España y Cataluña todavía no son destinos accesibles. Así lo comprueban, año tras año, las personas con discapacidad que, hoy por hoy, se encuentran con limitaciones cuando quieren realizar un viaje nacional o internacional. "No tenemos libertad para elegir el destino", lamenta Noemí Font, madre de Emma, una menor con espina bífida, en declaraciones a Crónica Global.
Por primera vez, este verano se atreverá a coger un avión para ir a Inglaterra, hasta donde hay dos horas de vuelo. Para ella y su familia, es todo un reto: "Será una aventura y reconozco que me agobia un poco porque no lo hemos hecho nunca. No sabemos cómo gestionar el acceso en silla de ruedas y andador". Y es que uno de los principales problemas con los que se encuentran es la falta de accesibilidad en las compañías aéreas, ya que no cuentan, por ejemplo, con un baño adaptado.
Más allá que ir en silla de ruedas
También Patricia Gimenez asegura que ninguna comunidad autónoma española está adecuada a las personas con discapacidad, pues en la mayoría de las ocasiones asocian el término "accesible" con ir en silla de ruedas. En este sentido, esta madre de un niño con autismo, Eric, advierte de que la diversidad funcional va mucho más allá de eso: "No se tienen en cuenta las necesidades diversas que hay en la sociedad", como puede ser la discapacidad intelectual.
Así pues, considera que cuando las instituciones presumen de ser accesibles se refieren a cuestiones "cosméticas", ya que en la práctica "no dan facilidades". De hecho, explica que, antes de viajar, es obligatorio informarse y comprobar que el destino sea el conveniente: "El hecho de que pongan un lavabo y una rampa no significa que sea una instalación adaptada". Personas como Emma necesitan una pasarela que llegue hasta el mar para poder ir a la playa. Algo que no todas las ciudades garantizan.
En su caso, además, relata una mala experiencia en uno de los pocos viajes que ha realizado en avión --no por turismo, sino para visitar a un terapeuta especialista--: "Mi hijo estaba muy nervioso, le di una biodramina para que durmiese el resto del viaje. Al aterrizar, se le tenía que poner el cinturón de seguridad, pero no podía porque no tenía fuerzas suficientes para levantarlo yo sola. La azafata fue muy desagradable, a pesar de que sabía que mi hijo tenia una diversidad funcional porque lo avisé antes de entrar".
26 destinos adaptados
Por contra, desde la Agencia Catalana de Turismo defienden que Cataluña "es un destino accesible con mucha oferta para personas con discapacidad, sobre todo organizada por los propios colectivos y también por las ciudades". Según apuntan a preguntas de este medio, "ya en 2008 se inició todo un proceso de identificación de productos y servicios para todas las personas". Hoy por hoy, tienen identificados 26 destinos dentro del territorio, como la ruta del Camino de Santiago, "adaptada también para todos".
"Cataluña ha demostrado tener una gran sensibilidad hacia los colectivos de personas con discapacidad", afirman, especialmente en el ámbito del turismo cultural que "ofrece una oferta y servicios dirigidos a personas con discapacidad sensorial: bucles de inducción para personas con pérdida auditiva, visitas guiadas en lengua de signos, acogida de personas con discapacidad cognitiva…". También los parques naturales, como el de Aigüestortes o el Estany de Sant Maurici: "Han sabido abrirse a todas las personas".
Viajar con un menor con autismo
Sin embargo, las familias con niños con diversidad funcional no comparten estas palabras: "Cuando dicen que hay destinos adaptados se refieren a que hay una rampa para que acceda alguien en silla de ruedas, pero dudo que estén adaptados de verdad". Es decir, que los servicios tengan cambiadores para jóvenes o personas adultas que también utilizan cambiador o espacios pensados para personas neurodivergentes, entre otras cosas.
Según Patricia, lo pasa especialmente mal con las actividades de verano que están organizadas sin pensar en casos como el de su hijo: "Normalmente hay mucho ruido y música. Eso, para personas con autismo, es una pesadilla, por lo que deberían tener un espacio más tranquilo". "Yo todavía no he visto ninguna zona infantil de hoteles y campings que estén adaptados para que pueda jugar cualquier menor", lamenta.
La administración es la responsable
Para ambas, es la administración quien debe cambiar este escenario tan pesimista. Pues avisan de que, hasta que no haya una normativa que obligue a adaptar las instalaciones a las personas con cualquier tipo diversidad funcional, las empresas no lo harán por iniciativa propia porque "no les sale a cuenta". Desde Dincat refuerzan esta teoría, ya que creen que la discapacidad cognitiva es todavía un reto. "Tenemos déficits graves en este campo", añaden voces de la entidad.
"Es muy complicado viajar con un niño con discapacidad, como todas las otras cosas de la vida", se quejan. Por eso, esperan que, pronto, el hecho de viajar no sea una odisea, ya que consideran que tienen derecho a disfrutar como cualquiera de visitar un país lejano sin que todo suponga un problema".