Cuando Henry recibió la llamada desde Miami, supo que algo andaba mal. Al otro lado del teléfono, una trabajadora social le informaba que su hijo, Henry Jr., había sido ingresado en un centro de acogida. La madre del pequeño, detenida tras un episodio violento y con sustancias en el cuerpo, había perdido la custodia de forma definitiva.
"Fue lo más doloroso que he vivido nunca", recuerda Henry, aún con la voz entrecortada. Estaba a miles de kilómetros, sin posibilidad de viajar, sin saber si su hijo estaba bien. Y solo podían hablar a través de una pantalla. Pronto Henry Jr., de apenas doce años, empezó a repetir lo que se convertiría en su 'mantra': "Papá, sácame de aquí".