La Agencia Catalana del Agua (ACA) afronta esta semana una reunión clave para decidir si declara el estado de alerta en la región metropolitana de Barcelona --ahora mismo la región está en prealerta--. La medida traería consigo nuevas restricciones enfocadas, fundamentalmente, a actividades desvinculadas del consumo, como mantenimiento de parques y jardines, usos reacreativos y riego agrícola.

A principios de agosto, el director del organismo público, Samuel Reyes, amagó por primera vez con endurecer las limitaciones de suministro en la conurbación barcelonesa, pero a la vuelta del verano se pospuso la decisión. Hace solo un mes, Reyes lanzó la misma advertencia para "finales de noviembre o principios de diciembre", cuando las reservas de las cuencas internas estaban al 37%. A fecha de 14 de noviembre, los embalses de la comunidad están al 34% de su capacidad.

Próximos pasos

Fuentes consultadas por Crónica Global subrayan que el deterioro de los recursos hídricos, así como la persistente falta de lluvias, podrían precipitar un cambio de paradigma antes incluso de las previsiones de Reyes. Un portavoz de la ACA ha reconocido que el comité de sequía emitirá una valoración en los próximos días, pero ha puntualizado que su aplicación no será inmediata.

Si se proponen nuevas restricciones, estas deberán consignarse en una resolución del director de la ACA. A continuación, el Govern deberá emitir un decreto y, posteriormente, aprobarse en el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (DOGC). Tan solo entonces las medidas entrarían en vigor. ¿Cuáles? Se podrían decretar cortes para usos urbanos, como limpieza viaria y fuentes, pero también para actividades como la limpieza del coche y el llenado de piscinas. No se tocaría el agua de boca.

Situación preocupante

Por ahora el estado de alerta tan solo se ha declarado en la cornisa nororiental (Empordà y acuífero Fluvià-Mugà), las comarcas centrales (lago de Banyoles, Cordillera Transversal, Llobregat Medio y Cabecera del Ter) y en la parte superior del Camp de Tarragona, como puede comprobarse en el visor informativo de la agencia pública.

Estado de la sequía en las cuencas internas catalanas / ACA

En total, 301 municipios tienen limitados algunos usos del agua. O lo que es lo mismo, 700.000 personas. Si la Gran Barcelona pasa del verde al amarillo, se estaría afectando una porción ínfima del territorio que, sin embargo, representa más del 40% de ciudadanos de la comunidad. La situación es preocupante: algunos pueblos se han visto obligados a cegar algunos pozos ante la carencia de potabilidad por la bajada del caudal.

Desalinizadoras

Con todo, la coyuntura aún no reviste los tintes de la grave sequía de 2008, cuando los embalses del Ter y del Llobregat rozaron el 20% de capacidad. El escenario actual más bien trae a colación las urgencias vividas en 2017 y 2018. Entre ambos periodos, además, se ha puesto en marcha la nueva desalinizadora de El Prat que ha ayudado a paliar la escasez de lluvias.

Hoy en día, las dos plantas desalinizadoras de la comunidad (Blanes y El Prat) trabajan a pleno rendimiento. Ambas instalaciones funcionan al 90% de su capacidad, lo que supone una producción media desde enero de 5,4 hectómetros cúbicos al mes. Desde febrero, han incrementado el nivel de producción sumando un volumen superior a los 47 hectómetros cúbicos, un hecho que ha ralentizado el descenso de reservas naturales.

Huesos y grietas con sequía del pantano de Sau (Barcelona) / EP

¿Y la regeneración?

Por otro lado, si la situación empeorase todavía más, se haría difícil instaurar mecanismos de ahorro domésticos, puesto que en la última década el consumo promedio por hogar ha caído en Cataluña al entorno de los 100 litros por persona y día. Una cantidad estandarizada a partir de la cual el ahorro en casa se vuelve muy complicado, según han comentado fuentes expertas.

"Si no hubiera sido por las dos desalinizadoras, la región metropolitana hubiera entrada en alerta a principios del verano", reconoció recientemente Jordi Molist, director del área de abastecimiento de la ACA. Por tanto, urgen mejoras en la optimización del suministro. Tras años con las inversiones a cero, la ACA está ultimando su plan de gestión de las cuencas internas hasta 2027, que contempla la construcción de 25 centrales regeneradoras y la puesta en marcha de otra desalinizadora en Blanes. Mientras tanto, se mira al cielo. El próximo viernes se anuncian lluvias.