Badalona, 24 de agosto, 9.26 horas. Los bomberos llegan a la calle Quevedo, número 25. Un incendio en el 5º 3ª crea una columna de humo que sale por una de las ventanas donde se encuentran dos menores, hermanos, de 13 y 15 años, mientras en la contigua las llamas abrasan el perímetro de la cristalera. Así lo explican vecinos y comerciantes que se encontraban presentes cuando dos patrullas de la Guardia Urbana aparecieron en el lugar, minutos antes que el resto de los servicios de emergencias.
Los bomberos desplegaron con gran rapidez, y según dictan los protocolos establecidos, la escalera mecánica para socorrer a los dos jóvenes atrapados entre la humareda y el fuego. En este proceso deben comprobarse tanto la estabilidad como la sujeción, para que el rescate tenga éxito y no acabe en tragedia. Pero los menores, ante la angustia de ver su piso devorado por las llamas y sin salida, saltaron al vacío desde el quinto piso. Muchos son los que han acusado al cuerpo de falta de celeridad, aunque varios testigos aseguran que los agentes actuaron con todas las diligencias y profesionalidad exigidas, ante los gritos y abucheos de muchos curiosos concentrados frente al número 25 de la calle Quevedo.
Rescate ante el nerviosismo de decenas de curiosos
Los transeúntes contemplaban con horror e impaciencia las amenazantes llamas. Los presentes intentaban agilizar la evacuación de los tres jóvenes, pero el nerviosismo que se respiraba en la escena solo complicó el trabajo de los equipos de emergencias. “Había un camión de bomberos parado y no podían sacar la escalera”, señala Ana, la encargada de una agencia de viajes próxima al lugar del incendio.
“Había gente chillando, los vecinos gritaban que sacasen la escalera”, recuerda Ana, que vio una gran cantidad de ambulancias y efectivos de bomberos al llegar a su puesto --concretamente diez y ocho dotaciones, respectivamente, junto varios coches de Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana--, mientras “salía humo y llamas” del edificio. “Han tardado”, reconoce la trabajadora, que pese a ello defiende la labor de los bomberos porque siguieron las pautas y protocolos de seguridad: “La gente piensa que es inmediato”, lamenta.
“Miré a ver qué pasaba, pero en cuanto gritaron que se habían tirado desde un quinto piso me volví a meter dentro de la tienda”, rememora la propietaria de una peluquería de la calle aledaña Ramón y Cajal. No es el único caso en el que la angustia provocada por el clamor de curiosos concentrados hizo refugiarse en sus locales a los comerciantes. “No me he asomado, no he querido, solo he visto el fuego”, reconstruye la gerente de un establecimiento de depilación de la misma vía.
Los servicios de emergencias necesitan calma
Los cuerpos de emergencias no tardaron en confinar a los vecinos y viandantes que se encontraban en la zona en los comercios más cercanos. “No nos dejaban salir”, asegura Ana. “Vi el fuego cuando llegaron los bomberos, estaba la Guardia Urbana también, pero me tuve que ir a cubrir un encargo y solo vi a los chicos en la ventana con el fuego y el humo. Al volver no había nadie en la calle prácticamente, solo los servicios de emergencias”, explica otro trabajador de un establecimiento situado a pocos metros del número 25 de la calle Quevedo. Tras el trágico salto de los dos menores, los agentes recomendaron a la población volver a sus casas y negocios para poder trabajar con la máxima celeridad posible.
Pese a lo angustioso del rescate y la gravedad de los heridos, el fuego no presentó especial complejidad para los bomberos. Lo extinguieron rápidamente y revisaron y ventilaron el piso hasta las 14.05 horas. Los últimos efectivos se retiraron a las 15.48 h. Por la tarde, la calle parecía un desierto. “No hay nadie”, describía una de las comerciantes: “Solo pasa gente de vez en cuando para chafardear el agujero negro en el edificio”.
Los dos menores, en estado crítico
Uno de los menores se precipitó al vacío justo cuando llegaban las primeras unidades de emergencias. Los bomberos se apresuraron entonces a extender la escalera, pero cuando el mecanismo ya estaba ascendiendo, el hermano de la primera víctima no pudo soportar las llamas y se tiró. Los dos chicos, de 13 y 15 años, fueron hospitalizados --en el Germans Trias i Pujol y en el Vall d'Hebron-- en estado muy grave y uno de ellos entró en quirófano sin que se haya sabido nada más sobre su estado de salud.
El único que permaneció en el inmueble, en una habitación separada, fue su primo, de 18 años, al que los bomberos pudieron socorrer con la escalera a través de una ventana de la fachada. Sufrió una intoxicación por inhalación de humo e ingresó en el Hospital Municipal de Badalona en estado leve, aunque los médicos le dieron el alta pocas horas después. El joven quedó inconsciente y despertó prácticamente en el momento que los agentes se adentraron en la vivienda para rescatarlo, por lo que no recuerda las llamas ni el humo, y tan solo alude a que sus primos se encontraban en una estancia distinta a la suya, en la de la madre de los menores.
Los padres de los dos heridos críticos se desplazaron hasta la calle Quevedo inmediatamente después de conocer la noticia. Se mostraron “destrozados y preocupados” por el grave estado de salud de sus hijos, según detalló el Ayuntamiento de Badalona. La familia habría acudido a los servicios sociales municipales pocos días antes, al encontrarse en situación de vulnerabilidad, por lo que se habrían iniciado los trámites pertinentes antes del trágico suceso de este miércoles. El incidente ha conmocionado al barrio, pero también a toda la ciudad, que espera, angustiada, a que los menores accidentados puedan recuperarse y volver a su vida cotidiana lo antes posible.