Los vecinos de Gràcia están desesperados. La zona de la plaza Joanic se ha convertido en un punto caliente de “peleas violentas, ruidos, malos olores y trapicheos” que no les deja vivir tranquilos. “Se ha convertido en una discoteca al aire libre”, se quejan los residentes en declaraciones a Crónica Global. Desde hace tiempo denuncian la inseguridad que sufren en el barrio, concretamente en esta zona, aunque lamentan el “poco caso” que les hacen los distintos cuerpos de seguridad.
El último episodio sucedió la madrugada del domingo. Sobre las tres de la madrugada, un joven de 32 años sufrió una brutal agresión cuando volvía de una cena con amigos y se dirigía al metro, a la altura del número 87 de la calle Ramón y Cajal.
Agredido “sin motivo”
Según ha podido saber este medio, un hombre latino le atacó “sin mediar palabra” y le robó el teléfono móvil que llevaba en su bolsillo. Los dos puñetazos, que le desencajaron y le rompieron la mandíbula, le obligaron a ser operado de urgencia en el Hospital de Sant Pau. Su familia sigue con el susto en el cuerpo y prevé denunciar los hechos en las próximas horas.
“Este fin de semana le ha tocado a mi hermano y mañana le puede tocar a otro”, expresa consternado el familiar de la víctima, que ha tenido que ser intervenida quirúrgicamente y continúa ingresada recuperándose de las graves heridas. “Se alimenta a través de una pajita, le han colocado cuatro tornillos y no podrá hablar durante un mes”, explica su entorno cercano.
“A mi hijo le tengo prohibido pasar por la plaza”
La brutal agresión a este joven evidencia uno de los problemas que sufre el barrio desde hace tiempo. Esta situación lleva por el camino de la amargura a unos vecinos que, noche tras noche, ven cómo la plaza se convierte en una zona de botellón y en un “sálvese quien pueda”. De hecho, una madre confiesa a este medio que le tiene “prohibido a su hijo, de 20 años, pasar por la plaza cuando vuelve de fiesta porque no se fía de lo que le pueda pasar”.
Los vecinos denuncian que desde la pandemia, con el cierre del ocio nocturno, “la plaza se ha convertido en una discoteca al aire libre”. A esto se suma la reciente apertura de una sala de fiestas que congrega a un gran número de personas en las inmediaciones. “Por la noche esto es una locura: música a todo volumen hasta las tantas, vendedores de bebidas, trapicheos y, cuando la gente ya va muy pasada, se generan peleas violentas. No pegamos ojo”, denuncian.
No obstante, en los últimos meses la Guardia Urbana de Barcelona (GUB) ha intensificado su presencia. Los residentes lo atribuyen a la cercanía de las elecciones municipales, que están a la vuelta de la esquina. Aseguran que recientemente han comenzado a patrullar la plaza con mayor frecuencia y “ha ayudado a ahuyentar al núcleo duro del grupito violento que amedrenta a quienes pasan por allí”. Sin embargo, temen que con la llegada del buen tiempo vuelvan a proliferar los conflictos.