El actor Jordi Sánchez es muy querido por el público. Primero, se ganó el cariño de los catalanes gracias a su papel de el Lopes en Plats Bruts, pero luego continuó con Antonio Recio, uno de los protagonistas de La que se avecina.
Catalán de raíz, este intérprete se ha criado en uno de los barrios menos conocidos de Barcelona. En cambio, la tranquilidad que allí se respira es muy envidiada por los que viven en el centro.
Una creación moderna
Su situación ayuda. Montbou, que es donde se creyó, pertenece al distrito de Horta-Guinardó. El hecho de ser de reciente construcción y que esté situado a los pies de Collserola, lo convierten en un barrio con un carácter singular.
Su historia comienza a mediados del siglo XX, pero el territorio que ocupa cuenta con raíces más profundas, ya que formó parte del antiguo municipio de Sant Joan d’Horta y de la histórica Vall d’Hebron. Rodeado por el Parque Natural de Collserola, su diseño combina arquitectura racionalista, espacios verdes y un rico pasado cultural.
Invento de Porcioles
El origen del barrio de Montbau se remonta a 1958, cuando bajo la dirección del alcalde Josep Maria de Porcioles, se proyectó un polígono de viviendas sociales que albergara a unas 10.000 personas. Los arquitectos Giráldez, Subías y López-Iñigo, inspirados por sus viajes a ciudades europeas como Rotterdam y Berlín, desarrollaron un diseño innovador que priorizaba la armonía entre los edificios y los espacios públicos.
La construcción se realizó en tres fases. En la primera (1958-1961), se levantaron los bloques lineales de los carrers d’Arquitectura y Poesia, diseñados para evitar barreras visuales. En la segunda fase, liderada por Bonet Castellana, se introdujo una disposición en forma de L para fomentar plazas públicas y la interacción comunitaria. Finalmente, en la tercera fase, se construyeron las Casetes Blanques, viviendas unifamiliares que se integran con la sierra de Collserola.
Naturaleza y arquitectura
Si bien es cierto que Montbau no solo destaca por su diseño urbano, su conexión con la naturaleza y su patrimonio histórico lo hacen muy querido por sus vecinos. Más del 60% de su territorio pertenece al Parque Natural de Collserola, un pulmón verde que ofrece un entorno ideal para pasear y desconectar.
Por lo que respecta al patrimonio, entre sus tesoros destacan la ermita de Sant Cebrià, un rincón histórico inspirado en el estilo Le Corbusier y con volta catalana; la fuente de Can Barret, la última visible en esta zona de Collserola, y las antiguas de Can Carlets y Can Ribó, que dan testimonio de su pasado más conectado con la naturaleza. Otra de las casas reconvertidas en restaurante es Can Gaig.
Los Jardines de Carles Torres
Pero si algo destaca en este barrio es un parque que muchos desconocen. Se trata de una las joyas ocultas del barrio conocida como el Capricho de Montbau o los Jardines de Carles Torres. Este era el nombre de su creador, un bombero que, una vez jubilado, decidió hacer un trabajo para la comunidad.
Así, convirtió su iniciativa en conjunto escultórico tan particular como tierno, una auténtica muestra de amor al barrio y la creatividad. Utilizando piedras y materiales reciclados recolectados de diversas regiones de España, Torres creó un espacio único lleno de columnas, torretas y porches que se integran perfectamente con el entorno natural de Collserola.
Un barrio reivindicativo
Pero esta no ha sido la única obra personal del barrio. Montbau ha sido conocido por el compromiso de sus vecinos con la mejora del barrio. Desde sus inicios, la comunidad ha luchado por conservar sus espacios públicos y mantener el espíritu colaborativo que lo caracteriza. De allí también la estima que le tienen sus vecinos.
Sánchez reconocía en su día que, durante la juventud, se alejó de allí, luego iba a Horta, donde empezó a apuntar maneras en el Foment Hortenc. Ahora, a pesar de haberse mudado a la cercana y más acomodada Font d’en Fargues, recuerda con cariño el barrio que le vio crecer.