Es la isla más grande de Cataluña, pero nadie la conoce pese a estar en un lugar emblemático como es el Delta del Ebro (Tarragona).
Se llama Buda y, pese al calor que aprieta estos meses de verano, su playa salvaje no está masificada.
En peligro de desaparecer
Buda es una isla marítima fluvial que conforma uno de los humedales mejor conservados de España. Pero está en peligro de desaparecer debido al cambio climático y a la acumulación de sedimentos de los embalses. Así lo explica Guillermo Borés, el dueño de la mitad de la isla. La otra parte corresponde al Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat.
Pero esta playa salvaje no es lo único que sorprende de esta isla. A través de un largo camino de tierra, rodeado de arrozales y alguna laguna con flamencos y caballos, se accede a la masía de Isla de Buda. Se trata de una casa rural de estilo valenciano de finales del siglo XIX.
Un antiguo pueblo
Hoy por hoy, está destinada al turismo rural, ya que tiene una capacidad para 15 personas y su alquiler es la única forma de acceder y recorrer esta isla privada. Tal y como explica Borés, la masía fue el centro neurálgico de un pueblo que albergó, en su día, hasta 450 personas. Unas 65 familias se instalaron en Buda para trabajar en los arrozales --una de las señas de identidad del Delta del Ebro--.
Los distintos avances, como carreteras y transporte, provocaron que la gente empezase a entrar y salir de la isla, dejando de tener la necesidad de habitar ahí. Fue así como empezaron a habitar los pueblos de los alrededores.
Cinco o diez años de vida
Ahora, Buda pertenece al municipio de Sant Jaume d'Enveja, en la comarca del Montsià, y se teme por su continuidad. Según el propietario, le quedan cinco o diez años de vida por culpa, en parte, del cambio climático que está ocasionando una mayor frecuencia de temporales. Los últimos se llevaron por delante arrozales, inundó fincas, destrozó caminos y se tragó parte de las playas del litoral.
Ante este panorama, el empresario pide actuar antes de que las consecuencias sean devastadoras. Y advierte de que no toda la culpa es de la naturaleza: "El cambio climático es culpa del hombre, por lo que es el hombre el que tiene que poner solución y arreglar lo que estropea", añade.