El número de jóvenes que sufren trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se ha disparado desde que empezó la pandemia. Este tipo de alteraciones mentales, que provocan un comportamiento patológico respecto a la ingesta alimentaria, van a la alza en España: uno de cada 20 adolescentes sufre un TCA y los casos se han duplicado desde que llegó el coronavirus, advierte la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB).
En este contexto, asociaciones y psicólogos alertan de la falta de recursos que presenta la sanidad pública para dar asistencia a este tipo de pacientes y del progresivo recorte de las pocas ayudas que existen para financiar estos servicios. La directora general de la ACAB, Sara Bujalance, explica a Crónica Global que el sistema público presenta “claras carencias” como son las largas listas de espera, la falta de camas para los ingresados y la falta de profesionales y especialistas en los centros públicos.
El seguro escolar
Como consecuencia, explica Bujalance, muchas familias tienen que dirigirse a clínicas privadas. Lo hacen a través del seguro escolar, un recurso público que protege a los estudiantes menores de 28 años que cursen estudios oficiales desde el tercer curso de la ESO, mediante prestaciones sanitarias y económicas, en caso de enfermedad, accidente escolar e infortunio familiar.
Este seguro, que depende del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), financia una parte considerable de los tratamientos. Este tipo de terapias pueden llegar a costar 6.000 euros si es necesario el ingreso del paciente y el precio puede aumentar en los casos de larga duración, explica la directora de la asociación. “Gracias a este seguro muchas familias han podido financiar gran parte del tratamiento en un centro privado, no el total, pero sí alrededor del 80%”, detalla.
Llegan los recortes
No obstante, esta ayuda tan necesaria está empezando a limitarse. “El seguro escolar es muy deficitario. El gasto asociado es muy superior al que el propio seguro acaba cubriendo. Hace tiempo que el INSS intenta eliminarlo alegando que la Seguridad Social ya ofrece este tipo de tratamientos. Nosotros ya alertamos de las consecuencias catastróficas que tendría para muchas familias”, señalan desde la ACAB.
Ahora, aseguran, no lo han eliminado, pero sí han reducido las prestaciones “de manera drástica” y, por lo tanto, el número de pacientes que pueden acceder a un tratamiento mediante el seguro escolar ha bajado significativamente. Así, las familias que no pueden permitirse pagar una clínica privada de su bolsillo “quedan abandonadas”, lamentan.
Otro problema más: los TCA empiezan antes
A todo esto se suma otro problema: los casos de TCA también empiezan antes. Laura Fernàndez, psicóloga y responsable del programa de prevención y promoción de salud de la ACAB, asegura que cada vez son más jóvenes las personas que sufren este tipo de trastornos. “Desde la pandemia y debido a la presión social que ejercen las redes sociales nos encontramos con casos que tienen una edad de inicio más baja que antes, empiezan a detectarse a los 10 u 11 años”, explica.
Estas personas no pueden acceder a la ayuda del seguro escolar, ya que todavía no alcanzan el curso o la edad necesarios para ser candidatos a la prestación. Además, asegura, “las listas de espera en la sanidad pública son tan largas que algunos casos pueden acabar convirtiéndose en graves”.
Piden un cambio de modelo
Desde Ita Salud Mental, una red de centros privados de referencia especializados en el tratamiento de los TCA, aseguran a este medio que la salud mental "siempre ha sido el patito feo de la sanidad". En lo que respecta a esta rama de la salud, "nunca ha habido solución por parte del sistema público", lamentan, y aunque la pandemia ha hecho que la falta de servicios se evidencia todavía más, "no es nada nuevo", subrayan.
Coincide con ellos Bujalance, quien asegura que en el caso de la salud mental nunca se ha invertido ni prestado la atención necesaria. "No solo es un tema de dinero, el sistema necesita un cambio de modelo. La pandemia ha sido la gota que ha colmado el vaso, ha visibilizado muchas carencias", concluye.