y el Sistema de Emergencias Médicas. Un engranaje interinstitucional donde cada incidencia, grande o pequeña, se pone en común.

Imagen del interior del CECOR en el Circuit de Cataluña Luis Miguel Añón

Las pantallas muestran en directo las imágenes de las cámaras del Circuito y las que envían los drones policiales. Cada llamada que entra desde el exterior es evaluada y clasificada en cuestión de segundos: puede ser un robo en el aparcamiento, una mochila olvidada en un acceso, un accidente de tráfico o una pelea en el interior del recinto.

Las responsables de la sala, con la información en tiempo real delante de ellas, tienen la última palabra sobre cómo actuar. Pueden movilizar a la ARRO para sofocar un tumulto, enviar a los TEDAX a revisar un objeto sospechoso o activar a Tráfico para redirigir vehículos.

El CECOR es, en definitiva, el punto donde todo converge y de donde parte la respuesta inmediata que garantiza que un macroevento de esta magnitud transcurra sin incidentes graves.

Dos agentes de los Mossos patrullando uno de los aparcamientos del Circuito de Cataluña Luis Miguel Añón

Noches de Montmeló: el otro gran reto

Cuando el sol se esconde, el operativo cambia de escenario. Las conocidas 'Noches de Montmeló' reúnen a miles de moteros en el municipio, donde los motores sustituyen al silencio de la madrugada. La inspectora Helena, del ABP de Mollet del Vallès, lidera el dispositivo nocturno, que se extiende las noches del viernes y del sábado de 19.00 a 04.00 horas. 

Dos agentes de la BRIMO durante el dispositivo de 'Las Noches de Montmeló' Luis Miguel Añón

La Seguridad Ciudadana, en coordinación con la BRIMO (Brigada Móvil) y Protección Civil, se encarga de ordenar las multitudes, cortar calles y concentrar a los asistentes en la ronda central. Este año se estrenó el polígono como nuevo espacio de reunión, donde entre 15.000 y 22.000 personas vibraron con acrobacias, conciertos y el rugir de las motos.

El operativo incluye un pequeño CECOR, montado en el propio ayuntamiento, y un refuerzo tecnológico clave: el GOAP, Grupo de Obtención y Aseguramiento de la Prueba, que patrulló a la hora del cierre con una furgoneta equipada con cámara 360º. Una herramienta disuasoria y probatoria en caso de incidentes.

El cierre de la fiesta nocturna llega puntual cada madrugada a las cuatro: la BRIMO barre las calles, los motores callan y Montmeló vuelve al silencio. Horas después, la maquinaria policial vuelve a arrancar para activar el dispositivo diurno en el Circuito de Cataluña. 

A pesar de la magnitud, solo dos accidentes empañaron la celebración: un joven sin casco que resultó herido y una chica alcanzada por una bengala, ambos fuera de peligro.

Multitud de gente en la segunda jornada de 'Las Noches de Montmeló' Luis Miguel Añón

Un fin de semana bajo control

En total, entre 70.000 y 80.000 personas pasaron este fin de semana por el Gran Premio de Cataluña. El ambiente fue festivo, lúdico y familiar. El despliegue de Mossos —junto a las demás instituciones— consiguió reducir los delitos y garantizar que el mayor evento deportivo del Vallès transcurriera sin incidentes graves.

Y es que detrás del rugido del MotoGP hay otra banda sonora invisible: la de un dispositivo de seguridad que no se detiene hasta que el último aficionado ha vuelto a casa.