De las hoces, los martillos y las estrellas rojas al surrealismo. Una artista rumana afincada en Barcelona, Daniela Mihai, ha decidido abrir un museo dedicado al surrealismo en el número 7 de la calle Ciutat, en pleno barrio Gòtic, en el que fuera el cuartel general del PSUC e ICV entre 1976 y 2010.
Esta artista de Bucarest expondrá creaciones propias y de otros artistas en una finca que un día fue parte y testigo de la historia política de Cataluña.
Cuartel del comunismo tras la Transición
Aunque el edificio se construyó en el siglo XIX como vivienda familiar, saltó a la fama en la Transición. Rafael Ribó, por aquel entonces un peso pesado del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), fijó aquí el cuartel general de los marxistas-leninistas catalanes.
Antes de la guerra, habían tenido su sede en el Hotel Colón, donde se atrincheraron y colgaron retratos de Stalin y Lenin en 1936. La instantánea se viralizó de inmediato: el hotel era uno de los símbolos de la Barcelonesa burguesa, sito en la cofluencia de plaza Catalunya con paseo de Gràcia.
Pero en 1976, Ribó encontró este antiguo piso de la calle Ciutat justo antes de la legalización del partido. Lo escogió porque quedaba en pleno centro, a escasos metros del Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Como el partido estaba aún prohibido, el primer contrato de arrendamiento se hizo a nombre de la sociedad Promotora Social Urbana de Catalunya, cuyas siglas coincidían con las de la formación roja.
Auge y caída del PSUC y hundimiento de ICV
Desde este local de la calle Ciutat se vivió el auge del PSUC, su posterior caída y su final integración en la plataforma Iniciativa per Catalunya (ICV) en 1987, junto al PCE y demás grupúsculos de izquierdas y ecologistas.
ICV permaneció en esta sede en 2010, y, de hecho, abandonarla fue uno de los errores que le llevaron a la quiebra y la desaparición.
Descalabro
Los verdes pagaron 7,5 millones de euros por su nuevo cuartel en el Passatge del Rellotge, también en Ciutat Vella, en plena burbuja inmobiliaria. La cifra estaba totalmente fuera de mercado. La última tasación que se hizo del inmueble los acreedores de ICV, en 2019, cifraba su valor en 2,3 millones, una tercera parte de lo que habían pagado.
La mala gestión económica y la pérdida de influencia política precipitaron su quiebra y disolución, dejando un agujero de 9,2 millones. Después, algunas de sus caras conocidas, como David Cid o Ernest Urtasun, se integraron en los Comuns y hoy en día aún forman parte de la primera línea del partido.
Del comunismo al museo
Tras la etapa comunista, el edificio acogió a otro museo: el de Ideas e Inventos de Barcelona (Miba), que apenas duró cinco años. Cerró en 2016 y hasta hoy permanecía con la persiana bajada.
El museo Miba ocupaba un amplio local de 600 metros cuadrados, y mostraba inventos contemporáneos que incitaban a la reflexión, con un toque humorístico.