El auge de la marihuana en Cataluña no es la causa principal de la proliferación de armas blancas en la calle, pero no ayuda, al contrario. El aumento de plantaciones y los narcotraficantes que las custodian ha contaminado la noche barcelonesa con más navajas y cuchillos que antes. Ello es factor coadyuvante para explicar algunas de las trifulcas con filos cortantes, que en casos puntuales han terminado en homicidios.
Lo explica Imma Viudes, portavoz del sindicato de Mossos SAP-FEPOL, que confirma que el asentamiento de grupos criminales de la marihuana en Cataluña ha traído consigo el uso de armas blancas. Las personas que se dedican al cultivo y la venta de esta sustancia, expresa, "van armadas para defenderse" de posibles vuelcos o robos de la mercancía ilegal por parte de otros narcos. El problema reside en que cuando salen a la calle "también van armados". "Es una realidad incontestable que hay más armas en la vía pública y que están cambiando los modelos delincuenciales", explica.
Una cuestión de poder
En la misma línea, Xavier Pastor Pérez, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experto en conflictos, expresa que, aunque no lo considera el principal factor de un aumento del porte de armas blancas entre los jóvenes, estos colectivos delincuenciales, que han convertido a Cataluña en un "exportador de la marihuana", han contribuido a un mayor uso de navajas y cuchillos.
"Las bandas criminales van armadas, bien porque en una situación de confrontación les otorgan poder, o bien para protegerse de posibles hurtos o llevar a cabo ajustes de cuentas", explica el experto. No obstante, aclara, se trata de un aumento del porte de armas, pero no de la violencia. El problema reside en que cuando existe un enfrentamiento entre jóvenes, "lo que antes se solucionaba con un intercambio de palabras o con unos golpes, ahora tiene resultados fatales, con delitos de sangre y muerte"
"La marihuana se ha pasado por alto"
Abunda en esta tesis, aunque desde otra óptica, Antoni Flores, mando en la escala superior de Policías Locales de Cataluña y miembro del Colegio de Criminólogos de Cataluña. "Vemos una y otra vez cómo los cuerpos policiales desmantelan enormes plantaciones de marihuana interiores y exteriores en la región. Pero apenas se repara en el daño que está causando el aumento de esta droga en la población local".
El también jefe de la Policía Municipal de Terrassa (Barcelona) y doctorando en el campo de la seguridad critica que "desde algunos círculos se banalice la marihuana como una droga blanda, cuando está provocando auténticos estragos entre la juventud". Destaca "los daños neurológicos sobre los chavales que empiezan a consumirla a edades muy tempranas, con 12 y 13 años, cuando aún no están plenamente formados": "Las áreas de Psiquiatría de los hospitales reciben cada vez más casos de jóvenes con daño derivado del consumo".
Empeora el uso de las armas
El funcionario y experto en seguridad apunta también en la dirección de que la marihuana "contribuye con otros muchos factores al mayor uso de las armas blancas". ¿Por qué? "Porque estas se acaban utilizando en un entorno de ocio nocturno y consumo de tóxicos distintos, como el alcohol y el cannabis a la vez, lo que reduce el sentido de percepción del riesgo y rebaja las barreras éticas para utilizar una arma".
De hecho, el investigador en criminología y policía recuerda que en algunos de los hechos violentos acaecidos recientemente "las drogas y el alcohol estaban presentes". Es por ello que un abordaje "multidisciplinar" de la violencia con armas requerirá también "detenerse en el auge de la marihuana en Cataluña".