Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, se bajó del carro de la misa de sor Lucía Caram en la Sagrada Familia de Barcelona en el último momento. El evento benéfico, apadrinado por el empresario jamonero ibérico Enrique Tomás, convirtió este martes el templo barcelonés en escenario de un melodrama protagonizado por los cantantes David Bisbal y Pasión Vega.
La actuación entusiasmó a los asistentes y al clero, que invitó a los cantantes a volver a la basílica cualquier domingo para musicalizar los oficios. Sin embargo, el acto estuvo marcado por el plantón de Omella, que es también el máximo representante de la Iglesia católica en Cataluña en tanto que cardenal arzobispo de Barcelona.
Una ausencia inesperada
Fuentes de la organización han justificado la baja por problemas de agenda, ya que el prelado tuvo que atender un "compromiso" de última hora. Su presencia no sólo estaba confirmada, sino que se preveía que fuese él mismo quien oficiase la ceremonia.
La ausencia del cardenal fue todavía más sonada a causa del mensaje pregrabado del pontífice, que se retransmitió a través de una pantalla de plasma. El discurso extrañó a algunos presentes, pues expresaba su agradecimiento a un Omella que no se presentó.
Visitantes VIP
No fue el caso de la hermana Caram, que centró sus agradecimientos en el papa -también argentino, amigo suyo y compañero en Tiktok-, los cantantes, el coro o Margarita Robles. La ministra de Defensa sí acudió a la cita, aunque tuvo que marcharse antes de que finalizaran las oraciones, igual que el exconsejero catalán de Salud Josep Maria Argimon.
La basílica de Antoni Gaudí, que tiene capacidad para albergar a medio millar de feligreses durante los sermones, se llenó casi por completo. Entre los asistentes de la zona VIP, también se vio al padre Ángel, Luis del Olmo, Pilarín Bayés, Sandro Rosell, Anna Tarrés, Therese Jamaa, Carles Gaig, Joan Ignasi Elena o Xavier García Albiol.
Música y solidaridad con Ucrania
Se desconoce cuánto se ha recaudado en esta misa benéfica -en la que han intervenido niños ucranianos y mutilados por la guerra-, ya que el precio de las entradas no estaba fijado. Al final de la ceremonia, Caram pasó el cepillo de forma digital, vía Bizum y código QR.
Fue en ese momento, cuando la monja independentista recordó que el código QR aparecía en las pantallas de la iglesia y en una estampita en cada asiento, que algunos presentes repararon en que se habían sentado encima de la tarjeta. El propósito es destinar los fondos a construir un hospital de campaña en Ucrania, uno de los puntos de la geografía mundial que más preocupan al Papa desde que estalló la guerra.
Sor Caram reconoció que todavía "falta mucho para poder construir el hospital de campaña", mientras que uno de los ministros que la acompañaba precisó que por ahora sólo se podrá edificar "desde la oración", a la espera de reunir el dinero suficiente. El acto se convocó en formato de misa criolla, intercalando las lecturas religiosas con las voces de Bisbal, que concluyó su recital con Gracias a la vida, y Vega, con su interpretación de El cant dels ocells.