Las lluvias le han cambiado la cara a la mayoría de los embalses de Cataluña. La imagen más clara la arroja el icónico pantano de Sau, cuyas aguas han crecido en grandes cantidades y ya cubren más de la mitad del antiguo campanario de la iglesia. Hay incluso quien ya se pregunta en redes sociales cuándo las reservas lo engullirán por completo y lo harán desaparecer.
Un mes de marzo especialmente lluvioso ha dado lugar a una batalla entre embalses que despierta la curiosidad en más de uno, interesado en el seguimiento del estado de la sequía en el territorio catalán. Las cuencas internas, de las que beben siete millones de ciudadanos, cuentan con ocho pantanos, cada uno con su particular remontada; hoy, la red roza el 60% de su capacidad.