Los reiterados incumplimientos de la Consejería de Educación de la Generalitat de Cataluña llevan de cabeza a las familias del Instituto Escuela Pallerola, en Sant Celoni (Barcelona). Un centro, además, que desde 2019 --a petición de este departamento-- recibe también a alumnos de secundaria con la promesa de tener un nuevo edificio para la ESO. Pero tres años después, ni está ni se le espera; y el colegio ya está al borde del colapso, con más de 700 estudiantes.
Los padres siguen movilizándose y reclamando a la Generalitat que se dé prisa con los trámites, pero también instan al Ayuntamiento de Sant Celoni a que tome las riendas de un problema que lleva años enquistado y que no se prevé solventar hasta 2027, como pronto.
Zona inundable
La Consejería de Educación anunció en 2019 que el Pallerola pasaría a ser un instituto escuela para el que se construiría un nuevo edificio “de la forma más rápida posible”, y con la previsión de que estuviese acabado en 2021. Pero nadie se imaginaba que la edificación se alargaría tanto y, de hecho, ni ha arrancado a causa de varios percances. Los problemas en la edificación, en el planteamiento del proyecto y en la demora en los trámites provocaron la huida de las empresas constructoras que licitaron la obra.
Tampoco contribuyeron la pandemia del Covid y un informe de la Agencia Catalana del Agua (ACA) que calificaba de zona inundable una parte del terreno donde se pretendía hacer la edificación.
Se pierde el aula de inglés y de música
Mientras tanto, los alumnos han ido aumentando y pasando de curso en una escuela cuya capacidad sigue siendo hasta sexto de primaria. La falta de espacio ha obligado a reacondicionar las clases: se han perdido el aula de inglés, la de música, dos salas polivalentes, el huerto y el espacio de comedor.
Las familias de la escuela se han movilizado en incontables ocasiones, pero las buenas noticias no llegan, sino todo lo contrario: en una de las últimas reuniones que mantuvieron con el consistorio y con el Departamento de Educación, el plazo se alargaba hasta 2027, siendo optimistas, ya que el informe de la ACA obliga a “replantear el proyecto, volviendo al punto cero”, dicen fuentes del ayuntamiento. “Teniendo la redacción del proyecto contratado en 2023 no ven viable tener el edificio hasta de aquí cuatro o cinco años”, agregan.
La última baza de los padres
Los padres consultados por Crónica Global agradecen la labor de los docentes para sobrellevar el día a día en un centro que acumula ya 700 alumnos. “Los niños nos desbordan por todos los lados”, expresa Pilar Herrero, madre de dos menores de la escuela y portavoz de la AFA. Ante este panorama, y viendo que las obras todavía deberán esperar, las familias reclamaron un barracón provisional que ha llegado, pero “tarde”, pues se podrá empezar a utilizar a partir de enero, meses después del inicio de curso. “No podemos aceptar que nuestros hijos no dispongan de espacios dignos que necesitan para recibir la educación de calidad que merecen”, añade Herrero.
La última baza que tienen los padres es lograr que el Ayuntamiento de Sant Celoni adelante parte del dinero para comenzar los trámites del proyecto, que parte de cero. Y lo han hecho a través de una moción que fue aceptada en el pasado pleno municipal por todos los partidos: “De esta forma, en vez de tenerlo en 2027 podríamos tenerlo en dos años”, expresan, esperanzados.
El ayuntamiento se defiende
Desde el equipo de gobierno aseguran que la iniciativa aprobada en este sentido ya se ha trasladado “por escrito y de palabra” al Departamento de Educación, que todavía no ha dado respuesta. Además, el consistorio se defiende de las críticas de los padres, que le acusan de ser poco proactivo, asegurando que “sostiene” económicamente el centro educativo. Según sus cifras, además de los gastos anuales de mantenimiento, conserjería y suministros --que ascendieron en 2021 a 292.437,70 euros--, cada año dedican una partida a hacer inversiones "con el objetivo de mejorar las instalaciones y adaptarlas a las nuevas necesidades".
Pero entre unos y otros, la casa está sin barrer. Y las familias lo tienen claro: seguirán presionando a través de movilizaciones para que sus hijos tengan “un espacio digno donde desarrollar sus conocimientos para su futuro”.