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Ya se esperaba algo así. Antes de su inauguración en Barcelona, este 2 de agosto, había gente haciendo cola en la puerta. Han pasado más de 48 horas y la locura continúa.

Pop Mart ha abierto su primera tienda en España y ha desatado la locura. Los Labubu, unos muñecos de apenas unos 10 centímetros que parecen salidos de un anime, generan unas colas que superan las de la Sagrada Familia y la Casa Batlló. Y también vienen de afuera para hacerse con ellos.

Cola en la tienda de Labubus de Barcelona SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Una amiga de Argentina ha venido expresamente para comprarse uno”, explica una compradora que llega a la cola del local que ha abierto en Barcelona. Viene con su pareja, a la que le ha contagiado la afición. “Me gusta porque los empecé a ver en TikTok y los empezamos a coleccionar”, revela. 

Admite que hay matices. A ella le gustan más los Hirono, unos muñecos del estilo, pero ahora quiero un Labubu para colgárselo en el bolso. Su novio, que está a su lado, también cayó: “Yo no conocía nada y me gustó muchísimo porque, encima, el muñeco está muy bien hecho”. “Yo cuando la escuché a ella pensé que era un juguete, pero lo abres y está muy bueno”, prosigue.

Colas de dos horas

Esta opinión la comparten niños y adultos, turistas y locales, que se reparten en las tres colas que se generan para entrar en la tienda de Portal de l'Àngel. Colas que empiezan a molestar a los locales de al lado. “No pueden bloquear su acceso”, reconoce la responsable del local, pero es casi inevitable.

En cuestión de 20 minutos, dos trabajadores de la tienda han de salir para organizar las filas. Por allí han de pasar turistas, compradores que van a otras tiendas y vehículos. Todo a pleno sol. Algo que no gusta a todo el mundo.

Cuántos Labubu comprar

Llevamos dos horas haciendo cola”, grita la madre de una niña que ha venido de Toledo para conocer la ciudad y se ha visto atrapada por la fiebre Labubu. Su hija es fan y quiere tres figuritas. Cada una cuesta 20 euros y nunca sabes cuál te puede tocar. “Esta es la gracia”, confiesan. Los muñecos se compran a ciegas, en cajas sorpresa.

Tres figuras no son muchas, aunque el límite de la tienda es cuatro. Una niña británica, que no lo sabe aún, afirma que le gustaría comprar “cinco o así”. La mirada del padre al escucharla lo dice todo: “Ya veremos”. Sabe de lo que habla. Han venido del Reino Unido a Barcelona “por el sol y la playa”, pero cuando su hija vio que abría una tienda, se vio casi obligado a llevarla.

Viajes por el mundo en busca de Labubus

No es la primera vez que lo hace. “Cuando fuimos a China, hicimos lo mismo”, recuerda. Allí compraron varios, porque están “más baratos”. En Reino Unido han llegado a pagar hasta 85 euros por alguna figurita especial.

A nadie le parece un precio escandaloso por un muñeco. “Son muy monos”, justifican. Esa es también la razón por la que quieren uno. No es que lo hayan visto en un cómic o en una serie de televisión.

De dónde salen

Los Labubu son una creación de Kasing Lung, un artista de Hong Kong, que decidió diseñar unos muñecos de vinilo que recuerdan a unos elfos. Todos ellos tienen una expresión distinta y forman parte de una familia.

Los Labubu son pequeñas familias, cada uno perteneciente a una colección. Cada cual tiene sus favoritos, pero claro, nunca se sabe cuál te puede tocar. Se venden en las llamadas blind boxes, unas cajas ciegas, completamente cubiertas que especifican de qué colección se trata, pero no qué muñeco te puede tocar. El misterio forma parte de la experiencia de la compra. "El no saber qué te toca le agrega misticismo", asevera un chico.

Cuánto cuestan

Normalmente, su precio es popular entre los 15 y los 30 euros. Luego ya están las colecciones más especiales que pueden alcanzar los 150 euros, aunque en su web venden algunos por más de 1.000 euros. Y algunos los quieren todos.

"La diferencia de los Sonny Angels es que te compras uno y ya está, aquí quieres toda la colección", apunta una joven. Algo que contradice otra fan, que quiere solo "unos pocos".

Cola en la tienda Popmart de Barcelona, por la fiebre de los Labubu SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Mercado negro

Lo saben muy bien los vendedores del mercado negro. Algunos de ellos se han pasado estos días por la tienda de Barcelona. “No me cuesta nada estar aquí unas horas, si después me saco unos 20 o 30 euros de beneficio”, confiesa un joven de unos 20 años que afirma revenderlos.

“Antes podía sacar más, pero ahora que hay tienda en Barcelona hay menos margen de beneficio”, confiesa. Por suerte para él, apunta, también se dedica a la reventa de bambas.

Locura en Barcelona

Así es la locura de los Labubu. Reventas, colas de más de dos horas para hacerse con uno y, mientras tanto, los vendedores encantados. “El primer día pasaron por aquí unas 3.000 personas”, confiesa la responsable de la tienda que no quiere revelar cuánta caja han hecho en tan solo tres días. Los cálculos, en cambio, salen solos, se puede llegar a hablar de cerca de 100.000 euros en un fin de semana.

“Nosotros vinimos ayer por la tarde, a las seis, y nos tuvimos que ir porque ya no se podía entrar y hemos vuelto esta mañana y vemos que está igual”, indica la pareja argentina. Hacerse con un Labubu es cuestión de fanatismo y mucha paciencia. De hecho, la pareja de la chica argentina desapareció a los 20 minutos de espera. La fiebre de los Labubu no es para cualquiera.