La vulnerabilidad de las niñas y niños, a temperaturas de frío o calor extremos empieza incluso antes de que nazcan: las madres embarazadas que se exponen a climas extremos conllevan riesgo de que esto afecte "el bienestar mental y el rendimiento cognitivo en menores".
No obstante, a pesar de que se hayan dado estos primeros datos reveladores, también se pone sobre la mesa que todavía "faltan estudios que evalúen los posibles cambios en la estructura cerebral como resultado de estas exposiciones", ha explicado Mònica Guxens, investigadora de ISGlobal.
La sustancia blanca del cerebro
El objeto de análisis del estudio ha sido la sustancia blanca del cerebro. El grupo focal han sido las personas preadolescentes, y la misión ha sido la de "identificar ventanas de susceptibilidad a la exposición al frío y al calor en los primeros años de vida".
2.681 niñas y niños, de entre 9 y 12 años de edad, de Rotterdam (Países Bajos) fueron sometidos a una resonancia magnética, para medir la magnitud y dirección de la difusión del agua, en la sustancia blanca del cerebro.
Los resultados
La exposición al frío durante el embarazo, así como en el primer año de vida, se asocia con una mayor difusividad media en la preadolescencia. En otras palabras: una maduración más lenta de la sustancia blanca.
¿Y qué hay de la exposición al calor? Esa misma sustancia blanca madura más lentamente, cuando se exponen a temperaturas de calor extremo, desde el nacimiento, hasta los tres años de vida.
"En los cerebros más maduros, el agua fluye más en una sola dirección, lo que da valores más bajos para un marcador llamado "difusividad media", y valores más altos para otro llamado "anistropía fraccional"", explican.
Qué implica esta difusividad
"En estudios previos, la alteración de este parámetro se ha relacionado con una peor función cognitiva y con determinados problemas de salud mental", ha detallado Laura Granés, investigadora del IDIBELL e ISGlobal y primera autora del estudio.
No obstante, por el momento no se ha encontrado ninguna asociación entre la exposición a la temperatura entre los primeros años de vida y la anistropía fraccional, entre los nueve y los doce años.
Cambio climático y pobreza energética
El estudio toma más sentido en un contexto en el que el cambio climático conlleva, entre muchos otros efectos, la exposición a temperaturas extremas, tanto de frío como de calor.
Además, también hay una intersección con la pobreza energética, de cara a la exposición a temperaturas extremas. También se ha revelado que "los niños que vivían en barrios más pobres eran más vulnerables a la exposición al frío y al calor, diferencias que pueden estar relacionadas con las condiciones de la vivienda y la pobreza energética", explican.