La incontinencia urinaria es un trastorno que aparece con la edad

La incontinencia urinaria es un trastorno que aparece con la edad EUROPA PRESS

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Incontinencia urinaria: una realidad común, pero aún silenciada

Más de seis millones de personas en España sufren pérdidas de orina al toser o reír, un síntoma común de la incontinencia urinaria. Aunque es un problema frecuente, especialmente con la edad, suele tener solución si se acude al especialista y se supera el tabú que lo rodea 

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La incontinencia urinaria afecta a 1 de cada 3 mujeres mayores de 50 años; y a 1 de cada cuatro hombres mayores de 40. Unas cifras que convierten a esta afección en un verdadero problema de salud pública, mucho más frecuente de lo que se suele pensar porque en muchos casos, sigue siendo tabú incluso entre familiares.

Frente a esta realidad, el doctor Miguel Sánchez Encinas, jefe de equipo de Urología de Ruber Internacional Centro Médico Habana, es tajante: “Es un problema grave de la sociedad y para los pacientes”. Añade que su carga es doble, ya que “estigmatiza mucho a los pacientes; hace que escondan esta enfermedad”, lo que dificulta el diagnóstico y tratamiento tempranos.

La incontinencia urinaria genera problemas de autoestima y de aislamiento social

La incontinencia urinaria genera problemas de autoestima y de aislamiento social QUIRÓNSALUD

De hecho, la incontinencia de por sí no crea un problema físico, crea un problema social que mina la autoestima, tensando las relaciones y generando incluso aislamiento. Lo explica Paloma Portillo, enfermera del Servicio de Urología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos: “Es algo que les afecta mucho en su día a día… hay gente que llega a la consulta contándonos que lo pasa muy mal… que sepan que hay muchas cosas que les pueden ayudar”.

Existen dos tipos: la incontinencia de urgencia y la de esfuerzo. La primera se manifiesta con una “prisa para ir al baño” que, en ocasiones, desemboca en una pérdida de orina antes de llegar, mientras que la segunda ocurre al realizar acciones físicas como reír, toser o correr, donde “perder orina conlleva hacer un esfuerzo físico”. Además, ambas pueden combinarse en una presentación mixta relativamente frecuente.

“La incontinencia no debe tratarse como algo normal"

Factores de riesgo como la edad, el sobrepeso, la herencia genética, el embarazo y la menopausia agravan el problema. La doctora María Gozalo, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Sur, explica que “a más peso, más probabilidad de padecer incontinencia urinaria. También tenemos la edad… antecedentes familiares y luego ya específicos de la mujer, como pueden ser el embarazo, el parto y también por la bajada de hormonas que se produce durante la menopausia”.

Esta combinación de variables provoca que muchas personas normalicen pequeños escapes. Sin embargo, el doctor Sánchez Encinas advierte de que “no deberíamos tomarlo como algo normal. Existen diferentes dispositivos o tratamientos farmacológicos para corregirlo”. Además –subraya– “cuanto más fuerte esté esa musculatura a partir de los 50 o 60 años, menos probabilidad de tener pérdidas urinarias vamos a tener”.

El diagnóstico de la incontinencia urinaria comienza con una conversación con el médico especialista que, en función del caso, determinará pruebas de laboratorio, pruebas de tipo urodinámico, flujometría o pruebas ecográficas. El objetivo es determinar la causa y seleccionar el camino terapéutico más adecuado. Si se trata de incontinencia de esfuerzo, tanto en hombres como mujeres, la primera medida es la rehabilitación del suelo pélvico.

Una mujer realiza ejercicios de rehabilitación de suelo pélvico

Una mujer realiza ejercicios de rehabilitación de suelo pélvico QUIRÓNSALUD

La fisioterapeuta Carmen Rodríguez Tembleque, especialista en suelo pélvico del Health Center de Quirónprevención, describe el complejo entramado muscular de esa zona: “La musculatura del suelo pélvico se encarga del sostén visceral, de la continencia urinaria y fecal… Solo tenemos de esta musculatura un 30 % de carácter voluntario que nosotros podemos trabajar. El otro 70 % es involuntario. ¿Cómo se puede trabajar esta musculatura? A través de la postura y a través del transverso del abdomen”. La puesta en práctica incluye ejercicios de Kegel —contracciones lentas y rápidas—, electroestimulación y corrección postural”, explica.

La doctora Gozalo subraya el valor preventivo de estos ejercicios: “Se deben iniciar cuando uno tenga conciencia de ellos y continuarlos durante toda la vida para prevenir la incontinencia urinaria”. Y lo refuerzan datos científicos: un entrenamiento del suelo pélvico logra tasas de éxito superiores al 80 % en mujeres con incontinencia de esfuerzo, urgencia o mixta . En mayores de 65 años, la reeducación reduce o elimina la continencia en un 70 % de los casos.

Cirugía, una opción para casos extremos

Si el tratamiento conservador no es suficiente, se consideran opciones quirúrgicas o dispositivos especializados. El doctor Sánchez Encinas, que también es jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, en Móstoles (Madrid) y está considerado un referente nacional en el tratamiento de este tipo de casos, explica que “reservamos el tratamiento quirúrgico para los casos en los que han fracasado la fisioterapia, los ejercicios de Kegel o la electroestimulación”. En estos casos, se valora implantar un esfínter urinario artificial.

En mujeres, la cirugía robótica o laparoscópica ha permitido avances notables. “La pelvis es un campo ideal para la cirugía robótica: permite trabajar en espacios reducidos con visión en 3D aumentada 10 veces”, destaca el doctor. Para los hombres, las intervenciones suelen ser abiertas, pero también han mejorado en eficacia.

Las tasas de éxito de estos implantes en varones alcanzan un 79–90 % a 5 años, con mejora significativa en la calidad de vida. En mujeres, aunque la experiencia es menor, los dispositivos logran una contención total o social en el 86,9 % de los casos. Porcentajes de éxito muy altos.

Y cuando la operación es exitosa, la satisfacción es compartida: “Cuando el paciente recupera o normaliza su vida después de una cirugía para nosotros es una alegría porque realmente contribuimos a que esa persona se sienta normal, como el resto de las que no tenemos este problema. Creo que hacer que esa persona vuelva a sonreír y que vuelva a no pensar en que tiene un problema diario oculto le cambia radicalmente la vida” concluye el doctor Sánchez Encinas.