Lola Casas no es simplemente una mujer curiosa, “sino que tiene una enorme curiosidad por los curiosos”. Así es como la definió el músico y esperantista catalán Xavier Rodon, esperantista y amigo personal de la autora, durante la presentación de su nuevo libro, Poemes, Relats i Marietes/Poemoj, rakontoj kaj kokcineloj, publicado a la vez en catalán y en esperanto.
“La idea de este libro surge cuando los esperantistas catalanes vinieron a pedirme algunos poemas para publicar un libro. Cada año los esperantistas de todo el mundo publican libros nuevos, cada comunidad tiene los suyos…”, explica Casas, maestra de escuela jubilada y autora de más de 60 libros, en su mayoría para el público infantil.
Recopilación de poemas
El resultado de esta colaboración entre Casas y la Associació Catalana d’Esperanto (KEA) fue una sugerente recopilación de poemas que tratan “sobre el entorno inmediato, sobre lo que veo a mi alrededor, desde una nube blanca que atraviesa el cielo al libro que estoy leyendo” , además de tres relatos cortos y un cuento que ya había sido descatalogado.
El libro no hubiera sido posible sin la curiosidad de Casas por los seres “curiosos”. En este caso, el propio Rodón, profesor de música y compañero suyo de trabajo en la escuela Camí del Mig de Mataró, donde hace ya más de diez años coincidieron en una aula mientras ella escribía felicitaciones de Navidad en diversos idiomas.
El primer esperantista
“He pensado también escribirla en esperanto, pero no sé cómo se dice”, dijo ella sin imaginar que su interlocutor sabría la respuesta. “Feliĉan Kristnaskon”, respondió Rodon, que además de esperantista es la voz del grupo Kaj Tiel Plu, especializado en cantar canciones populares en esperanto y occitano. Que su compañero de trabajo dominara ese exótico lenguaje internacional hablado solo por dos millones de personas en todo el mundo la dejó sorprendida y muerta de curiosidad. Era el primer esperantista de carne y hueso que conocía en su vida. Le pareció fantástico. “Una lengua que nadie puede hacer suya”, se dijo.
Empujada por la curiosidad, descubrió que su amado J.R.R. Tolkien también era esperantista, y decidió dedicar algunas clases a reflexionar sobre el esperanto y a cantar canciones en este idioma.
Una colaboración musical y pedagógica
“Tanto en el aula como en mis libros, siempre me he esforzado por hacer cosas un poco diferentes”, escribe Casas, que trabajó cuarenta años como maestra. Uno de sus últimos trabajos (L’Univers a tocar), por ejemplo, fue una colaboración poético-musical y pedagógica junto al compositor barcelonés Hèctor Parra. Se trata de una obra formada por 15 piezas inspiradas en sus poemas, y dirigida a alumnos de los primeros cursos de grado profesional de piano.
En La nena que volia ser mestra (Voliana, 2022), Casas se basa en sus memorias para enseñar a los pequeños lectores “a nunca dejar atrás lo que han vivido”, y a tirar adelante. “Utilizo los recuerdos de infancia para relacionarla con temas actuales”, explica Casas, que a pesar de llevar diez años jubilada, sigue visitando escuelas a menudo para participar en talleres y organizar tertulias en torno a sus libros y poemas. “Las presentaciones de libros en general son un tostón, lo divertido es crear debate”, se ríe la autora, que se define como “ecléctica”. “Me inspira todo lo que tengo alrededor”, añade.
En Poemes, relats y marietes, la autora incluye el cuento Vermell Tacat (“Rojo Manchado”) sobre las relaciones sexuales entre dos mariquitas. “Era una forma más poética y sugerente de explicar en clase los temas de género y libertad sexual”, comenta Casas, convencida de que la educación sexual sigue siendo un tema pendiente en muchas escuelas, especialmente en las situadas en entornos sociales más desfavorecidos.
Una crítica al sistema actual
Casas también critica que el actual sistema educativo impuesto por “los de arriba” promueva que los alumnos “hagan cosas continuamente”. ¿Es necesario cambiar de asignatura cada 45 minutos?, se plantea. “Los niños tienen tantos inputs hoy en día que mantener la atención en el aula es difícil”, añade, recordando que en sus inicios como maestra, el horario escolar estaba repartido en “un rato largo” antes de la hora del patio, y “otro rato largo” después del patio. “No hacíamos tantas cosas, pero lo que hacíamos, lo hacíamos bien. A un niño de seis años no le hace falta ir al Museo de la Ciencia. Antes íbamos al patio a observar las flores o al huerto del payés de enfrente. Antes los niños eran reflexivos, ahora hacen”, concluye.
Admiradora absoluta de Rohald Dahl --con sus alumnos llegó a cartearse con él y a visitarlo en su casa-- es muy crítica con los intentos editoriales de censurar la obra del escritor galés, autor de Matilda y Charlie y la Fábrica de Chocolate, por contener vocabulario que supuestamente induce al acoso.
“Dahl era un gamberro, por eso me gusta y hay que dejarlo tal cual. Si aparece alguna palabra malsonante, ¡te aguantas!”, exclama. Según Casas, si empiezan a censurar a Dahl, acabarán “recortando todo lo que quieran”. “La historia es la que es. A los niños se les puede decir “eso se hacía o se decía en aquella época”, y lo entienden perfectamente. Es igual que fumar. Antes se hacía, ahora no. No por eso vamos a censurar las escenas de gente fumando”, concluye.