Muy pocos estudios han tomado en cuenta la relación que la situación financiera, y más aún las deudas adquiridas, con la salud física y mental de las personas. Y lo cierto del caso es que pueden ser cuestiones mucho más unidas de lo que se piensa, por lo que hablar de ello seguro que tendrá su utilidad.

No todas las deudas son malas. De hecho, es bastante común que muchas de las personas que logran el éxito hayan tenido que recurrir en algún momento oportuno a las deudas, para maximizar los beneficios con oportunidades en las que creyeron fervientemente. Eso no quiere decir, sin embargo, que todas sean buenas o que siempre convenga endeudarse. Pero para hablar de la salud mental, de la salud en general y de las deudas, se sobreentiende que ya se han adquirido, y que no necesariamente son “buenas”.

Las deudas y las preocupaciones

Una de las situaciones más comunes en las personas que tienen pagos pendientes es la preocupación y el hecho obvio de sobredimensionar las consecuencias que una deuda puede tener. No es para nadie un secreto que salir de ASNEF o cualquier otro fichero de morosidad puede representar una necesidad imperiosa para las personas, sobre todo porque se piensa que si no se hace en el menor tiempo posible, las consecuencias serán devastadoras.

No quiere decir, desde luego, que estar en un fichero de morosidad no sea negativo; que tener deudas no sea negativo. Pero, sin embargo, el problema de las mismas y su relación con la salud mental está en las preocupaciones que generan, sobre todo al notar que la capacidad de pago -o de endeudamiento- se ha visto rebasada y que incluso si se vendieran todos los activos disponibles, quedaría aún demasiado tiempo o dinero para cubrir el total de la deuda.

¿Cómo afectan a la salud mental?

Para muchas personas, el mayor problema de las deudas es que sus consecuencias no se ven en el presente, sino en el futuro, pasado algún tiempo. Por eso, es tan complicado tomar -en ocasiones- decisiones racionales sobre importes, plazos y límites, a fin de evitar situaciones de incomodidad.

¿Cómo saber si tengo ansiedad? Una de las preguntas habituales de la actualidad, ya que la OMS la denomina como la enfermedad del siglo XXI. Y posiblemente, tener ansiedad y tener deudas van de la mano, porque según los pocos estudios que se han llevado a cabo sobre esta relación, la mayoría de las personas que afirmaban tener deudas sufrían de algún tipo de ansiedad, de situaciones recurrentes de estrés e, incluso, de crisis depresivas. La salud mental se ve deteriorada -evidentemente, también la salud física- en las personas que asumen deudas que superan por mucho sus capacidades de endeudamiento. En primer lugar, como se decía, porque se sobredimensionan los efectos negativos que tendrán y, no está de más decirlo, se menosprecia el esfuerzo que se está realizando para salir de ellas. Esa es la situación principal que genera ansiedad.

Pero también está el tema del estrés, bastante relacionado con la lentitud o la imposibilidad para cambiar la situación -lo que genera frustración-, y finalmente el de la depresión, uno de los menos comentados, pero estrechamente vinculado con la ansiedad y con sus efectos con el cuerpo. Esto lleva a que las personas sin motivación ni voluntad para hacer muchas cosas, algunas de las cuales representarían parte de la solución, como abandonar un fichero de morosidad, pagar una deuda a un tercero o limpiar la propia imagen para poder salir adelante.

Es un tema recurrente, aunque pocas veces relacionado. Las deudas tienen efectos importantes en la salud de las personas. Y, aunque en ocasiones no hay otra alternativa, lo esencial que debe hacerse es, incluso en casos de estrictas emergencias, tomar decisiones racionales que no hipotequen parte del futuro.

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