Los últimos crímenes cometidos en Cataluña por cuchilladas, que se saldaron con la muerte de dos chicos de 19 años --uno asesinado en Salou y otro en pleno centro de Barcelona--, han hecho saltar todas las alarmas. Los sindicatos policiales, la seguridad privada y el sector del ocio nocturno alertan de la “normalización del uso de armas blancas” entre los jóvenes y piden la adopción de medidas urgentes para frenar su utilización.
Las entidades que representan a los empresarios del ocio nocturno solicitan un mayor número de efectivos policiales “a la hora del cierre, cuando una gran cantidad de gente sale de la discoteca bajo los efectos del alcohol y más exaltada”. Fernando Martínez, director general de la Federación Catalana de Locales de Ocio Nocturno (Fecalon), propone, además de un incremento del patrullaje como medida disuasoria, que se realicen cacheos en la calle para detectar armas blancas, con especial incidencia “en las inmediaciones de las discotecas, donde se han registrado las reyertas”.
"Violencia gratuita"
Desde los sindicatos de Mossos d’Esquadra confirman que es necesario destinar más recursos policiales para evitar estos episodios de violencia entre jóvenes que, además, “generan una gran alarma social”. Desde el sindicato SAP-FEPOL advierten de que “el modelo de violencia está cambiando, no solo en el contexto de Cataluña, sino en el conjunto del territorio español”, expresa Imma Viudes, portavoz del sindicato policial. "Es una realidad incontestable que ahora hay más armas en la calle", denuncia.
Señala, además, que “la violencia es cada vez más gratuita tanto en las reyertas callejeras como en los enfrentamientos con la policía” por lo que propone la adopción de medidas urgentes a corto plazo que pasan por cambios legislativos para endurecer las sanciones para quienes porten armas. También propone colocar detectores en las entradas de los clubes y discotecas y aumentar la colaboración con la seguridad privada.
Armas y gas pimienta
En la misma línea, Sergio Sánchez, portavoz de ADN Sindical apuesta por un modelo de seguridad integral, que tenga en cuenta los factores que inciden en la prevención de riesgos. Además de la colaboración de la seguridad pública y privada, desataca la importancia de crear itinerarios seguros, que no solo evitan agresiones sexuales, sino que sirven para disuadir la comisión de otros delitos. En este sentido, propone medidas que a priori podrían parecer muy simples, pero que se ha demostrado que tienen una incidencia en la reducción de los crímenes "como mejorar la iluminación en la vía pública o la limpieza para que la zona no esté degradada".
“La gente echa de menos ver a personas uniformadas en las calles, eso les hace sentir más seguros”, expresa Sánchez. Si no se sienten seguros, optarán por llevar armas para defenderse. Asegura que en los últimos meses los vigilantes de discotecas de las zonas de Santaló y la Marina han detectado también que los jóvenes salen con espray pimienta. "Nos hemos encontrado incluso con turistas que, al pasar la bolsa por los rayos de una casa modernista de Barcelona, llevaban un cuchillo porque dicen que se sienten inseguros”, expresa.
"La solución policial es parcial"
Esta tesis la refrenda Xavier Pastor, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experto en conflictos, que asegura que la presencia policial actúa como "método disuasorio y de contención". Se observa, expresa, en cosas tan básicas como en que, cuando hay agentes cerca, "se reducen hasta las micciones en la vía pública".
Comparte el análisis Antoni Flores, del Colegio de Criminólogos de Cataluña (CrimiCat), admitiendo que "es cierto que faltan efectivos en la calle, tanto de Mossos d'Esquadra como de policías locales, que a menudo son quienes hacen la labor de seguridad ciudadana real". Más agentes en la vía pública en zonas de ocio nocturno, no obstante, "no abordan el problema de fondo, ya que son necesarias soluciones nuevas, imaginativas, y que actúen de corrector en el ámbito social".
"Músicos como el Morad también son responsables"
Este abordaje de fondo lo comparte Joan Caballero, experto en bandas urbanas y delitos de odio, aunque aporta otra clave. El investigador recuerda que un análisis suyo [este] ya citaba la música como factor radicalizador de determinados grupos juveniles que pueden tender a la violencia tras el desarraigo. "Las canciones no generan la violencia en sí, pero en determinado barrio con problemas sociales de fondo, pueden ser la mecha que prenda la llama de un caldo de cultivo al actuar de forma tóxica sobre jóvenes cuya identidad no está del todo formada".
En este terreno, Caballero recuerda que artistas como el Morad "son responsables" por ser "vectores de radicalización" de jóvenes, al desligarlos de la estructura social, a la que responden siempre con "victimismo". "Fíjense que creer que son víctimas sociales y que están perseguidos por la policía --en lugar de promover valores en positivo como el esfuerzo-- es un rasgo que comparten las bandas juveniles de inspiración latina, los neonazis y la ultraizquierda", apostilla.