Nuevo giro en el caso de los okupas ucranianos de Sant Adrià de Besòs. Tras recuperar su vivienda, la propietaria rusa ha denunciado el robo de la caldera y otros objetos que han desaparecido del inmueble y sospecha de sus inquilinos desahuciados.

Gala, la dueña, ha presentado una denuncia ante los Mossos d'Esquadra por robo. El desalojo de la vivienda se llevó a cabo el pasado jueves, cuando la madre y la hija que la okupaban junto a la pareja de una de ellas ya llevaban dos semanas en otro alojamiento.

Se llevaron hasta las cortinas

Tras el desahucio, que se alargó durante más de dos horas por los ladridos de un perro que resultó no existir y porque la puerta había sido cambiada por una blindada, Gala comprobó el estado del piso. En seguida echó de menos la caldera, que había sido arrancada de cuajo.

También faltaban un sofá, la mesa del comedor, las sillas y las cortinas. "No había nada caro en el piso, pero todo vale dinero y yo lo he comprado y lo he puesto en el piso pero no para que me lo roben. El piso se ha quedado muy sucio y en vez de agradecer que han vivido casi tres años en él gratuitamente, han echado tinta o pintura en otro sofá, todo para estropear la casa", lamenta la propietaria.

Los okupas no pidieron ayudas

Fuentes del ayuntamiento señalan que la familia ucraniana "está en la lista de espera de la mesa de emergencia" habitacional. Sin embargo, "hacía tiempo que había contactado con los servicios sociales de Sant Adrià y no pedía nada, solo quería el piso que habían okupado".

De hecho, la familia de Inha y Madlena "tampoco pedía servicios ni entrar en ningún programa". Tras eso, los serivicios sociales municipales les han perdido la pista. Asimismo, desde el consistorio recuerdan que no se trata de refugiadas de guerra, como ellas declaran, sino que llegaron a España "mucho antes" de la invasión de Putin.

El piso ruso okupado por ucranios en Sant Adrià de Besòs tras el desahucio / VR - CG

La familia vuelve a la zona

Después de ganar esta larga lucha, Gala está  "contenta", pero denuncia que "el novio de la okupa joven sigue viniendo a la comunidad, según los vecinos". "No sé qué quiere", dice la dueña del dúplex con inquietud.

"Tienen que dejarme en paz, porque no sé que están buscando", manifiesta. Ahora, pide que policía y la aseguradora hagan "su trabajo" y, si bien sospecha que sus antiguas inquilinas pueden ser las autoras del robo, cree que los Mossos deben investigarlo.

¿Vulnerables?

"No son más vulnerables que yo. Sí, tengo un piso, pero tiene una hipoteca que hay que pagar cada mes. Ellos no pagaban nunca ni los suministros", añade Gala. "Me han dejado la deuda de la comunidad, no pagaban nada", protesta.

Gala es madre soltera y tiene "una hija menor a la que mantener", mientras que asegura que las okupas ucranianas "son mayores de edad y pueden trabajar". "Esta no es una situación de vulnerabilidad, es de mucha comodidad de los okupas que no pagan nada y se aprovechan de todo. Sinvergüenzas", zanja.