Concebir un hijo puede ser una tarea muy complicada, y para muchas parejas que tienen algún inconveniente de tipo médico, conseguir un embarazo de manera natural puede llegar a ser imposible. Por esa razón, los tratamientos de fertilidad posibilitan hacer realidad el sueño de una pareja o bien, de una mujer en solitario.

Gracias a estos tratamientos, que paulatinamente se han ido perfeccionando, la posibilidad de tener hijos con fecundación in vitro ha aumentado considerablemente. Este es el proceso que te llevará a conseguir ese deseo de terminar de completar tu familia.

Así es la fecundación in vitro en España

La fecundación in vitro dio lugar al primer caso de éxito en Gran Bretaña en 1978, y actualmente son miles las personas que se acogen a él para poder tener hijos. Para someterse a un proceso de fecundación in vitro ha habido que agotar previamente la vía del embarazo natural, oye tener un diagnóstico que demuestre que tanto bien una parte o ambas en la pareja, tiene algún tipo de problema que impida la fecundación de manera natural.

La fecundación in vitro o FIV es una de las técnicas más utilizadas en los centros de reproducción asistida. Si bien se trata de un procedimiento complejo, puede llegar a tener buenas tasas de éxito. Este tratamiento es más avanzado que la inseminación artificial, y se recurre a él cuando ésta falla. Puede parecer ciencia ficción, pero simplemente se trata de avances en el tratamiento de los embriones que posibilitan que se cultivan durante unos días en el exterior y posteriormente, sean transferidos al útero de la mujer. Una vez que el embarazo queda confirmado, este se trata como si fuera por fecundación natural.

Primeros pasos y controles

La FIV puede realizarse con semen de la pareja o bien con semen de un donante. El proceso completo, una vez que el equipo médico determina la idoneidad de la mujer para poder albergar embriones fecundados, comienza con la estimulación ovárica. En ella, es la propia mano mujer la que se inyecta vía manera subcutánea una medicación que tiene como objetivo el desarrollo de los folículos, es decir, el lugar donde van a madurar los óvulos. De esta manera, es probable obtener más de un óvulo en el proceso, ya que de forma natural solamente se obtiene uno.

Una vez que se pone en marcha este proceso, es preciso realizar controles regulares mediante ecografías vaginales o análisis de hormonas en el llamado control del desarrollo fulicular. El objetivo es apreciar el grado de maduración folicular y así tener una fecha probable para la función que obtendrá los óvulos. Se trata de una frase que tiene una duración promedio de entre 10 y 12 días.

Punción y fecundación

Llega el momento de la punción, que se realiza con ingreso hospitalario y en quirófano bajo sedación. Es un proceso sencillo que no lleva más de 15 minutos. Tras unas horas de reposo, se obtiene el alta y el equipo correspondiente habrá conseguido los folículos para continuar el proceso. Paralelamente, es necesario obtener la muestra de semen por parte del varón, que se realiza en el mismo día, ya sea en domicilio o en el mismo centro hospitalario. Este paso es conocido como la preparación de la muestra seminal. El equipo de biólogos inicia el proceso de capacitación espermática, para escoger los mejores en cuanto a movilidad. Si se trata de una muestra de semen de donante, esta queda almacenada hasta último momento.

La fecundación se realiza en el laboratorio, gracias a una técnica llamada ICSI y que consiste en introducir un espermatozoide en cada óvulo mediante una microinyección. La placa de cultivo se mantiene el laboratorio hasta un máximo de siete días, y durante ese tiempo se habrá ido desarrollando, llegando al estadio de blastocito. Mediante la técnica de timelapse, determina seleccionar los embriones con más probabilidades de conseguir un embarazo.

Transferencia y comprobación del éxito

Una vez pasado ese periodo de entre 5 y 7 días, es el momento de hacer la transferencia de embriones al útero de la mujer. Se puede realizar con el blastocito sin congelar, o bien, con el sistema denominado «diferido», que es cuando este blastocito ha sido descongelado previamente y proviene directamente del banco. Es el equipo médico el que aconseja una técnica u otra, o bien, que ya sean blastocitos que la pareja dejó en su momento. El proceso de transferencia es totalmente indoloro, y una vez finalizado, la mujer o la pareja pueden ir a casa. Obviamente, se recomienda reposo.

Ahora llega un momento de tensa espera, tras dos semanas tras la inseminación, hay que realizar la prueba de embarazo de sangre, la denominada beta, o prueba de gonadotropina coriónica humana. Puede realizarse en algunas farmacias, y si este resulta positivo, dos semanas más tardes hay que confirmar la presencia del saco gestacional en el interior del útero mediante una ecografía. Comienza un alucinante viaje que durará nueve meses.

Cumplir el deseo de tener un hijo cuando ya se han agotado las posibilidades previas es posible gracias a la fecundación in vitro, una técnica precisa y que colma de felicidad a parejas o a futuras madres.

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