Daniel Rodríguez Struve recuerda que con 20 años le regaló un telescopio newtoniano a su madre, con quien entonces aún convivía en la casa familiar de Alella. “Le hice el típico regalo que en realidad haces porque quieres para ti”, se ríe este experto en tecnología audiovisual y aficionado a la astronomía que hoy dirige Astroalella, Agrupació d’Astronomia d’Alella, un colectivo de estudiantes de Física que se dedica a promover y difundir el interés por la astronomía, la física y las matemáticas entre los habitantes del municipio y sus alrededores.
“En realidad soy de letras puras, me puse a estudiar Física de mayor. Me fascina la luz, entender su naturaleza, las cámaras, las diferentes ramas de la óptica… Después de muchos años trabajando en el mundo audiovisual, en la astronomía hallé un camino muy completo en el que seguir profundizando”, escribe. “Así que un día pasé de trabajar con cámaras de cine a los telescopios”, recuerda.
Can Magarola
Empezar los estudios de Física en la UB le permitió entrar en contacto con diferentes astrónomos y astrofísicos locales y tener la oportunidad de entrar en el equipo de educadores del Parc Astronòmic del Montsec, uno de los mejores lugares de Europa para la observación astronómica, inaugurado en 2015.
Desde entonces, Rodríguez reparte su tiempo entre este privilegiado rincón del Prepirineo catalán, donde se está rehabilitando una masía, y Alella, donde aún vive su madre. “Mi implicación en Astroalella es en realidad una forma de devolverle al pueblo toda la infancia que me ha dado”, comenta con humildad antes de subir al torreón de Can Magarola, una antigua masía rodeada de viñedos y bosques de pinos que sirve de observatorio y sede de la asociación.
Contaminación lumínica
La historia de la Agrupació d’Astronomia d’Alella empieza décadas atrás, cuando un grupo de aficionados a la astronomía del municipio se unieron para promover está ciencia y la Universidad de Barcelona se fijó en este pueblo del Maresme para instalar un telescopio puntero para la época –un Celestron C14 de 40 cm– donde los estudiantes de Astronomía pudieran hacer prácticas.
“Entonces Alella era un lugar ideal para observar el cielo, cerca de Barcelona y con poca contaminación lumínica”, comenta Rodríguez junto al imponente telescopio.
Un telescopio semiabandonado
Sin embargo, al inaugurarse el Parque Astronómico del Montsec las prácticas se trasladaron allí y el observatorio de Can Magarola cayó en desuso hasta que Rodríguez se empeñó en retomar las riendas de la asociación, en 2018. “El primer problema era cómo conseguir que el telescopio, en estado de semiabandono, fuera compatible con los ordenadores de hoy”, explica.
“Teníamos un buen telescopio, pero estaba prácticamente abandonado porque era necesaria una inversión en sistemas informáticos para poder utilizarlo”, comenta. Una vez actualizado, el siguiente paso es ahora robotizarlo a distancia, es decir, conseguir las imágenes en remoto desde otro lugar, ya que la masía –según el ayuntamiento– no cumple con las condiciones de seguridad necesarias para poder realizar actos públicos in situ, así que de momento su acceso se mantiene limitado a los socios o a estudiantes de astronomía que lo soliciten.
El gran enemigo: la meteorología
“Eso no quita que organicemos otro tipo de actividades de promoción y difusión, tenemos un telescopio portátil más sencillo, con el que podemos montar talleres en escuelas, encuentros nocturnos para observar la Luna y las estrellas, si la meteorología lo permite, claro. Los astrónomos nos pasamos el día siguiendo la predicción del tiempo. La meteorología es nuestra gran enemiga”, se ríe.
El pasado 14 de septiembre, por ejemplo, Astroalella celebró La Noche Internacional de la Observación de la Luna organizando un encuentro colectivo desde el mirador de la Creu de Pedra, donde los participantes pudieron observar y fotografiar la Luna con el telescopio de la agrupación. La Noche Internacional de la Observación de la Luna –una conmemoración anual creada por la NASA para promover el interés general por la astronomía– coincide con el primer cuarto de luna de septiembre u octubre.
Desconocimiento de la materia
“Los americanos hacen muy bien estas cosas”, comenta el experto, lamentando que no exista una federación de ámbito autonómico que aglutine todas las asociaciones de astrónomos amateur de Cataluña. El único organismo existente es la Federación de Asociaciones Astronómicas de España, que reúne a más de 80 agrupaciones de aficionados a la astronomía de la Península.
“En nuestro país hay mucho desconocimiento sobre este tema. En sexto de primaria te enseñan los nombres de los planetas y la galaxia y luego ya no vuelves a saber nada más”, añade.
El mundo avanza gracias a la astrofísica
Para Rodríguez Struve, el acercamiento a la astronomía es fundamental para entender la evolución de la humanidad, ya que “muchos grandes avances tecnológicos provienen de inventos de la industria astrofísica”. Algunos de ellos son el wifi, la vitrocerámica, los termómetros de oído y la cámara de fotos digital.
“Por otro lado, el interés por la astronomía también tiene mucho que ver con la búsqueda de respuestas metafísicas de la humanidad: ¿de dónde somos, de dónde venimos?”, añade.
Auroras boreales en España
El año 2024, concluye, ha sido un buen año para observar fenómenos celestes. “Estamos en un año de máximo solar”, explica. “Este extraño fenómeno, que se produce cada 11 años, permite observar el Sol con detalles muy interesantes, y además se producen auroras boreales en latitudes de la península ibérica”, añade, recordando la espectacular tormenta geomagnética que se produjo en mayo.
“Lo bueno de observar el Sol es que no tienes que esperar a la noche, puedes hacerlo en horario escolar”, se ríe. Aunque lo cierto es que la tecnología e internet han liberado a los astrónomos de estar atados a los observatorios toda la noche. “Antiguamente, los astrónomos eran como vampiros, pero ahora puedes trabajar de día en remoto desde el sofá de casa conectado a un telescopio en Chile, donde ya es de noche”, concluye.