Ángela Molina: “Es intolerable que tengamos que coexistir con la muerte de seres humanos como nosotros”

Ángela Molina es, quizás, una de las actrices con más carisma del cine español. Procedente de una familia de artistas, esta madrileña se hizo su propio nombre con mucho trabajo y esfuerzo, poniéndose a las órdenes de los mejores directores de cine de España y del mundo.

Saura, Fellini, Almodóvar, Giuseppe Tornatore, los hermanos Taviani, Marco Bellocchio, Buñuel, Costa-Gavras, Manuel Gutiérrez Aragón, Chávarri, Castellitto y hasta el mismísimo Bob Wilson en teatro son algunos de los realizadores con los que ha colaborado. Escoger uno de ellos le es difícil.

Entrevista a Ángela Molina GALA ESPÍN Barcelona

Amorosa en sus formas y firme en sus ideas, Molina no entiende de películas grandes o pequeñas; hay mejores y peores, pero de todas se ha llevado algo. Y sigue haciéndolo.

Tras sorprender el pasado año con esa especie de musical sobre la eutanasia que le brindó el director catalán Carles Marqués-Marcet, ha regresado a las pantallas de la mano de Costa-Gavras y, este 22 de agosto, aterriza en las pantallas españolas con El regreso de Ulises, película con la que vino a Barcelona en el marco del BCN Film Fest.

El papel de Ángela Molina en esta adaptación de La Odisea de Homero no es otro que el de la fiel Euriclea, la cuidadora y sirvienta, que ha atendido desde niño a Ulises y que, como Penélope, no hace otra cosa que aguantar y esperar el regreso del héroe.

“Es la nodriza de Ulises, esa sombra que está ahí, que persevera, para que esa llama de espera, de esperanza no decline”, define la actriz en conversación con Crónica Global. Su voluntad, la del personaje, es “que la reina tenga siempre el poder de creer, que tenga el poder de la fe, de creer que Ulises va a volver”.

Ángela Molina, en 'La Odisea'

Euriclea, prosigue “lo siente así” porque “ha visto nacer a su hijo, que ha estado ahí, de alguna manera, desde el origen de su vida profesional”, porque “desde que era una niña que empezó a trabajar allí”. Y ahora, como la propia Molina, “ya es una persona mayor” que “se ha dedicado a amar” y a estar al cuidado de sus reyes, en el caso de Euriclea en particular.

A pesar de ser un pequeño papel, defiende que “es un personaje muy hermoso” y “muy interesante”. “Es esa sombra que en la vida es tan importante y no llegamos a ver”. “Y hay tanta gente que está al cuidado de lo que no se ve”, añade.

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Son esos personajes que nacen secundarios, pero cuyo peso es crucial. Además, como dice Molina, “da igual que en uno seas prota, que en otro seas una sombra, el hecho de formar parte, de contar una historia como esta, es lo más importante”.

“Da igual, hay que contar las historias que hay que contar”, subraya. Lo importante es “con quien quieras contarlas y con quién”, y el equipo aquí es de excepción. “Lo he gozado muy mucho, sobre todo por quien está detrás".

Una 'odisea' con Juliette Binoche y Ralph Fiennes

Lo dice por el equipo y el elenco del filme. A los mandos de esta nueva revisión de la mítica obra de Homero está el director italiano Uberto Pasolini. Junto a Ángela Molina están los dos protagonistas de la cinta, Juliette Binoche, que interpreta a Penélope, y Ralph Fiennes en el papel de Ulises. 

Aquí, el héroe llega a su hogar tras 20 años de ausencia, absorbido por una guerra que parece no tener fin. De poco parece haber servido la lección de Homero. La escribió entre los años 750 y 650 a. C. y, "sin embargo, sigue habiendo tantas guerras en el mundo”, se lamenta Molina.

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La actriz, siempre comprometida, observa la situación actual y no ve más que “un sinsentido que pareciera que somos incapaces de resolver”. “Seguimos sufriendo por la impotencia, la incongruencia y la perplejidad que nos provoca tener que coexistir con algo que es intolerable: la muerte de los seres humanos como nosotros. ¡Es horrible!”, concluye.

Y, como ya lo vio Homero, las mujeres, incluso cuando no van a la guerra, acaban siendo víctimas de ellas. En el caso de Penélope es obvio: ella, abandonada por su marido, se ve obligada a defender el honor de los dos y, aun así, la fuerzan a casarse con otro.

La mujer y la guerra

“Fíjate qué contradicción”, indica Molina sobre el personaje, “porque ella no quiere la guerra y, sin embargo, cuando llega Ulises le dice: ‘Ahora ya los puedes matar a todos’, pero en realidad lo que está queriendo decirle es: liquida la guerra”.

¿Es la decisión correcta? La actriz lo tiene claro: “El mal con el mal crea mal. No funciona. La vuelta a eso es otra vez la pérdida del ser humano”.

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Pasan los años y usted sigue igual de comprometida con la sociedad. ¿Cómo lo logra? ¿Es por el poder de la ficción? ¿Haber hecho tanto cine en diferentes países?

Sí, exactamente. Son 50 años de oficio y defendiendo muchas mujeres dentro de historias que, siendo muy ajenas a la mía propia, todas me han guiado.

En estas cinco décadas en la profesión, usted ha interpretado a muchas mujeres y ha estado con grandes directores que se salen de la norma, además.

Suelo estar por la gente que no solo se sale de la norma, sino que observa inteligentemente la norma por ver dónde podemos mejorar.

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Y ellos han ayudado también a cambiar un poco el papel de la mujer. Usted lleva desde los 17 años en esta profesión. ¿Nota cambios?

Es que la mujer siempre está cambiando y siempre está de alguna manera en el timón. La mujer es la visión de la vida, es creadora, es esencia de la vida. Es inteligencia de amor. Y eso es muy poderoso.

Pero en el cine a la mujer no siempre se la ha tratado muy bien. ¿O no se ha encontrado con esto?

No. Afortunadamente, yo vengo de unas mujeres que han tenido dedicación absoluta a que su empresa, su hogar, su mundo, su familia y su vida funcionasen. Las mujeres, a pesar de todo, nunca han declinado esa necesidad, siempre han luchado por lo que han necesitado. Estando siempre al pie del cañón. Y no digo cañón porque no me gusta, pero siempre han estado en su lugar.

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Y parece que ese lugar es el cine, donde no se detiene. Este año ha estrenado tres películas, a cuál más diferente. Una de ellas ‘Polvo serán’...

(Interrumpe). ¡Qué hermosa película! ¡Qué valiente la visión de Carlos Marqués-Marcet! ¡Qué sorprendente! Me encanta.

Bueno, y supuso retomar esta relación que tiene con el cine catalán. Porque usted ha trabajado mucho con distintos directores catalanes.

¡Mucho, mucho, mucho! Yo recuerdo que cuando vine a Barcelona por la primera vez, con La Ciudad Quemada (1976), de Antonio Ribas, me quedé un par o tres de años porque no paraba de tener trabajo. Y me enamoré de Barcelona, de mi gente de aquí. Y no podía irme. Tengo una sensación de reencuentro siempre y de agradecimiento cuando vengo aquí.

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Por tanto, podemos decir que esto que llaman “el nuevo talento catalán” usted ya lo conoció, ¿no?

Sí, yo siempre he vivido el talento del cine catalán.