Los grupos de Facebook destinados a poner en contacto a los riders de distintas plataformas se mantienen como un espacio de compraventa de licencias. De esta manera, los trabajadores dados de alta alquilan su cuenta a personal ajeno sin avisar a la empresa y, por lo tanto, al margen de la ley. Mensajes como “busco cuenta para trabajar toda la semana en Barcelona” o “alquilo mi cuenta a una persona responsable” son habituales en estos portales.
El alquiler no es altruista. Los dueños de las cuentas piden una comisión. “Puedes trabajar de lunes a jueves, el fin de semana utilizo yo la cuenta. A lo que factures, le restamos el 19% del IRPF que estoy obligado a pagar por ser autónomo. De lo que sobre, tú te quedas el 70% y yo el 30%”, negocia uno de estos propietarios.
Cuentas de Glovo, las más pirateadas
El secretario de políticas sectoriales y transición justa de UGT, José Antonio Pasadas, afirma que las cesiones de cuentas se han reducido en aquellas empresas “en las que hay una relación laboral, ya que la compañía tiene que preocuparse de que no suceda nada grave”. A raíz de la aprobación de la llamada ley rider, la mayoría de las grandes compañías del sector contratan a sus trabajadores, de forma directa o a través de plataformas de trabajo temporal. Glovo, que es la más grande de esta rama en España, también es en la que mantienen mayor peso los autónomos. La compañía ha modificado el funcionamiento de la aplicación para intentar cumplir con la ley, extremo que se está judicializando ya que los sindicatos consideran que la adaptación es fraudulenta y sus trabajadores continúan como falsos autónomos.
Las empresas que han sido más escrupulosas a la nueva normativa tampoco han conseguido erradicar estas prácticas que implican suplantar la identidad de los repartidores. Tal y como explica el responsable de atención a los trabajadores de plataformas digitales de CCOO, Franz Morales, “en los riders que trabajan fuera de un almacén siempre existe la posibilidad de que se intercambien las cuentas. Aunque estén contratados a través de una ETT, pueden alquilar su perfil, pero no es lo más normal”.
Motivaciones para el intercambio
Morales relata que el intercambio de cuentas era una oportunidad para que muchos migrantes comenzaran a trabajar mientras se regulaba su situación en España. “Comenzó como una ayuda entre familiares, los que tenían permiso de trabajo ayudaban a los recién llegados, pero después empezaron los alquileres a nivel de explotación”, aclara. El sindicalista también asegura que “más del 50% de las personas que está circulando con Glovo lo hace desde una cuenta cedida”. Desde la empresa afectada indican que desarrollan sistemas para prevenir un uso fraudulento de la aplicación. “Hay menos casos, pero aún ocurren”, señalan los portavoces de la organización.
Un repartidor que trabaja en Glovo como autónomo, Óscar Quiroaga, relata que intentó alquilar una licencia para que su novia tuviera un complemento salarial, ya que con sus horarios no era rentable pagar la cuota de autónomos. Sin embargo, matiza: “Solo me encontré estafas, nadie de fiar”. El rider señala que la mayoría de gente que recurre a los alquileres de cuentas son personas que necesitan dinero rápido.
Cómo conseguir una cuenta
Quien alquila una cuenta no necesita conocer de forma personal al arrendatario. De esta manera, es habitual encontrar en portales de anuncios o grupos de Whatsapp y Facebook perfiles en alquiler y gente interesada en ellos. Una vez ambos se ponen en contacto, basta con un intercambio de la contraseña para empezar a trabajar. Del mismo modo, si el dueño de la cuenta quisiera acabar con la relación, le bastaría con cambiar la clave de entrada.
El portavoz de Riders Por Derechos, Fernando García, afirma que en una misma cuenta pueden llegar a trabajar hasta tres personas. “En las autorizadas para trabajar durante la semana, pueden estar activos el tiempo que quieran. Hay cuentas que funcionan las 24 horas que comparten hasta tres personas”, afirma.
El trato de las partes
Quienes ponen sus cuentas en alquiler buscan un beneficio económico. Morales afirma que cuando empezaron a revenderse las licencias, el propietario cobraba un 20% y quien la utilizaba el 80% restante. Ahora ese alquiler puede subir hasta el 40%. “Las situaciones de mayor explotación las sufren los ciudadanos de origen marroquí y paquistaní, que trabajan de madrugada”, matiza. En la misma línea, Quiroaga cuenta que muchas de las personas que recurren al alquiler de las cuentas no habla bien castellano y se comunican con el propietario a través del traductor de Google, lo que aumenta su situación de vulnerabilidad.
Pasadas complementa este relato. El representante de UGT asegura que a la empresa le interesa tener en activo al mayo número de riders el mayor tiempo posible. Considera que no se implica en regular la cesión de las cuentas. Fuentes de Glovo, ante esta acusación, explican que para evitar esta suplantación de identidad realizan controles regulares en la aplicación y “cuando se detecta o reporta un uso irregular, se abre un proceso de investigación y se aplican las medidas necesarias para solventarlo”.
Reconocimiento facial
Glovo matiza que ha añadido procesos de verificación adicionales para reducir las irregularidades. En la aplicación existe un mecanismo de reconocimiento facial destinado a saber quién se encarga en cada momento del reparto. El repartidor recibe un mensaje por el que debe identificarse a través de la cámara del móvil y en el caso de no superar el reconocimiento o evitarlo en cinco ocasiones, Glovo bloquea la cuenta durante 14 días.
“Los primeros dos pedidos de la mañana los acepto y finalizo yo, que es cuando suele salir el reconocimiento facial, así ya puedes seguir trabajando tranquilo”, negocia un propietario que tiene su cuenta en alquiler. Morales relata una situación similar: “Hay muchas formas de vulnerarlo. Cierras la aplicación, la eliminas y ya está, o dices a la persona que antes de empezar a trabajar supere el reconocimiento facial”.
La estafa
Quiroaga considera que las cesiones de cuentas son “la estafa perfecta”, ya que existen propietarios que una vez pasados 15 días, bloquean al trabajador y desaparecen. “La mayoría de las personas que alquilan son inmigrantes sin regular, por lo que no pueden recurrir a nadie. No quieren ningún problema con la policía, pero la realidad es que se lucran a su costa”, sentencia. García explica que cuando detectan que una persona ha estafado de manera repetida a este tipo de perfiles lo denuncian a Glovo. “En estos casos, les cierran la cuenta, pero al final el beneficiario de todo este esquema es la empresa”, comenta.
Pasadas matiza que tanto para las autoridades como para las empresas es muy difícil seguir el hilo de quién es el propietario real de la cuenta. Quiroaga, el rider que intentó alquilar un perfil por horas, relata que encontró al propietario de una cuenta que había estafado a un compañero suyo, pero “al proponerle ir a que le pagara lo que le debía, lo rechazó ya que no quería conflictos. Saben perfectamente lo que hacen y que no van a tener ningún tipo de repercusión”.