Albert Cavallé, conocido como el estafador del amor, se sentará de nuevo en el banquillo de los acusados de la Ciudad de la Justicia de Barcelona este martes, pero no lo hará por un delito de estafa. Esta vez la fiscalía lo acusa de “traficar” por un portátil robado a una mujer y venderlo en un Cash Converters.
Los hechos por los que será enjuiciado se remontan al 3 de julio de 2018. Sobre las siete de la mañana, una mujer de 44 años salió de su casa en el Paseo de Fabra i Puig, cuando fue sorprendida por dos hombres vestidos con un chándal de color oscuro que le arrebataron el maletín que llevaba colgado al hombro. En la bolsa sustraída estaba el ordenador portátil de marca Toshiva valorado en 1.200 euros, un Ipad, las llaves de la casa de la víctima y documentación.
Intentó venderlo en un Cash Converters
La mujer denunció los hechos ante los Mossos d’Esquadra. No obstante, los datos aportados no fueron suficientes como para identificar a los autores. Pero, un mes después, el 1 de agosto de 2018, los Mossos recibierton una alerta de un Cash Converters ubicado en el barrio de Sants alertando de que alguien había intentado vender un dispositivo robado. Era Albert Cavallé.
Aunque no se ha podido acreditar que uno de los ladrones fuera el bautizado como estafador del amor, el ordenador de la víctima estaba en su poder y había intentado venderlo en el local de compraventa de artículos de segunda mano por un total de 380 euros. Por estos hechos, este martes se sentará en el Juzgado de lo Penal número 19 de la Ciudad de la Justicia de Barcelona como presunto autor de un delito de receptación por traficar con objetos robados.
Mantiene su inocencia
El estafador del amor mantiene su inocencia y asegura que compró el ordenador en el Mercat dels Encants, en la Plaza de Las Glorias, donde ya había adquirido unos altavoces y un televisor.
En caso de demostrarse que Cavallé cometió un delito, el año y medio de prisión se sumaría a las condenas que acumula por estafa, apropiación indebida, simulación de delito y denuncia falsa. La última condena se remonta a noviembre, cuando la Audiencia de Barcelona le impuso una pena de tres años y medio de prisión por engañar a su primera novia para quedarse con 60.000 euros, un vehículo Jeep Cherokee, un portátil, un televisor y un teléfono móvil. De hecho, no es la primera vez que el estafador del amor se queda con los ordenadores de sus víctimas.