Ha nacido la Associació Titella i Teràpia de Catalunya (ATTC), una entidad pionera en el territorio que pretende contribuir al desarrollo, la investigación y la divulgación del arte de los títeres y sus aplicaciones en el ámbito psicosocial. Porque este método permite a las personas con dificultades de todas las edades expresar sus emociones y pensamientos de una manera no amenazante, a través de la interacción con muñecos que representan situaciones, problemas y sentimientos. Además, la terapia con marionetas puede mejorar la comunicación, la confianza y la empatía, y fomentar la creatividad y la imaginación.
La terapia con títeres es, pues, una técnica por la que las marionetas “explican cosas que las personas no explican”, en palabras de Teia Moner, una de las cuatro personas que han levantado el proyecto junto con Núria Mestres, Cristina Bertran y Miquel Espinosa. “Hay un vínculo íntimo con el muñeco como una prolongación del propio yo y, al estar privado de amenazas, permite una manifestación más libre de las emociones”, apuntó el pasado 21 de marzo, Día Mundial de la Marioneta, la fecha elegida para la puesta de largo de esta nueva organización con sede en el Museu Internacional dels Titelles (MIT). Moner, titiritera y pedagoga –entre otras caras–, se interesó por ello allá por el 2006.
Un juego
El títere como herramienta de trabajo, no obstante, comenzó a utilizarse mucho antes, hace cerca de un siglo. Como explican desde el MIT, fue la psicoanalista suiza Madeleine Rambert quien, alrededor de 1930, usó las marionetas como método terapéutico por primera vez: “Siguiendo las orientaciones de Anna Freud sobre el juego, y encontrándose con niños que tenían dificultades de habla, se le ocurrió emplear el juego de los guiñoles”. Ese juego “consistía en invitar al infante a imaginar historias para después representarlas con marionetas [...] pues la marioneta se convierte en un medio de transferencia que facilita la expresión de los sentimientos inconscientes del niño que juega”, tal y como añade Eva Cristina Mesas en el trabajo El títere como herramienta de trabajo en arteterapia.
Más adelante, en 1978, Jacqueline Tochette creó en Francia Marionnette et Thérapie, la primera asociación pensada como un lugar de encuentro de titiriteros y terapeutas para poner en común sus inquietudes y trabajar de la mano a fin de ayudar a personas en dificultad, prosiguen desde el MIT. Desde entonces han surgido otras iniciativas parecidas en distintos lugares del mundo, como Japón, España, Italia, Bulgaria, Brasil, Portugal, Canadá, Hungría, Suiza, Líbano… sin olvidar algunos nombres propios en este campo, como Rojas Bermúdez, Jean Garrabé, Úrsula Tappolet y Marta Y. Fernández.
Multitud de aplicaciones
En este contexto ha nacido la ATTC que, si bien apenas comienza a caminar, ya tiene varios proyectos en mente: la participación en la VIII Jornada internacional de educación y títeres 2023 y la colaboración con la Fundación Sanitaria del Hospital de Mollet, con FADEAM (Fundación de Atención a los Discapacitados) y con los servicios penitenciarios.
Estas tres (salud, personas con discapacidad y presos) son solo algunas de las aplicaciones de la terapia con títeres. Por ejemplo, desde su descubrimiento, esta técnica se ha empleado para rehabilitar a pacientes psicopáticos que habían perdido sus vínculos sociales tras un largo periodo de hospitalización; con personas con otro tipo de enfermedades mentales y grandes déficits comunicativos; para ayudar a la integración de niños extranjeros escolarizados; para trabajar con muchachos sordos; para integrar a infantes con desórdenes de la personalidad y el comportamiento; para desbloquear a niños con retraso mental ante el colapso para realizar ciertas actividades intelectuales; como experiencia psicomotriz con menores con patologías de todo tipo; y para tratar casos de violencia machista. “Se trata de trabajar los conflictos en un mundo simbólico para que ello repercuta en la vida real”, explica Núria Mestres, coimpulsora de la ATTC.
La creación del títere
Ahora bien, la mayoría (por no decir todos) de los especialistas coinciden en que es primordial que los pacientes construyan sus propios títeres, pues los vincula con el personaje y es entonces cuando afloran las emociones escondidas con mayor facilidad. “Todo aquello que proyectamos en nuestro títere durante su construcción hace que nuestro muñeco se vaya haciendo más personal, y nos permite familiarizarnos con él de manera que será el creador quien mejor pueda entender la dinámica del títere y manejarlo”, detalla Mesas en su estudio.
En conclusión, en la terapia con títeres se emplea a los muñecos o marionetas para representar situaciones, problemas y sentimientos que el paciente puede estar experimentando y que le pueden ayudar a expresar lo que siente. La técnica puede ser especialmente útil para niños y adolescentes, ya que pueden sentirse más cómodos y relajados al interactuar con las figuras. Sin embargo, también puede ser efectiva para adultos que están lidiando con problemas emocionales o psicológicos.