Hace 20 años, una serendipia cambió la historia de la evolución. El vertedero de Can Mata –el más grande de Cataluña–, en Els Hostalets de Pierola (Barcelona), estaba a punto de someterse a una ampliación y, como ocurre en estos casos –y más si se trata de una zona fosilífera del mioceno como esta, trufada de yacimientos–, se realizaron seguimientos paleontológicos por lo que pudiera haber. Pues bien, allí apareció, “casi rodando”, un cráneo que los especialistas en seguida calificaron de único. Tras los análisis, confirmaron que se trataba de los restos del antepasado común de humanos, gorilas, chimpancés y orangutanes.
El paleontólogo Salvador Moyà, del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, recibió la llamada y se presentó ipso facto en Can Mata. Ahora, 20 años después, recuerda para Crónica Global aquel descubrimiento y hace hincapié en que “no se ha encontrado nada parecido en ningún otro lugar” de la Tierra. “El impacto que tuvo fue inimaginable, salió en todas partes, hasta en la revista interna de un crucero; no lo esperábamos”, detalla. “Es muy difícil encontrar fósiles así”, insiste, y destaca que ese homínido, al que llamaron Pau, “volvió a la vida” 12 millones de años después de su muerte.
Un macho que se ponía de pie
“Es normal que un fósil tenga un nombre porque ello facilita la divulgación y lo acerca a la gente”, argumenta. Sobre la elección de un apelativo tan pacífico como Pau (paz, en catalán), resuelve que se bautizó así en el contexto de la guerra de Irak. Pero ¿cómo era nuestro antepasado y, sobre todo, por qué es tan especial? En palabras de Moyà, era un “individuo macho, bastante joven, con dentadura salida, pesaba alrededor de 30 kilos y medía 120 centímetros”. Lo más fascinante, sin embargo, es que es la “especie más antigua” que adoptó la postura vertical, aunque solo fuera para trepar.
Desde aquel primer descubrimiento, se recuperaron más de 80 huesos de Pau, que dan también pistas sobre cómo murió. “Tenía poco desgaste, así que seguramente fue cazado, o bien falleció de forma natural y fue devorado por los carnívoros”, expone el paleontólogo, que añade que este antropoide era frugívoro y comía restos vegetales, como hojas. En aquellos tiempos, el actual municipio de Els Hostalets de Pierola era como “las selvas de Sumatra y Borneo”, con un clima subtropical, había mucha “humedad, lluvias y diversidad de fauna espectacular”, como rinocerontes y ardillas voladoras.
Nueva perspectiva
Hasta el nacimiento de Pau, era imposible “especular sobre cómo era el antepasado común”, recuerda el paleontólogo. Esa suerte de eslabón perdido “es mucho más primitivo de lo que se pensaba”, por lo que ha permitido destruir la “imagen simplista” que se tenía de él. Además, “las revisiones de los últimos años comienzan a consolidar la nueva perspectiva”, concluye Moyà sobre los restos del ancestro común.
El cráneo del Pierolapithecus catalaunicus apareció a finales del 2002, se dio a conocer en los medios el abril siguiente y, en noviembre del 2004, el descubrimiento de esta especie lo publicó la prestigiosa Science.