La Ruta del Císter y los pueblos que la forman son una interesante manera de acercarse a la riqueza espiritual, artística e histórica de esta zona. Realizarla se convierte, de esta manera, en una lección de historia viva que, además, ofrece la posibilidad de disfrutar de aspectos tan interesantes como el vino o la gastronomía.
Con el nombre de Ruta del Císter se identifica al trazado que une tres monasterios de Cataluña (Santes Creus, Vallbona de les Monges y Poblet), las comarcas en los que se encuentran y los municipios de su entorno. Con su creación a finales del siglo pasado, se buscó atraer a los visitantes a esta zona para mostrarles todo su poderío cultural.
Aunque los tres monasterios son los protagonistas de esta ruta, la verdad es que el interés va mucho más allá. En este sentido, se puede afirmar que llevar a cabo la Ruta del Císter en coche es la mejor manera de descubrir su riqueza.
Los monasterios
Hacer un repaso a las características principales de los monasterios que forman parte de esta ruta es indispensable para conocer su alcance artístico.
Santes Creus
Se trata del monasterio más antiguo de los que forman parte del Císter, ya que data del año 1160. La comunidad que lo habitaba fue especialmente importante en los siglos XIII y XIV, cuando logró establecer estrechos vínculos con los nobles y reyes de la época. De hecho, aquí están enterrados Pere III de Aragón, Jaume II y Blanca de Anjou, que fueron sus mecenas.
En el ámbito artístico, uno de los elementos que llaman especialmente la atención del monasterio son sus vidrieras, con diseños realmente espectaculares. Además, hay que recalcar que la iglesia es austera, sólida y, a la vez, grandiosa. De esta manera, se convierte en un ejemplo perfecto de la transición del estilo románico al gótico.
Asimismo, los expertos en arte destacan la conexión con el entorno de la construcción, pensado para que los miembros de la orden residente entre sus paredes pudieran buscar más fácilmente la espiritualidad.
Poblet
El monasterio de Poblet ha sido declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. Destaca por sus grandes dimensiones y por reunir estilos arquitectónicos variados, desde el románico al renacentista. Dos de sus elementos más especiales son una capilla gótica y la Puerta Real, del mismo estilo.
En este monasterio también descansan varios reyes catalanes de la época medieval en espectaculares sepulcros blancos. De todos modos, su característica más especial es la integración del conjunto arquitectónico en el entorno natural de las montañas de Prades, rodeado de viñas.
Vallbona de les Monges
El monasterio de Vallbona de les Monges se creó para las monjas que formaban parte de la comunidad cisterciense. Es el único que ha conseguido que su actividad religiosa no se haya interrumpido hasta ahora. Destaca su hospedería, en la que es posible pasar unos días tranquilos de sosiego y reflexión.
La austeridad, al igual que en los otros dos monasterios, es una de las principales características del ambiente.
La gastronomía de la ruta
Los tres monasterios se encuentran en comarcas del interior, lo que determina especialmente la gastronomía de la que se puede disfrutar. Los olivos, los almendros y los viñedos son los cultivos fundamentales de los pueblos de esta zona y los que, por lo tanto, marcan los platos que se ofrecen.
Los vinos de alta calidad son fruto de las viñas que dominan el paisaje y que han provocado con el paso de los años la aparición de diversas bodegas en las que se producen artesanalmente caldos de autor. Asistir a una de sus catas es una cita indispensable para los amantes del buen vino.
En el mismo sentido, hay que destacar el aceite de oliva virgen que se hace en los molinos de los pueblos cercanos, ya sean pequeños o pertenecientes a cooperativas.
Localidades cercanas
Dar por acabada esta ruta sin visitar las principales localidades de Tarragona cercanas a los monasterios es casi un pecado. El carácter medieval de los municipios de Montblanc y L’Espluga de Francolí permite al turista conocer algunas construcciones únicas y llenas de valor histórico.
Además, Valls (muy próxima a Santes Creus) es la capital de los castells, una tradición catalana muy arraigada y que crea espectaculares construcciones humanas en las que participan niños y adultos.
Una vez descubierto qué es la Ruta del Císter y todo lo que ofrece a sus visitantes, no es extraño que los turistas que pasan por estas tierras se decidan a emprender esta aventura, incluso en más de una ocasión. Sin duda, esta es la única manera de conocerla a fondo.