Para muchos, irse de vacaciones es un lujo que no se pueden permitir. Así lo aseguran los vecinos del complejo de Apartamentos Codina de Calella (Barcelona), que no se atreven a dejar sus pisos vacíos durante la época estival por “miedo” a que les entren okupas. Y todavía menos tras conocer la detención de unos propietarios que entraron a la fuerza en su casa para intentar echar a los allanadores. Un hombre de 83 años y su hijo, de 53, de nacionalidad francesa, pasaron horas en comisaría por enfrentarse a las tres personas que han okupado su casa y que continúan ahí.
“Con esta situación no nos da ninguna tranquilidad marcharnos de vacaciones”, explica Virginia Cáceres en declaraciones a Crónica Global. Una vecina que, desde hace un año y medio, vive en el primer edificio de ese complejo de apartamentos situado en un barrio “cada vez más afectado”. En su caso, asegura que "soporta" de forma diaria a una pareja okupa que vive en el piso inferior. “Hay música a las cuatro y cinco de la madrugada, discuten a gritos y con palabras desagradables teniendo un niño pequeño”, relata.
Una puerta antiokupa pagada por los vecinos
La vivienda de al lado también era susceptible de ser allanada porque "la puerta estaba medio forzada". Con tal de evitarlo, y ante el “pasotismo de la policía”, esta mujer y su marido gastaron dinero de su propio bolsillo para instalar una puerta antiokupa. "Tengo dos hijos, de nueve y dos años, y no estoy dispuesta a que vivan situaciones conflictivas”, explica esta vecina, que tiene miedo, incluso, de llevar a sus pequeños al colegio. "Pueden entrar en el rato que estoy fuera, porque actúan muy rápido", reconoce.
Ramón, conserje del complejo, lidia a diario con las okupaciones. Su trabajo es prestar un servicio a los residentes, pero se siente impotente ante los allanamientos. De hecho, cada vez que puede avisa a los propietarios. Uno de ellas asegura que, “cada vez que ve en la pantalla el nombre de Ramón, sabe que algo malo sucede”, y es que han intentado entrar en su casa cuatro veces.
Un barrio más conflictivo e inseguro
Los okupas se sienten atraídos por este barrio formado por cerca de 600 viviendas, la mayoría segundas residencias de franceses y alemanes. Se trata de una zona apartada del centro y a la que el ayuntamiento ha “descuidado”, asegura Anahí Zárate, propietaria de uno de los apartamentos. Como abogada, también ha prestado su ayuda a los vecinos afectados por las okupaciones --entre los que se incluye-- que crecen y van acompañadas de una mayor conflictividad, inseguridad y suciedad, situaciones “indignas”, según sus palabras. Y es que los allanadores no son pacíficos, aseguran. “Han roto la puerta de los contadores, han roto cristales, incluso roban y trapichean con drogas”, señala.
En este sentido, Zárate carga contra el consistorio por desatender el barrio. “Al estar a las afueras, parece que no exista. Hemos instado al ayuntamiento a que dedique más tiempo, pero todavía estamos esperando”, señala. Por su parte, el teniente de alcalde de seguridad, Josep Torres (PSC, que gobierna Calella con la JxCat de Montserrat Candini) asegura que el consistorio "no tienen competencias" en este asunto. Preguntado por este medio, afirma que "si reciben un aviso del vecindario sobre una okupación, intervienen y la evitan. Si es permanente, sólo podemos recoger la denuncia y pasarla al juzgado".
"Por las buenas o por las malas"
Ante este panorama, los vecinos ya se movilizan. De hecho, el próximo martes se manifestarán a las puertas de los juzgados de la vecina Arenys de Mar, que lleva la causa contra los propietarios arrestados por echar a los okupas de su casa. Asimismo, estudian otras acciones como instalar un circuito de cámaras o contratar a una empresa de seguridad externa. También celebrarán reuniones con los residentes para explicarles “cómo actuar en caso de que allanen sus viviendas y qué decirle a la policía cuando llegue”; y colgarán “carteles por el barrio donde conste que esta comunidad no acepta okupas, para que vean que los vecinos se están organizando contra ellos”.
Pero Codina no es la única zona afectada por esta lacra; hay otras conflictivas --como alrededor del hotel Marisol--, en las que hay "problemas continuos, venta de drogas, robos y violencia" y a las que la policía tiene que acudir a diario, asegura la misma ciudadana que creó un grupo en las redes sociales para denunciar la inseguridad en el municipio, Calella Segura. “La policía los identifica y los detiene, pero como son hurtos o alguna pelea, nunca les pasa nada. Sin embargo, hacen la vida imposible de los vecinos”, relata a este medio.
En definitiva, los calellenques denuncian que la okupación es un sinvivir para unos vecinos que se han organizado para ahuyentar a los allanadores y que amenazan con sacarlos de sus casas "por las buenas o por las malas”.