Barcelona se enfrenta a un verano especialmente molesto en lo que a plagas se refiere. Los expertos alertan de la presencia de siete especies que perturbarán el descanso vacacional de turistas y barceloneses.
En el entorno urbano destacan la presencia del mosquito tigre, especialmente molesto por sus picaduras. También preocupa la proliferación de las garrapatas, que han medrado en parques y jardines de la ciudad. Pero las más habituales son la rata gris --también conocida como rata de alcantarilla--, la rata negra --o de los tejados-- que vive en palmeras y frutales; y la periplaneta americana, un tipo de cucaracha que planea, aunque no tiene la capacidad de volar, y que ha colonizado la costa mediterránea. Además, Barcelona es una de las ciudades en las que han aumentado, en paralelo al turismo, los chinches de cama. En el entorno agrícola, preocupan los chinches apestosos, una especie procedente de Asia que daña los cultivos.
El cambio climático, entre las causas
“Todas ellas proceden de otros países, no hay ninguna especie autóctona y las que había aquí eran residuales”, explica Ignacio Santamarta, director de innovación de EZSA Sanidad Ambiental. De hecho, la globalización es una de las causas de la eclosión de estas especies, que han encontrado en el intercambio de mercancías la vía para expandirse con facilidad.
El cambio climático es otro de los factores que favorecen el aumento de estas especies invasoras. Antes, explica Santamarta, el frío ayudaba a eliminar una gran parte de las plagas, ya fueran roedores o insectos. “Ahora, con inviernos cada vez más atemperados, subsiste un mayor número de ejemplares”, explica el experto. Las altas temperaturas, además, aceleran el ritmo de reproducción, aumentando el número de ciclos reproductivos de los insectos.
Transmisores de enfermedades
El cambio en la climatología y la globalización favorecen el asentamiento de nuevas especies que antiguamente no se daban aquí o que, de hacerlo, lo hacían de forma testimonial. En España, la especie invasora exógena que más preocupa es el mosquito tigre, detectada en Cataluña y que se ha extendido al resto de la Península. Además de la molestia que generan sus picaduras, “las autoridades sanitarias están en alerta porque son vectores de enfermedades, así como las garrapatas o las ratas”, expresa Santamarta.
Si el mosquito pica a un animal o a una persona infectado con algún virus, tiene la capacidad de transmitir la enfermedad. Aunque hoy por hoy no generan grandes problemas en España, se han registrado algunos brotes, de forma puntual, como el del virus del Nilo hace dos años en Andalucía expandido por estos insectos.
Una previsión pesimista
La pandemia también ha tenido una notable incidencia en la proliferación de plagas. “Muchos mantenimientos de control se dejaron de hacer”, asegura el jefe de desarrollo de EZSA. El cambio de hábitos de los humanos también tuvo un impacto notable en el comportamiento de los animales. “Las ratas, por ejemplo, han expandido mucho su territorio porque no encontraban alimento, pero también porque estábamos confinados. Han colonizado zonas en las que no estaban”, expresa.
Si la pandemia ha hecho estragos, la previsión en cuanto a los próximos años tampoco es optimista. Los expertos alertan de que habrá que realizar más controles sobre el tránsito de personas y mercancías para frenar las plagas y que habrá que realizar vigilancias para detectar cuanto antes nuevas especies invasoras.
“Vulnerable en mi propia casa”
Las más molestas en la ciudad Condal siguen siendo las tradicionales cucarachas y ratas. Aunque las zonas más afectadas son los barrios de la Ciutat Vella --el Raval, el Gòtic, el Born y la Barceloneta--, los vecinos de otros barrios como Sarrià y el Poblenou aseguran que ya se han puesto en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona para que solucione el problema cuanto antes.
Mónica, vecina de Sarrià, narra que en los 45 años que su familia lleva viviendo en este barrio no habían sufrido la presencia de cucarachas. Pero, desde hace unos días, la aparición de estos insectos se ha vuelto una constante. No solo en los patios y en las calles, sino dentro de las viviendas, un hecho que atormenta sobremanera a los vecinos. “Me siento muy vulnerable en mi propia casa, me da asco pensar que puedan estar en la misma superficie en la que manipulo los alimentos”, asegura. Por eso, ha contactado con el consistorio.
“Estamos desbordados”
“Estamos desbordados”. Es la respuesta oficial que ha recibido Mónica, que tardará un mínimo de dos semanas en fumigar la zona por el aluvión de peticiones que recibe de varios barrios de la ciudad. Otra de estas instancias es la presentada por un vecino que vive en un bajo del Poblenou. Asegura que las cucarachas se cuelan por debajo de su puerta, pero su mayor quebradero de cabeza ahora es la llegada de las periplanetas americanas, que entran planeando a través de las ventanas y que le han obligado a colocar mosquiteras. “El otro día estábamos cenando con unos amigos en la terraza y una se posó sobre la mesa, por eso dije: ‘¡Esto ya es el colmo!’”.
A raíz de estos hechos decidió colocar un anuncio en la calle para saber si otros vecinos del barrio compartían su mismo problema y presentar juntos una queja en el ayuntamiento. “Mi sorpresa fue que en un pequeño trozo de calle había 70 afectados”, asegura. El motivo, expresa, es que la zona sufre una falta de limpieza, malos olores y problemas estructurales por la antigüedad de las viviendas. “También hay ratas”, lamenta, que se han instalado en los alrededores de los contenedores y salen en busca de comida por la noche.
Difícil solución
Con este panorama, esperan que el Ayuntamiento de Barcelona --que niega que la ciudad tenga un problema de plagas, como mínimo mayor que otras urbes de igual dimensión y población-- actúe cuanto antes. Pero la erradicación, asegura el experto, no es sencilla.
La restricción del uso de químicos que antes estaban permitidos ha complicado el exterminio de insectos y roedores. Con unos insecticidas y biocidas cada vez más específicos para las plagas y más inocuos para las especies que no son diana, el control se complica. “Son más respetuosos con el resto de insectos, que no son dañinos, pero su uso es mucho más complejo”. Remarca que esta ralidad requiere de un mayor seguimiento e inversión. Precisamente, la carencia de las grandes ciudades.