El turismo ha regresado con toda la fuerza a Barcelona, que registra una ocupación hotelera solo tres puntos por debajo de 2019. Pero la reactivación del sector vacacional y del comercio internacional ha traído asociados también algunos perjuicios. Uno de ellos, alertan los expertos, es el regreso de las molestas plagas. Es el caso de los chinches de cama (Cimex lectularius), que encuentran en el equipaje de los turistas el medio perfecto para viajar alrededor del mundo.
“Esta plaga, que fue prácticamente erradicada hace 60 años, comenzó a repuntar hace 20 por el auge del turismo global y del comercio de mercancías”, explica Ignacio Santamarta, director de innovación de EZSA Sanidad Ambiental. Desde la Asociación Catalana de Empresas de Salud Ambiental de Cataluña (Adepap) apuntan que, aunque siempre ha habido chinches, la pandemia contribuyó a disminuir el número de ejemplares por la paralización de los viajes internacionales.
¿Cómo viajan?
Hace una década, la Federación Española de Asociaciones del Camino de Santiago se vio obligada a poner en marcha un protocolo para luchar contra estos insectos después de que una plaga obligara a echar el cierre a cuatro albergues para poder erradicarla. “Se observó que los peregrinos cogían los chinches y los iban transportando de refugio en refugio”, expresa el especialista. Este proceso se repite a diario en todo el mundo y así llegan, entre otros destinos turísticos, a la Ciudad Condal. “Los chinches se mueven entre países en las maletas de los viajeros y también en los pliegues de su ropa”.
La globalización y el tránsito de personas, que a veces comienzan su itinerario en países en los que el control sanitario es menor, ha acelerado la expansión de estos molestos bichos, que se alojan --junto a los huéspedes-- en hoteles y albergues.
El huésped más molesto
Desde Adepap confirman que “las empresas de control de plagas asociadas alertan de que los chinches están alcanzando en Barcelona niveles similares a los de 2019”. Relatan que es “constante” que los establecimientos hoteleros de la Ciudad Condal contacten con compañías de control de plagas para exterminar a su huésped más molesto: los chinches de cama, una de las plagas más difíciles de erradicar “porque se necesitan varias intervenciones”.
Los expertos coinciden en que estos insectos encuentran en los tejidos espumosos de los sofás y las camas el medio ideal en el que reproducirse, de ahí el nombre con el que han sido bautizados. “Si uno no tiene cuidado, no es raro que se los lleve a su casa y se dé cuenta a los dos meses de que tiene la vivienda infestada”, expresa Ignacio Santamarta.
Como deshacerse de ellos
La mejor recomendación, asegura, es evitar dejar la maleta en el suelo de los alojamientos turísticos. “Es preferible que se coloque en un sitio alto para que los chinches tengan más difícil poder acceder a ella”, subraya esta misma fuente.
Además, desde la Adepap recomiendan quitarse toda la ropa en la puerta de casa, meterla en una bolsa de plástico y lavar las prendas a más de 60º. “Se matan con calor”, recuerdan. Antes de guardar la maleta en su lugar habitual se recomienda dejarla en cuarentena en un plato de ducha cerrado o dentro de una bolsa “hasta estar seguros de que no hay chinches”.
Son inocuos
Aunque estos bichos no son transmisores de enfermedades --a diferencia de otras plagas como el mosquito tigre o las garrapatas, que actúan como vectores de virus--, se alimentan de sangre y causan picaduras que, aunque son indoloras, provocan irritación cutánea.
A pesar de que son inocuos, los chinches resultan un compañero de viaje molesto. En este sentido, la previsión para los próximos años no es buena. Los expertos alertan de que habrá que efectuar más controles sobre el tránsito de personas y mercancías para frenar las plagas y que habrá que realizar vigilancias para detectar cuanto antes nuevas especies invasoras.