El clan de Los Manolos trasladó un arma de guerra en un carrito de bebé
Uno de los acusados alegó durante el juicio que la mujer, condenada a seis años de cárcel, transportaba bocadillos, una afirmación que hizo que el público, formado por familiares y amigos, estallara en una sonora carcajada
1 junio, 2024 00:00Noticias relacionadas
Alba, una de las condenadas en el marco de la operación contra el clan de Los Manolos del barrio de La Mina de Sant Adrià de Besòs (Barcelona), transportó un subfusil marca Zastaba M70 AB2, catalogado como arma de guerra, en el carrito de un bebé.
Así lo recoge la extensa sentencia, de casi 700 folios, a la que ha tenido acceso Crónica Global, que reparte 118 años de cárcel entre los 29 acusados en esta macrocausa contra el clan. A ella la condena a seis años de prisión por el delito de depósito de armas de guerra.
“Se ve que ha 'ametrallao' toda La Mina”
El fallo recoge que Alba fue la encargada de entregar la metralleta a su cuñado Manuel S. B., alias Curro, e hijo de Manuel S. A., el tío Lolo, quien destronó como patriarca al tío Ángel en una pugna encarnizada por el poder del barrio de La Mina en 2019.
Con esta arma fue con la que el tribunal sostiene que Curro ametralló la ventana de uno de los miembros del clan rival de Los Cafeletes el 11 de junio de 2020. Se basa en las conversaciones telefónicas que interceptaron los Mossos d’Esquadra en las que se hace referencia indirecta a la tenencia del subfusil en momentos distintos.
En una de ellas, un hombre desconocido llamó al tío Lolo tras enterarse del fuego cruzado entre clanes para preguntarle por su hijo Curro, herido de bala en la espalda durante el tiroteo. El tío Lolo, subraya la sentencia, mintiendo, desmintió estos hechos, pero el interlocutor, que no se quedó convencido con la respuesta, añadió: “Se ve que luego él ha cogido una de esas del ejército y ha ametrallao toda La Mina”. El comentario, lejos de incomodar al patriarca, arrancó en él una carcajada: “Eso sí que me lo creo que lo haga él, sí”.
El 'pájaro' de 'Curro'
Además de esta conversación, en la que se hace referencia al arma de guerra, existe otra en la que el Jona, jardinero en las plantaciones de marihuana de Curro, lo llama para contarle que ha presenciado un tiroteo desde su casa. “¿Has visto los petardazos, los escuchaste? ¿Petardazo fuerte o una pequeña?”, se interesaba Curro sobre las armas empleadas. A lo que su jardinero le respondió: “Bueno, era normalita, no era fuerte como, como la que tú tienes, ¿sabes?, como el pájaro que tú tienes”.
El pájaro al que se refiere Jona es el subfusil que, según la justicia, su cuñada Alba le entregó para que perpetrase el ataque contra la fachada de la casa de Los Cafeletes. El tribunal aduce, además, que la mujer lo hizo con pleno conocimiento de lo que estaba trasladando, pues de una conversación entre la condenada y su hermana Tania (esposa de Curro), la primera refiere que sabía que su cuñado -castigado con la mayor pena, de 16 años de prisión- estaba “en jaleo” y que ella le llevó “las llaves”. “Yo le bajé ayer eso que tenía aquí la yaya”, expresó de forma ambigua.
Las conversaciones de la familia
En una llamada telefónica, Tania le explicaba que su marido había “tiroteao la ventana, pero ellos [Los Cafeletes] también le han tirao y le han dao en la espalda y en el brazo”. “Se ve que le han dao con una escopeta, y en como unas bolillas que salen y le han tenío que sacar eso de la espalda. Pa' que se fuese muerto”, expresaba preocupada.
¿Por qué se lo contó a su hermana? Porque la Sala considera que fue esta quien le entregó el arma de guerra a su cuñado Curro y que lo hizo camuflándola en el carrito de su bebé. Así se desprende de una conversación que mantuvo el padre de estas dos mujeres con Tania tras el tiroteo. Después de preguntarle cómo se encontraba Curro de las heridas, le reprochó que su marido le hubiese pedido a su otra hija, Alba, que fuese “p'atrás y p'adelante” con el subfusil. “¿Por qué piensas que la mandó donde la yaya? Tráeme un bocadillo de jamón, vete, toma lo que ha sobrao del bocadillo, llévatelo, ¿sabes? [...] P'atrás y p'adelante, p'atrás y p'adelante con eso, uf. Ninguno se le lleva nada ni le trae nada y ella se encarga de esto, ¿sabes?”, decía preocupado.
La inverosímil explicación de 'Curro'
En esa misma conversación, el hombre revelaba que poco antes de que se produjera el tiroteo, en el marco del confinamiento por el Covid-19, una patrulla de los Mossos d'Esquadra le había dado el alto a Alba cuando esta transportaba las armas en el carrito. “La pararon e iba con la niña. Por estar en la calle de noche y llevaban... llevaban de todo: llevaban jamón, llevaba longaniza, llevaban chorizo, llevaban de todo, que se pegó el mayor susto de su vida. Las piernas le hacían taca taca ta, se cagó la pata abajo”, relataba indignado. “Ya le puede hacer un buen regalico, ya, porque no veas…”. Ante estos reproches, Tania se limitaba a decir que había discutido con Curro tras el tiroteo porque todavía tenía incrustado bajo la piel un balín “que hay que quitárselo”.
La sentencia recoge que a las formuladas durante la vista oral sobre estas conversaciones, Curro expresó que su suegro se refería a “la típica venta ambulante de bocadillos por parte de las gitanas del lugar”, una respuesta que desató una “actitud jocosa y festiva en el público de la Sala”, conformado mayoritariamente, si no en su totalidad, por familiares y amigos de los acusados.
Las risas del público se debieron a que, en plena pandemia y con el confinamiento vigente -lo que motivó precisamente la intervención de los Mossos d'Esquadra-, así como las horas de la noche en que sucedió ese hecho, pocos bocadillos podían venderse. Además, subraya la Sala, ningún otro testigo pudo acreditar la pretendida costumbre en este barrio de Sant Adrià de Besòs.
La conclusión de la Sala
Además, argumenta el tribunal, no tiene ninguna lógica ni racionalidad pensar que si se referían a un acto tan trivial como es el transporte de embutidos en el carrito la ahora condenada sufriese una situación de máximo terror al toparse con los agentes, como tampoco que por ello tenga que ser compensada por su cuñado con un “buen regalico” porque es la única que se atreve a vender bocadillos.
Por todo ello, la Sala concluye que, sin duda alguna, en las conversaciones se hacen constantes referencias metafóricas al conjunto de armas localizadas e intervenidas en casa de la condenada. Además, en el domicilio de la yaya, al que se refieren en una de las conversaciones, se intervinieron no solo el subfusil, sino también municiones. Asimismo, de las periciales se desprende que hubo llamadas telefónicas entre la condenada y Curro pocos minutos antes de otro tiroteo, el ocurrido con Los Portugueses en la calle Concili de Trento de Barcelona en febrero de 2020.
Ella, por su parte, que se limitó a responder a las preguntas de su defensa, declaró durante el juicio oral que sí empujaba un carrito de bebé, pero que nunca transportó armas, solo ropa y pañales.