El mundo digital ha cambiado por completo los referentes profesionales de los niños españoles. Según un estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, uno de cada tres menores quiere ser influencer y uno de cada diez adolescentes sube contenido online para intentar lograr este objetivo. Desde una óptica general, y mirando más allá de ciertos prejuicios, no es el camino más fácil en un sector que cuenta en nuestro país con más de 10.000 creadores profesionales de contenido online. Los peligros que se pueden encontrar por el camino, lo logren o no, son altos. ¿Son las familias españolas conscientes de los riesgos que conlleva que sus hijos suban contenido a redes?
Actualmente, en España hay 134.000 creadores de contenido online amateurs y más de 9.000 influencers con más de 100.000 seguidores, según un análisis de 2btube. Son una de las grandes referencias de miles de niños españoles, que, según el último informe de Qustodio, la plataforma de seguridad y bienestar digital para familias, pasan de media cuatro horas al día delante de las pantallas, 80 minutos dedicados a redes sociales o a plataformas de vídeo online.
Falta de privacidad y exposición de su intimidad
Dos de los principales problemas a los que se enfrentan los menores activos en redes sociales son la falta de privacidad y la exposición de su intimidad. Al crear un perfil en una red social, el usuario debe facilitar los datos personales que le son requeridos. No es esto un gran problema. Sin embargo, a medida que crece la popularidad del perfil, el menor se encontrará con seguidores que quieran conocer más datos de esa persona. “Querer empatizar con los seguidores y lograr más engagement le puede hacer caer en el error de revelar demasiada información privada, como dónde vive, a qué se dedican sus padres, problemas personales que pueda sufrir…”, apunta Eduardo Cruz, CEO de Qustodio.
Otro de los riesgos que corren los menores con gran actividad en redes es que su vida social presencial se vea notablemente reducida, ya que subir contenido de forma periódica exige mucho tiempo y un nivel alto de dedicación.
Regulación
Uno de los inconvenientes más generalizados entre los menores que aspiran a ser influencers es la sensación inseguridad. En redes amparadas en el anonimato y con un alto nivel de odiadores profesionales, exponerse a comentarios duros, críticas y faltas de respeto puede hundir su autoestima, todavía en construcción. “La negatividad es muy difícil de aceptar para un menor ya que le genera una inseguridad excesiva para su edad. Además, los niños extrapolan el ciberbullying a su vida real, por lo que una crítica severa vía online puede generarles sufrimiento en el día a día”, advierte Cruz.
Para controlar alguno de estos riesgos, Francia cuenta ya con una ley de protección para menores de 16 años influencers. Este proyecto regula las horas de trabajo de los niños que publican contenido y obligan a guardar los beneficios económicos que generan con su actividad en una cuenta bancaria que no podrán tocar hasta que cumplan los 16 años. Además, si una empresa quiere contratarlos, debe solicitar permiso a las autoridades locales.
Responsabilidad familiar
Al contrario, en España la responsabilidad recae de forma exclusiva en las familias. Si bien es cierto que hay muchas redes que exigen una edad mínima para poder tener un perfil social –normalmente los 14 años—, serán los padres los que deban vigilar qué uso hacen sus hijos de estas plataformas. “Por ello, las familias deben estar atentas para conseguir un equilibrio digital en la vida de sus hijos y evitar una fijación excesiva con convertirse en influencers”, recomienda, por último, el CEO de Qustodio.