El martes arranca en la Audiencia Provincial de Barcelona el juicio contra A. E., el joven que en julio de 2020 intentó matar a cuatro agentes de los Mossos d’Esquadra agrediéndolos con una catana, una de las múltiples armas que guardaba en un arsenal en su casa.
Los hechos por los que será enjuiciado se remontan a la tarde del 18 de julio de 2020, cuando el padre del procesado llamó al Servicio de Emergencias Médicas (SEM) para requerir el ingreso de su hijo en un centro psiquiátrico. El joven, diagnosticado de esquizofrenia paranoide, se encontraba en estado muy alterado.
Engañó a los agentes
Hasta su domicilio de Moià se desplazaron varios facultativos del SEM con la intención de trasladarlo hasta la unidad de psiquiatría del Hospital Sant Joan de Déu para que le regularan la medicación. También se personaron dos patrullas de los Mossos para darle apoyo a los sanitarios.
Inicialmente el joven salió de su habitación “con actitud tranquila y sosegada, prevaliéndose de ello para engañar a los agentes de policía simulando su estabilidad mental y emocional”, según recoge el escrito de acusación. El joven, le requirió a los agentes entrar de nuevo al cuarto para vestirse. Fue en ese momento cuando, simulando que quería coger unos zapatos, sacó de debajo de la cama una catana de grandes dimensiones con la que se enfrentó a los agentes.
"La intención era acabar con sus vidas"
El procesado le amputó cuatro dedos de una mano a uno de los mossos, mientras que a su compañero le causó un profundo corte en el antebrazo que le llegó hasta el hueso y le afectó a los tendones. Aprovechándose de que los agentes, gravemente heridos, no podían hacer uso de la Táser ni de su arma reglamentaria, el joven continuó asestándoles golpes a los cuatro.
La acusación particular de uno de los mossos --que ejerce el sindicato USPAC mediante el letrado José Antonio Bitos, -- considera que todos los cortes que les produjo se dirigieron a la zona superior “lo que muestra, sin lugar a dudas, la intención del acusado de acabar con la vida de los agentes”. De hecho, todos recibieron graves heridas en las extremidades porque “pusieron sus brazos hacia adelante a modo de autoprotección y ello les ayudó a modo de escudo para evitar que la catana llegara a impactar contra el tronco o la cabeza”. Además, pone de manifiesto que las acometidas no se limitaron a producir arañazos o heridas superficiales, sino que lo hizo con la fuerza suficiente como para amputarle los dedos a uno y llegar al hueso en el caso del otro.
La más grande y peligrosa de su arsenal
La acusación sostiene que utilizó una de las armas más "grandes y peligrosas" a su alcance, dado que la catana tenía una hoja de 52 centímetros. En total, el acusado guardaba en su habitación tres cuchillos, dos catanas, navajas, un arco de caza con 24 flechas, dos arcos de ballesta, cuatro cuerdas de arco y una ballesta, dos cajas de puntas de caza para las flechas y un cinturón con fundas de catana.
Por estos hechos, el ministerio público solicita para él 60 años de prisión como presunto autor de cuatro delitos de homicidio en grado de tentativa, mientras que la acusación solicita para él 69 años y medio de cárcel al considerarlo también autor de un delito de atentado a agente de la autoridad y de otro de lesiones. Al margen de la pena de prisión, el fiscal reclama una indemnización para los agentes que oscila entre los 5.200 euros y los 75.161,85 euros, en función de las heridas causadas. La defensa, por su parte, solicita su absolución al alegar que los hechos se produjeron por una descompensación en la medicación.