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La oleada de incendios que ha asolado la península deja tras de sí un reguero de hectáreas, casas y recuerdos devastadas, al igual que una bronca que marca el inicio del curso político. La prevención es indispensable y cada vez más acuciante, para lo que se estima que en Cataluña se necesitaría una inversión de entre 3.000 y 5.000 euros por hectárea para garantizar su vida útil entre cinco y diez años.

Así lo valora Jorge Cantón, consultor especializado de la cooperativa Agresta, quien se dedica a la elaboración de proyectos relacionados con incendios forestales, planificación e ingeniería forestal. Sus últimos encargos tienen dos objetivos: disminuir la intensidad de los incendios y, sobre todo, que los dispositivos de extinción trabajen con la máxima seguridad.

Los últimos programas que ha elaborado lo han llevado por la costa mediterránea, como por la Región de Murcia, la Comunidad Valenciana y, también, la provincia de Tarragona. En concreto, a Prades (Baix Camp), la sierra de Montsant (El Priorato) y Terres de l'Ebre.

Miembros de la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), en el incendio de Paüls, en Tarragona Luis Miguel Añón Tarragona

Verano desolador

España vivió entre el 3 y el 18 de agosto la tercera ola de calor más larga desde 1975. Hasta el 5 de agosto, se quemaron 45.285 hectáreas, según los datos del sistema satelital europeo Copernicus, pero a partir del día 10 despuntó el mercurio y, con ello, las llamas: ardieron más de 358.000 hectáreas, con especial incidencia en Extremadura, Galicia, Castilla y León y Castilla-La Mancha.

La Conselleria d'Acció Climàtica especificó que el 65% del territorio catalán es terreno forestal, el 75% de propiedad privada y el 24% pública, con 14 parques naturales. Por tanto, se necesita "poner en valor el monte y volver a incidir en que la gestión forestal es imprescindible", dice Cantón.

"Previsión"

Desde 2017, su organización actúa en Tarragona con la colaboración estrecha de Bombers de la Generalitat y el equipo especializado GRAF (grupo de actuaciones forestales). "Hacemos una previsión a futuro de los hipotéticos incendios y diseñamos zonas prioritarias donde hay que gestionar la vegetación", indica.

"Esta inversión por hectárea puede durar más de diez años, pero, una vez que hayas hecho este gasto, el resto será mucho menor", explica a Crónica Global el ingeniero de montes.

¿En qué se basarían los trabajos? Se incluiría un tratamiento agrícola intenso para reducir la cantidad de arbolados, además de realizar podas en altura, desbroces de matorral e incluir cultivos. La cuantía de la inversión podría variar según la tipología de zona, ya sea por mayor altitud y dificultad o la posibilidad de usar maquinaria o no. 

¿Quién asume la competencia en incendios?

En todo caso, las tareas previas son un complemento a otros refuerzos acuciantes, como la mejora en la red de pistas para que los equipos de extinción recorran rápidamente y con seguridad los accesos al incendio, así como implantar nuevos puntos de agua para que las autobombas y los aviones puedan cargar con un suministro más que asegurado, explica al especialista, "un grave problema porque los propios manantiales empiezan a escasear". 

La competencia en gestión de incendios está delegada a las comunidades autónomas por parte del Estado a través de la Constitución y con la ley de montes. Tal y como explica Cantón, la primera actuación se realiza a nivel local y la responsabilidad de los propietarios de los terrenos, ya sean públicos o privados, de limpiar la extensión.

El ejército y los bomberos en el incendio de Tarragona, en imágenes Luis Miguel Añón Tarragona

Responsabilidad

Seguidamente, los ayuntamientos deberían contar con una planificación a nivel forestal, según la ley reguladora de las bases del régimen local para municipios de más de 20.000 habitantes. En caso de un núcleo menor, se harán cargo las diputaciones provinciales o cabildos con la elaboración de planes en los que se determinarán las áreas cortafuegos o la red de puntos de agua, entre otros recursos. 

De menos a más, ya a nivel autonómico en Cataluña, la Generalitat asume el control de los incendios a través del servicio de prevención de incendios y de bosques, a cargo de la Conselleria de Interior y Seguridad Pública. En caso de que los recursos de la comunidad se vean superados por las circunstancias, el Estado se desplegaría con sus recursos propios, como la Unidad Militar de Emergencias (UME) o las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF).

Abandono del medio rural 

Pero, ¿cuáles son las características de un incendio en Cataluña? "Hay incendios, sobre todo, conducidos por el viento y la topografía "con las altas temperaturas y las corrientes, estos conatos pueden arder a una velocidad muy alta, como vimos en Terres de l'Ebre, donde había una gran intensidad a raíz de la gran carga de combustible". 

El combustible que menciona el técnico no es otro que el de la vegetación. La enorme cantidad de biomasa presente en el campo que ha estado abandonado durante las últimas décadas. "Todos los expertos hablan sobre ello: el abandono del medio rural es prácticamente común en toda España, y en la cuenta del Mediterráneo".

Más biocombustible

La pérdida de actividad en el sector primario conlleva "un incremento de biomasa vegetal como nunca habíamos tenido". Una mecha que explota a partir de unas condiciones climáticas extremas: "Cualquier ola de calor persistente en la que haya una multiocurrencia de incendios dificulta, o hace prácticamente imposible, el trabajo de los dispositivos". 

Cantón, que pertenece a un equipo de más de 40 profesionales que velan por el medioambiente dentro de la cooperativa Agresta, intenta ser optimista, pero la realidad trunca sus previsiones. "Este problema lo veíamos venir", dice en referencia a la sequedad y descuido de la tierra, "y la realidad es que volveremos a tener esta situación más temprano que tarde, como ya ocurrió en el 2012 o 2022 en la Comunidad Valenciana".

Hay una solución: "La única forma de darle la vuelta es gestionar lo rural, darle el valor que tiene como sociedad urbana, e invertir y trabajar en el monte". 

Paüls y Sanaüja, zonas catastróficas

El Gobierno incluyó el pasado martes en el Consejo de Ministros a Paüls y Sanaüja en la declaración de zona catastrófica tras los incendios que sufrieron las localidades de Tarragona y Lleida. La medida de carácter nacional recoge aquellas emergencias que se produjeron entre el 23 de junio y el 25 de agosto, donde hubo 113 incendios por todo el país y cinco inundaciones por las fuertes lluvias. 

Con relación a los focos catalanes, el de Paüls se saldó con 3.321 hectáreas quemadas y afectó al Parc Nacional dels Ports. En este foco falleció Antonio Serrano, miembro del Equipo de Prevención Activa Forestal (Epaf) de Bombers de la Generalitat, perteneciente al parque de Granollers, de 46 años, mientras realizaba labores de extinción en un barranco. 

A su vez, el siniestro de Sanaüja, que fue catalogado como de sexta generación, se tragó unas 5.577 hectáreas y obligó a confinar a varios municipios con cerca de 14.000 personas a principios de julio. Durante los días que duró, hubo que lamentar el deceso de dos trabajadores agrícolas, de 32 y 45 años, que se encontraron junto a un coche en la localidad de Coscó.

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