Los restauradores y comerciantes de la Rambla Fabra i Puig de Barcelona, una de las principales arterias del barrio de Sant Andreu, claman indignados ante las obras de reforma de la avenida. El consistorio inició el proyecto de pavimentación el lunes 28 de febrero, después de informar el miércoles anterior de las actuaciones que se llevarían a cabo. Los empresarios locales se quejan de que les han dejado “sin luz” y no pueden “montar las sombrillas de las terrazas” por los nuevos encajes que ha colocado el ayuntamiento.
“Nuestras quejas no son porque se haga la reforma, sino por la mala planificación y los engaños”, sentencia David Ruiz, hostelero de la Rambla Fabra i Puig. En cuanto al ayuntamiento, sus portavoces recuerdan que el proyecto es “fruto de los presupuestos participativos de la ciudad [una parte de la inversión pública en barrios que deciden los vecinos] y uno de los más votados”. Añaden que se han seguido todos los trámites burocráticos necesarios que implican unas obras de este perfil y que se han mantenido reuniones con los comerciantes y las asociaciones de vecinos de la zona para explicarles los trabajos iniciados. Con todo, los afectados aseguran que los planos no concuerdan al detalle con las intervenciones llevadas a cabo.
Terrazas con sol, pero sin luz
La rambla de Sant Andreu tenía pendiente desde hace casi tres años una mejora del asfalto. Ya se mejoró la zona del paseo Onze de Setembre, que es la continuación natural de la vía. La ejecución de la primera fase de la reforma propició una sorpresa nada amable para los comerciantes de la zona, especialmente los restauradores. Remarcan que la mayoría de las terrazas que están ubicadas entre las calles Concepción Arenal e Irlanda se han quedado sin acceso a puntos de electricidad y con un encaje para las sombrillas que no aguanta las que tenían los restauradores. Aseguran que este detalle no es menor y que genera, de forma indirecta, un impacto imprevisto en unas cuentas de resultados de negocios locales que aún no se han recuperado de la crisis del coronavirus. Todo ello, en un eje que no es precisamente turístico.
“Quieren que cambiemos todos los parasoles y que cubramos la compra e instalación de nuevos, una operación que asciende a 6.000 euros por terraza", declara Ruiz, "cuando los que tenemos ya cumplen la normativa municipal”. No es el único propietario de la zona que asegura que tiene problemas para instalar las sombrillas tras la renovación. Por su parte, el consistorio defiende que las bases renovadas son las mismas que se han colocado en otras obras recientes de la ciudad y que el único cambio notorio con las anteriores es que son metálicos y, hasta el momento, se usaban dispositivos de plástico.
No es la única polémica que debe capear el gobierno de comunes y PSC. Los comerciantes también se quejan de que se han quedado sin las tomas de luz que usaban para los elementos de las mesas exteriores, cuyo consumo corre a cargo del local correspondiente. El restaurador afirma que “se los han cargado” y solo han hecho una “preinstalación” en todo el paseo. Remarca que el documento del proyecto ejecutivo que se presentó hace meses no recogía esta modificación.
Quiosco a la deriva
La reforma de la Rambla Fabra i Puig también ha implicado quedarse sin quiosco de forma temporal. Fuentes municipales aseguran que “se estudia con Patrimoni y con la persona que lo gestiona instalarlo en una zona que no esté en uso fuera del ámbito de la obra para que pueda desarrollar su actividad con normalidad”. Sin embargo, aún no se ha conseguido el emplazamiento alternativo adecuado, cuestión que también ha generado malestar en el barrio.
“Todavía no saben cómo reubicar el único quiosco de prensa de la Rambla”, clama Ruiz. Por el momento, la persona afectada sigue con el negocio cerrado y los vecinos de la zona lamentan las pérdidas económicas que esto implica, ya que se trata de una persona conocida. Por todo ello, instan a cumplir a rajatabla con el calendario previsto para lavar la cara a la avenida. “La primera fase tenía que estar acabada en cinco semanas, pero en la práctica han sido siete”, relatan.
Cortar las obras
El proyecto de pavimentación del paseo central de la Rambla es de 3.876,95 metros cuadrados, de los cuales 1.620 son terrazas. El objetivo era mejorar el asfalto y diferenciarlas de las baldosas por donde pasea la gente. Este proceso se llevó a cabo mediante un procedimiento de exposición pública, según informan voces municipales a este medio, y es “fruto de los presupuestos participativos”.
“Cabe recordar que todas las obras generan molestias temporales, pero cuando acaban mejoran la calidad del entorno urbano”, apuntan los mismos interlocutores. Sin embargo, esto no acaba de convencer a lo restauradores. Han solicitado una audiencia pública ante lo que aseguran que es una mala planificación del proyecto y manifiestan que sienten indefensión ante el ayuntamiento. El malestar es tal que anuncian movilizaciones en las próximas semanas contra un proyecto de mejora que, por ahora, no convence al barrio que lo recibe.