Encontrar una playa virgen en una zona como la Costa Brava es un lujo. El atractivo de esta zona del litoral es tal que el boom inmobiliario hizo que incluso algunas zonas del camí de ronda den directamente a las puertas de fincas. Pero no aquí.

Los vecinos salvaron el lugar en los años 90 cuando, a través de un referéndum popular, votaron proteger este rincón de las costas de las edificaciones. Una decisión que ha ayudado a conservar el estado natural de la playa del Castell.

Cómo es

Rodeada de bosques de cañas y campos de cultivo, esta cala a las afueras de Palamós se extiende a lo largo de 375 metros de longitud y 40 metros de ancho. Una gran playa que enamora a propios y extraños.

Su forma de media luna, con arena fina y dorada, la convierte en un lugar ideal para familias y niños debido a su poca profundidad y su fondo marino arenoso. Eso, sumado a que hay un parking a 200 metros, chiringuitos, lavabos y servicios de alquiler de hamacas y sombrillas la hacen un lugar muy estimado. Claro que sus aguas cristalinas son lo más atractivo.

Qué ver

Pero esta playa no solo es rica en belleza natural e instalaciones, sino también en historia. Este arenal, que casi fue derruido por orden de Franco, se ha mantenido intacto y guarda historias fascinantes

En uno de los salientes rocosos, al norte del arenal, se conservan las estructuras restauradas de un antiguo poblado ibérico del siglo VI a.C. De allí el nombre que recibe. Pero que tampoco nadie se espere un castillo, están sus bases.

El castillo

La fortaleza no pertenece a los íberos, pero sí fue construida en ese asentamiento una villa romana que, a su vez, dio pie a que en el Medievo se erigiera el castillo. Los primeros documentos que hablan de él son del siglo XIII, cuando Arnau sa Bruguera, primer alcalde de Palamós, lo compró en la Seo de Gerona en 1277 en nombre del rey Pedro III de Aragón.

Por aquel entonces el castillo pertenecía a la parroquia de Santa Eugenia de Vilaroman. Más adelante, durante la Edad Media pasó por las manos de diferentes señores feudales. Pero rápidamente fue destruido. Dos siglos más tarde, durante la Guerra de los Remensas fue derribado casi en su totalidad y quedó abandonada. En los siglos XVI-XVII fue reconvertido en casa de campo, pero también fue abandonada. El paso del tiempo y la erosión y efectos del viento y el mar lo han dejado como están en poco más que unos muros que recuerdan su pasado.

Playa del Castell de Palamós COSTA BRAVA

La playa de los famosos

Pero la historia de esta playa también está plagada de glamour. Y en este caso no hace falta irse a los íberos o la Edad Media. En los años 20 y 30 del siglo XX, esta playa estaba repleta de estrellas de Hollywood. No en vano, Truman Capote residió varios veranos en Palamós para escribir A sangre fría. Pero hubo muchos más.

Pero quien realmente popularizó la zona fue el muralista Josep María Sert. El artista se enamoró del lugar y atrajo a la élite artística europea de la época con quien se codeaba, la mayoría de ellos franceses. En esa época se llegó a rebautizar la cala como la playa de París por esos motivos.

Glamour y toros

Pero si uno quiere nombres de grandes estrellas, los tiene. Por esa playa pasaron actrices de la talla de Ava Gardner, Marlene Dietrich, y Orson Welles, modistas como Coco Chanel o artistas como Salvador Dalí. En más de una ocasión algunos de ellos celebraron fiestas memorables.

Todo eso se detuvo de golpe por una tragedia. El principal dinamizador de la zona era Sert, pero algo marcó su vida. Su cuñado, el príncipe ruso Alexis Mdivani, falleció en un accidente automovilístico y tras su muerte, el muralista del Empire State vendió su finca de la zona y la playa fue adquirida por la familia Puig Palau. Claro que estos, conocedores del glamour de la zona inauguraron su nuevo palacete de estilo italiano con una corrida de toros y una fiesta flamenca.

Entorno

Lo mejor de la playa del Castell, como hemos dicho, es su longitud, amplitud y servicios, pero también desde allí se puede acceder a otros puntos de interés de la Costa Brava. Siguiendo el Camino de Ronda en dirección al Cap Roig, hay serie de calas rocosas y abruptas que ofrecen un paisaje espectacular. 

Un caso claro es que si uno se dirige hacia el yacimiento y prosigue el camino, se llega a la pequeña cala de la Foradada, famosa por sus aguas transparentes, ideales para el submarinismo. Pero también Cala Estreta y Cala S’Alguer.

La primera está escondida entre acantilados, con el verde de los árboles y el azul turquesa del Mediterráneo como límites, su arena gruesa y dorada la hace ideal para broncearse y relajarse. S’Alguer es, directamente, un Bien Cultural de Interés Nacional desde 1972. Sus casitas de pescadores a pie de playa.

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