Santa Eulalia es la copatrona de Barcelona, su festividad se celebra el 12 de febrero y, a partir de aquí, existen pocas más certezas acerca de esta figura, que ni siquiera se sabe si existió en realidad. Sin embargo, es posible conocer la leyenda de la joven mártir y sus supuestos milagros a partir de una ruta por las calles de la capital catalana.
El imaginario colectivo sitúa el nacimiento de Eulalia (290-303) en el conocido como desierto de Sarrià –allí se encuentra hoy el paseo de Santa Eulàlia–, aunque otras fuentes mencionan que residía en el centro de Barcino. Sea como sea, la mayor parte de sus datos biográficos provienen de la passio, un texto del siglo VII del religioso Quirico de Barcelona en el que se menciona que la muchacha pertenecía a un noble linaje. En lo que sí coinciden las historias es en su talante caritativo, y también en su defensa de la cristiandad. Sin ir más lejos, se enfrentó al gobernador Daciano quien, siguiendo las órdenes del emperador Diocleciano, comenzó a perseguir a los cristianos. Y ella se plantó. Como respuesta, fue brutalmente castigada hasta la muerte.
Una cárcel y una bajada
El texto original menciona que Daciano ordenó encarcelarla (se supone que en una prisión de la calle del Arc de Santa Eulàlia) y azotarla, pero como se negaba a renunciar a su fe, la llevó al potro de tortura, primero, y exigió que la quemasen, después. Tras ello, se expuso su cadáver en una cruz para que los pájaros se la comieran, pero una gran nevada llegó de repente para cubrir su cuerpo y protegerla. Tres días después, los barceloneses la enterraron. Sin embargo, la leyenda se ha agrandado con el paso de los siglos y eleva a 13 (su edad) los martirios sufridos y los ubica en distintos lugares de Barcelona. Por ejemplo, se dice que fue golpeada con garfios hasta abrirle la piel, que la metieron en un brasero, que quemaron sus pechos, que fregaron sus heridas con piedra tosca, que la introdujeron en un corral de pulgas, que le vertieron aceite hirviendo y plomo fundido por encima, que la tiraron en cal viva y, para rematarla, la arrojaron calle abajo dentro de una bota llena de cristales rotos y clavos. De ahí el nombre de la bajada de Santa Eulàlia, en el barrio Gòtic de Barcelona, aunque en su tiempo no existía ese trazado.
La leyenda, asimismo, sitúa su muerte en diversos puntos de la ciudad, de los que se destacan dos: el pla de la Boqueria (una escultura de Santa Eulàlia a la altura de un balcón la recuerda) y la plaza del Pedró, donde resiste el monumento más antiguo de Barcelona (s. XVII), una fuente dedicada a la joven mártir y en la que se muestra junto a una cruz en forma de aspa, la misma en la que, según la tradición, fue crucificada.
La catedral y la plaza del Àngel
A partir de ahí, empieza otra parte de la leyenda que explica cómo escondieron el cuerpo para enterrarlo en paz. Por un lado, la mencionada nevada habría provocado la huida de los soldados que la custodiaban y habría permitido que los padres sepultasen el cadáver de su hija. Pero otras voces sugieren que, un día después de la crucifixión, unos cristianos cogieron el cuerpo y lo ocultaron en la iglesia de Santa Maria de las Arenas, que se ubicaba junto a la actual basílica de Santa Maria del Mar. Y allí permaneció largo tiempo. Hasta que muchos años después fue descubierta y los habitantes concluyeron que sus restos debían reposar en la catedral de Barcelona, donde siguen desde entonces.
La ruta por Barcelona podría terminar aquí, pero hay al menos dos puntos interesantes más. Según el relato, cuando se produjo el traslado de sus restos hacia la catedral, la procesión se detuvo porque la urna se hizo tan pesada que era imposible seguir con el camino. Entonces bajó un ángel del cielo y señaló a uno de los acompañantes, quien reconoció que había robado un dedo del cuerpo santo. Cuando lo devolvió se reanudó la marcha. Ello habría ocurrido en la plaza del Àngel, de ahí su nombre.
Una tienda de ropa
Y el último punto es la reconocida tienda de ropa Santa Eulalia, ahora emplazada en el paseo de Gràcia, pero antaño ubicada en el mencionado pla de la Boqueria, donde la tradición sitúa la posible muerte de la joven, por lo que la gente no dudó en nombrar el comercio como Almacenes Santa Eulalia. La figura que luce allí, de hecho, se colocó a petición de los impulsores del negocio, como explica en su página web.
Para terminar, queda mencionar algunos de los milagros que permitieron su conversión en santa. Por ejemplo, convirtió pan en flores, logró que un pozo seco diese agua y provocó la gran nevada que tapó su cuerpo muerto y desnudo para evitar su exposición. Por cierto, las 13 ocas de la catedral cobran ahora todo el sentido.