La sala de apelaciones del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha confirmado la condena a 22 años de cárcel que la Audiencia Provincial de Lleida impuso en octubre de 2023 a Merzhak T. por asesinar a su compañero de piso.
Los hechos por los que fue condenado sucedieron el 19 de septiembre en el barrio de Cappont de Lleida, cuando Merzhak T. vivía junto a otro hombre, al que le había alquilado una habitación.
Le asestó 17 puñaladas
Este día, aprovechando que su compañero de piso estaba descansando en la cama, el condenado le asestó 17 puñaladas que le causaron la muerte por un shock hemorrágico hipovolémico.
Según la sentencia de la Audiencia de Lleida, era consciente de que la víctima “no tenía posibilidades de defensa” y, aun así, para acabar con su vida le infligió el “máximo dolor”.
Tras asesinarlo, el acusado llamó por videollamada a su hermano, residente en Francia, y le mostró el cadáver de la víctima. Precisamente fue este familiar quien llamó a los Mossos d’Esquadra para denunciar lo que acababa de ver.
Recurso de la defensa
Por estos hechos, la Audiencia de Lleida lo condenó a 22 años de cárcel por un delito de asesinato, aunque se le aplicó una atenuante por embriaguez, dado que tenía las facultades levemente mermadas por el consumo de alcohol.
La defensa recurrió esta sentencia alegando que no concurrían las agravantes de alevosía y ensañamiento necesarias para definir un delito de asesinato.
Le provocó un dolor innecesario
Sin embargo, ahora el TSJC recuerda que la víctima no tuvo posibilidad de defensa. Se basa en la declaración de los investigadores de la División de Investigación Criminal (DIC) de Mossos d’Esquadra, que explicaron que las proyecciones de sangre halladas en la escena del crimen prueban que el fallecido estaba tumbado o sentado en la cama descansando cuando fue asesinado.
También se halló una importante mancha de sangre en el colchón, lo que corrobora que el primer ataque se produjo estando la victima en la cama.
Asimismo, subraya el tribunal, los médicos forenses concluyeron que el cadáver no presentaba signos de lucha. El tribunal concluye que sí es un asesinato, y no un homicidio, porque el autor le causó un dolor innecesario a su compañero de piso para acabar con su vida, pues de las 17 puñaladas que le asestó sólo tres fueron mortales.