Viajar es uno de los mayores placeres para compartir en pareja, con amigos o en familia. No obstante, todavía hay quien piensa que este tipo de placer es incompatible si se viaja con niños. Se acabó la Semana Santa y con ella la temporada de escapadas cortas, pero abril es el mes ideal para planificar las vacaciones de verano.
¿Qué tener en cuenta a la hora de elegir destinos y medios de transporte cuando viajamos con esos pequeños locos bajitos? Y, por supuesto, ¿cómo planificar ese tiempo para lograr el disfrute de toda la familia?
Bebés de uno a seis meses
Para empezar, es fundamental poner el foco en la edad del niño. No es lo mismo viajar con un bebé que hacerlo con un niño de cuatro o cinco años. “Viajar con bebés de uno a seis meses no sólo es posible, sino que puede ser muy beneficioso, especialmente para la mamá en pleno postparto. Teniendo en cuenta que los primeros meses no podemos exponer al sol a un bebé recién nacido ni tampoco ponerle protección solar, es fundamental que el destino sea acorde a las exigencias". Lo ideal, explica Belén Marinone, baby planner y madre de dos hijos, es estar alojados en un sitio amplio, con varios ambientes, preferentemente con exterior fresquito.
“Ir a visitar a la familia o pasar unos días en una casa rural de interior podrían ser opciones perfectas”, dice. Además, si hablamos de las necesidades del bebé, “todo es muy sencillo, pues éste solo necesita a su mamá y poco más”. En cuanto a bártulos, ni siquiera es necesario disponer cargar con una minicuna. “Si es apto, podemos usar el capazo del cochecito”.
Bebés de seis meses a dos años
Si el bebé está en la etapa que va desde los seis meses a los dos años, es el momento perfecto para disfrutar en familia. Durante esta etapa nos encontramos con grandísimas facilidades y ventajas a la hora de programar viajes. Los bebés de entre seis meses y dos años, señala esta experta en infancia y organización familiar, son excelentes compañeros de viaje.
“Podemos pasear a ritmo adulto con una silla de paseo, los pequeños pueden incluso hacer siestas o comer en su sillita y a la mamá y al papá les permite recorrer, organizar excursiones o paseos casi igual que lo hacían antes de ser padres”, dice.
Respecto a las rutinas, igual que los adultos, los bebés, mientras sus necesidades estén cubiertas, se adaptan a los cambios. En cuanto a la alimentación, en función a la etapa, los padres deberán buscar opciones acordes. Es difícil, por ejemplo, encontrar comidas sin sal y apta para un bebé de seis meses en un restaurante. “Ser previsores y planificadores será la clave para tener siempre a mano un snack sano que se puede transformar en una comida”, advierte. A partir de los seis meses, las familias pueden disfrutar de la playa, la piscina o cualquier plan de ciudad, “por lo que algunos recursos de entretenimiento y poco más serán necesarios para días inolvidables”, añade.
Niños de dos a cinco años
Viajar con niños de dos a cinco años sigue siendo el plan perfecto para las vacaciones, pero ha llegado el momento de escoger qué tipo de viaje será el que todos puedan disfrutar, indica Belén Marinone. Aunque no estén descartados los viajes de turismo de ciudad, explica la baby planner, será mucho más fácil para la familia escoger vacaciones donde durante el día las actividades sean acordes para la infancia con playa, naturaleza y/o hoteles bien equipados.
El turismo de ciudad puede en esta época tener algunas dificultades añadidas, como que los niños no usarán silla, pero caminarán poco y más lento, por lo que no será para ellos un plan divertido. La alimentación será sencilla, ya que podrán disfrutar de las comidas y cenas a la par que sus padres y el sueño habrá que adaptarlo para que puedan descansar pronto por la noche tras largos días de actividad.
En coche, mejor que en tren o avión
Si hablamos de medios de transporte, el viaje en coche -considera Belén Marinone- es siempre la mejor opción para ir con bebés “por la cantidad de cosas que debemos llevar, por la comodidad de parar cuando lo necesitamos y porque no dependemos de horarios fijados”.
El tren quedará en segundo lugar, porque puedes llevar más equipaje y es más cómodo que el avión por la facilidad que ofrece para cubrir las necesidades del bebé, así como por tener la posibilidad de ir de pie, moverse más, o pasear si el pequeño llora. Sin embargo, el viaje en avión es el más incómodo. Aunque es cierto que hasta los dos años no pagan billete, sólo algunas tasas, tampoco tienen lugar asignado ni pueden llevar equipaje. El equipaje, por tanto, se reduce a la misma maleta que ha escogido la mamá o el papá más el cochecito, que sí puedes llevarlo aparte.
Si bien los viajes con bebés o niños pequeños ya nunca serán vacaciones 100%, “sí se puede disfrutar y muchísimo”, tranquiliza Belén Marinone. Asimismo, recomienda no estresarse si el bebé cambia un poco los horarios, las rutinas o no tiene tanta hambre. “Igual que los adultos, cuando nos vamos de vacaciones los ritmos cambian mucho y no va a malcriarse por unos días fuera de casa y de sus rutinas”. Por ello, aconseja buscar su bienestar en cuanto al sueño y las comidas, pero sin agobiarse ni exigirse. “Ellos entienden que no es su vida normal y al volver a casa no tardarán en acomodarse nuevamente”, concluye.