Ketevani lleva tres años esperando que una enfermera escolar atienda a su hijo, alumno del centro Sants Innocents de Barcelona. Una escuela de educación especial que, como muchas otras, no cuentan con una figura “clave” para lidiar con muchos de los problemas del día a día. Entre ellos, los de Giovanni, que con seis años sufre el síndrome de Prune Belly --un trastorno congénito del aparato urinario-- que le impide hacer sus necesidades de forma natural, requiriendo una sonda.
Pero la escuela no posee de una enfermera escolar que responda a sus necesidades. Eso es, vaciar la sonda para que no se acumulen bacterias. Por eso, lleva tres años dependiendo de su madre que, cada dos o tres horas debe acudir al centro. Aunque lo hace orgullosa para que su hijo “pueda estudiar”, lamenta que se le hace difícil organizarse para llevar a cabo también sus propósitos como mujer trabajadora y estudiante.
"Estoy muy limitada"
Con 30 años, Ketevani estudia español y catalán, que le llevarán a cumplir su sueño: trabajar en el ámbito del derecho, de lo que se graduó estando en su país. Su objetivo es, hoy por hoy, aprender el idioma y estudiar. Cuestiones nada fáciles para ella: “Estoy muy limitada. Vivo poniéndome alarmas constantes para que me avisen cuando tengo que salir hacia la escuela”, relata en declaraciones a Crónica Global.
En este sentido, asegura que una enfermera que haga esa labor le facilitará la vida. Pero llevan años esperando, muy a pesar también de la directora del centro, Gloria Juan, quien lamenta que el Consorcio de Educación de Barcelona (CEB) les dé largas. “El CEB no piensa en que son niños con necesidades especiales. La parte educativa está cubierta, pero la sanitaria lo está gracias a los padres y al hospital de referencia”, asegura la profesora, que agradece la labor del centro sanitario de Sant Pau.
"Los maestros no somos médicos"
En este sentido, la directora reconoce sentirse impotente: “Te encuentras con que estás atendiendo a alumnos con necesidades a los que no puedes ayudar como es debido”. Y es que recuerda que los maestros no son médicos: “No tenemos formación sanitaria. Por eso a la mínima llamamos al teléfono 112. Es inevitable preguntarte si estás cruzando una línea que no deberías cruzar”, avisa.
Lo cierto es que hay varios centros de educación especial que se pueden costear una enfermera. ¿Cómo? A través de las familias o la dirección, siempre y cuando se lo puedan permitir. No es el caso de Sants Innocents, donde acuden en su mayoría familias vulnerables.
Falta de recursos
También Ana Mourelo, madre del pequeño Aitor, con disfagia, y promotora del primer parque inclusivo de Barcelona, lamenta que Educación no tenga en cuenta las necesidades de estos niños, ni siquiera cuando deben acudir a un centro especial. De hecho, cabe recordar que la conselleria promovió en 2017 un decreto de inclusión en el que se establecía que todos los menores --tengan o no una discapacidad-- debían ir a una escuela ordinaria. Algo que, “por la falta de recursos que hay en la educación pública, es inviable, por lo que las familias optan por un centro especial”, en los que no siempre cuentan con lo necesario. Por ejemplo, la enfermera escolar.
“Tenemos recursos de fisioterapia o psicología, pero nos encontramos que por sus casuísticas --niños que tienen enfermedades más complejas-- necesitan la atención especial de una enfermera”, explica a este medio. Otro de estos ejemplos es su pequeño, a quien alimentan por sonda nasal. “Como en la escuela no hay enfermera, la función de ponerle el desayuno la debe hacer su tutora".
Centros ordinarios
Los centros de educación especial no son los únicos que reclaman la figura de la enfermera o enfermero escolar. Los colegios públicos ordinarios, que albergan a más del 67% de la población escolar, también lo ven necesario. "Allí se exige al profesorado y otro personal escolar que asuman la asistencia sanitaria de alumnos, algo que no les corresponde", explican desde la Plataforma Estatal de la Enfermera Escolar a este medio.
En este sentido, recuerdan que este tipo de alumnado también puede requerir la atención profesional de un sanitario, ya sea en casos puntuales --accidentes, reacciones alérgicas, convulsiones-- o en casos de problemas de salud crónicos, como la diabetes, el asma, o la epilepsia, por ejemplo.
No existe regulación
A pesar de la presión que vienen ejerciendo familias y profesores de estos centros a las administraciones en los últimos años, no existe todavía un regulación clara ni uniforme al respecto. La implantación de esta figura se ha intentado llevar a cabo en muy pocas comunidades autónomas hasta la fecha, y las que lo han hecho ha sido mayoritariamente en centros de educación especial.
A diferencia de España, aseguran, la enferma escolar sí es una figura consolidada en países como Reino Unido, Francia, Suecia, Canadá y Estados Unidos, Argentina o Chile, entre otros. Así, insisten en que la responsabilidad de atender a los alumnos no debe recaer en los docentes u otros profesionales del centro educativo, ya que "no tienen ni formación sanitaria especializada ni competencias para ello". "La enfermera escolar puede suponer un cambio en la vida de miles de familias", concluyen.